Una garza con dientes, papelillos que recuerdan a El Viaje de Chihiro y un universo onírico que transita por muchos lugares y espacios; El Niño y la Garza se siente como un sueño cíclico entre realidad, enfrentar los miedo y... pericos carnívoros. Creada por Hayao Miyazaki bajo el sello de Studio Ghibli, este último filme que, más allá del poder de la ilustración de dar vida a escenarios irreales, posee un hilo conductor con otros universos de Ghibli, y es otorgarle un poder fantástico a las infancias de conquistar los mundos y salir victoriosas en todas sus películas de esta casa productora. 

No hay espacio para personas adultas intentando salvar el día, ni tampoco infancias que necesitan ser cuidadas. Bajo la narrativa de Hayao Miyazaki, son las infancias quienes toman las riendas de la situación, se enfrentan a las criaturas más increíbles y poseen la sensibilidad suficiente para transitar las realidades más irreales sin cuestionar; no hay cabida para la lógica en El Niño y la Garza, sólo hay valentía. Cualquier película que tenga por protagonistas a infancias, forma parte de una representación necesaria contra el adultocentrismo

Hacer lo necesario por lo que amas

Mahito es el protagonista de esta aventura, se enfrenta a los recuerdos de la muerte de su madre tras un fatídico incendio -donde además, carga con el pesar de no haber podido hacer más-, su padre y las personas adultas de la aldea le pedían quedarse en casa y no ayudar para apagar el incendio, pero Mahito logra escapar de casa a toda velocidad sólo para llegar demasiado tarde al rescate de su madre. Años más tarde, su padre vuelve a casarse, se muda a un hogar en el campo con su madrastra (quien también es su tía, pues es la hermana menor de su madre) y se enfrenta a sentimientos desagradables de no encajar en esta nueva vida. 

La madrastra de Mahito desaparece, y es aquí donde se embarca en la aventura por recuperarla así tenga que atravesar el fin de los mundos. Cuando pregunta a las criaturas que habitan en ese otro mundo si la han visto y le cuestionan si es ella la mujer que ama, él responde que no, sin embargo, ella sí es amada por su padre y por eso necesita llevarla de nuevo a casa; el personaje de Mahito no sólo es increíblemente valeroso, sino también, demuestra el poder de un niño haciendo lo imposible por cuidar y construir de nuevo su hogar. 

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Amistad como arma para vencer

Uno de los hilos más bellos alrededor de las obras de Miyazaki, es cómo erradica todo discurso romántico de sus protagonistas infantes para dar lugar a conexiones que van más allá de eso; no hay narrativas sobre amores infantiles o demás lugares comunes que se encuentran en otras películas de infancias, aquí el amor trasciende y El Niño y la Garza no es la excepción. 

Mahito se acompaña de dos mujeres poderosas que le ayudarán a sobrevivir a este mundo bestial, siendo Himi, una niña de aproximadamente su edad, una guía muy importante en el argumento, se salvan, desafían el tiempo y construyen una conexión inmediata. Algo que nos recuerda el cuidado y el cariño de otras relaciones como por ejemplo, la relación de Chihiro junto con Haku o de Ponyo con Sosuke.

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Nunca estamos solxs

Mahito se siente desolado, causa problemas en la escuela, su nuevo hogar se siente ajeno y las pesadillas de la muerte de su madre se han vuelto recurrentes. Ambientada en la Guerra del Pacífico, Japón atraviesa por una gran escasez de alimento, la comida sabe cada vez más horrible y el padre de Mahito, un hombre adinerado al encontrar en las municiones áreas un negocio, se mantiene ajeno a él a causa del trabajo. Sin hermanxs que le acompañen y rodeado de abuelas misteriosas que viven en su nueva casa, Mahito está solo... O al menos, es como la vida se siente desde su perspectiva.

Al iniciar su aventura en los otros mundos, Mahito observa que hay algunas figurillas que lo rodean, al acercarse con detenimiento, se da cuenta que son las abuelas de su casa y que, a lo largo de la película, se esmeran por cuidarlo, velar su sueño y alimentarlo. Cuando Mahito pregunta por qué las figuras son las ancianas de la casa, su acompañante le responde que se han manifestado así en ese mundo porque cuidan de él. Toma una de las figuras de las abuelas, la guarda en su bolsillo y crece en él una gran confianza: No está solo y es amado. 

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El Niño y la Garza se ha estrenado en toda la República el 28 de diciembre, fantástica y desafiante, este filme no tiene por objetivo aleccionar, ni tampoco intenta parecer digerible o ahondar demasiado en las historias de cada personaje que se cruza en la historia. La película está para demostrar el poder de la animación, hacer cuestionar la realidad, divertir y regalar escenas maravillosas dignas del sueño de cualquier niño o niña valiente, aventurera y amada, justo como Mahito