¿Recuerdas cuál era tu juguete favorito en la infancia, ese que no dejabas de usar y que conforme creciste, comenzaste a trabajar y llegaron nuevas preocupaciones, simplemente olvidaste? 

¿Has sentido emoción al ver que cada vez salen nuevas versiones de tus coleccionables preferidos y gastas una parte de salario en ellos? Probablemente pienses en adquirir una nueva pieza pronto, pero ¿a qué se debe este frenesí por los juguetes que nos remiten a nuestra infancia? 

Cuando pensamos en coleccionables como Funkos, Ternurines y Labubus, nos transportamos a otro tiempo en dónde la vida era más suavecita. ¿Pero qué tiene que ver esto con la nostalgia y con la preocupación por el consumo desmedido de juguetes? Aquí te explicamos.

Kidults, los adultos que se están apoderando del mercado de juguetes

La nostalgia por el pasado ha incrementado las ventas de juguetes dirigidos a adultos, un estudio de Circana, empresa que analiza la demanda de los consumidores en el mundo, reveló que durante el 2023 la venta de juguetes como coleccionables excedió un billón de euros en Europa, mientras que la venta de juguetes para niños ha disminuido desde 2019 en países como Reino Unido.

Esta tendencia de consumo, en la que los adultos tienen la capacidad financiera de comprar, juguetes, videojuegos y objetos coloridos que nos recuerdan que no todo en la vida es gris, tiene un nombre, y se le conoce como ser un kidult.

Kidult es la combinación de las palabras en inglés kid y adult, y hace referencia a las personas adultas que tienen intereses en contenido comúnmente asociado con la infancia. Los hobbies o pasatiempos de los adultos asociados con este término suelen estar relacionados con películas o series de televisión retro y con contenido de la cultura popular.

Según Circana, se considera a un kidult a partir de los 12 años, cuando los juguetes dejan de tener como propósito el desarrollo cognitivo de las infancias, otras definiciones señalan un espectro más amplio de la palabra, y es que a veces se pueden confundir los pasatiempos que remiten a la infancia con actitudes que ignoran las responsabilidades de la adultez. 

¿Las personas adultas somos consumidoras inmaduras?

Ya sea con Star Wars, los cómics de superhéroes, o videojuegos de los personajes más famosos de la cultura japonesa como Sonic y Mario Bros, o con Hello Kitty, la moda dosmilera de las Bratz y los legos coleccionables de ramos de flores, los juguetes son un curita en el corazón que ansía encontrar una forma para descargar las emociones de agobio con actividades divertidas e incluso recreativas.

Por ejemplo, los juegos de mesa también sirven como formas de integración, no sólo entre personas del mismo rango de edad, sino que provee de una alternativa para conectar con personas de diferentes edades, desde las infancias hasta las personas adultas mayores.

Sin embargo, un nuevo miedo surge tras la fácil adquisición de tu Barbie favorita siendo adulta, ¿acaso las personas adultas refuerzan una nueva manera de consumismo desmedido disfrazado de felicidad? 

“Cuando tienes dinero con mente de niña”. Un concepto asociado a los kidults es el de adult money, una tendencia en la que los adultos revelan compras que se consideran “inmaduras” para personas con trabajos de oficina. 

Algunas de las compras suelen ser prendas customizadas de personajes de caricaturas, peluches de animales como capibaras, y material para la oficina decorado con estampas de dibujos animados.

Este tipo de consumo también se entiende como una forma de complacer los deseos de la infancia, y aunque muchas veces se considera irresponsable, muchas veces llena de alegría a las personas.

En entrevista con La Cadera de Eva, Diana Triviño, psicóloga de la Universidad Autónoma de Madrid, señala que segmentar el acceso a la educación de las personas por su edad, así como lo que se puede o no hacer también es una forma de edadismo, ya que el mismo mercado capitalista dicta hasta que edad está permitido hacer y disfrutar de ciertas cosas. Los juguetes y actividades recreativas no sólo se disfrutan por las infancias, la clave es ser consciente del mercado. 

Una crítica  similar es la que se le hace al consumo  del  fast fashion. Muchas veces las opciones sustentables no ofrecen variedad de tallas y diseños para las diferentes corporalidades, por lo que recurrir a sitios que ofrecen ropa de maquila termina siendo una opción viable. 

Esto no significa que el consumo deba ser desmedido, más bien necesario, en el caso de los juguetes, es necesario reflexionar sobre las compras que promueven una lógica de consumo capitalista, pero adquirir de manera consciente juguetes que reviven tiempos sin cargas laborales extremas también es posible.

La existencia del consumo ético siempre será cuestionada bajo un sistema de coerción con una lógica capitalista, nuestras decisiones de compra están atravesadas por poderes más grandes cuyo propósito es vender, sin embargo, recurrir a una dosis de nostalgia es en parte una señal de supervivencia ante un futuro incierto, en un contexto de guerras, crisis climáticas y la prohibición de la autodeterminación.