¿Te has preguntado cómo hablar con las infancias sobre sexualidad o salud reproductiva sin perpetuar tabúes y respetando sus derechos? 

Este 4 de septiembre, Día Mundial de la Educación Sexual y Reproductiva, se conmemora que el acceso a la educación y salud sexual es un derecho humano reconocido por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés), desde el 2010. Así lo respalda el artículo 50 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que se establece lo siguiente: 

 

“Niñas, niños y adolescentes tienen derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud, así como a recibir la prestación de servicios de atención médica gratuita y de calidad de conformidad con la legislación aplicable, con el fin de prevenir, proteger y restaurar su salud”.

En entrevista con La Cadera de Eva, Aurora Ávila, psiquioterapeuta infantil, sexóloga educativa e integrante de Maka, una colectiva de estudios psicosociales feministas y de género, concuerda en que la salud sexual es un derecho humano que debe socializarse desde la niñez. 

Para la especialista, esta conversación alrededor de la salud sexual con las infancias no debe limitarse a lo biológico, al contrario, debe abordar y ampliar en otras aristas, como qué hacer ante la difusión de imágenes hipersexualizadas en foros de internet al alcance de las infancias, los límites del consentimiento y la identidad.

“La sexualidad la van viviendo desde que nacen. A veces pensamos que la sexualidad solo es un encuentro erótico, pero la sexualidad tiene que ver como con cómo nos vivimos en el diario. Y sí, también con la parte biológica del cuerpo pero también está la parte afectiva; es importante colocarle nombre y darle visibilización porque es un derecho”. (Aurora Ávila)

Ampliar el espectro de la sexualidad en la infancia

México enfrenta múltiples desafíos estructurales y sistémicos para garantizar que todas las infancias tengan acceso a la salud sexual integral. Para Ávila, el conflicto se encuentra en la violencia: “Es la violencia sistemática, la violencia institucional, la violencia del Estado”.

En México, de acuerdo con la ENDISEG 2021 del Inegi analizada por Redim, 32.1% de las mujeres y 44.1% de los hombres tuvieron su primera relación sexual entre los 15 y 17 años, dentro de una población de casi 87 millones de personas mayores de 15 años.

Las cifras para personas menores de 15 años son aún más alarmantes: el 5.1% de las mujeres tuvo un primer encuentro sexual entre los 12 y 14 años de edad, mientras que el porcentaje para los hombres fue de 9.2% de los hombres. 

“Los buenos tratos a la niñez es un acto político”. (Aurora Ávila)

Sin embargo, hablar de sexualidad va más allá de tener presentes estos datos. En un espectro más amplio, según Aurora Ávila, implica reconocer otros aspectos más allá de los temas comunes como conocer las partes de su cuerpo, los métodos anticonceptivos y las enfermedades o infecciones de transmisión sexual. 

Es poner al centro de la conversación, día con día, el reconocimiento de las emociones de las infancias, la autonomía corporal, la extensión del consentimiento y el derecho a cambiar de opinión. 

Claves para hablar de salud sexual y reproductiva con la niñez

Entonces, ¿cómo hablar de sexualidad con las infancias? Para la especialista, lo fundamental es tener en cuenta las siguientes consideraciones

  • Regresar las preguntas: no contestar directamente al cuestionamiento de las infancias, sino preguntar “¿Tú qué crees?”, “¿A qué te refieres?” para entender la inquietud real del niño o la niña.

    • Hablar siempre con la verdad: es válido decir "no lo sé, pero vamos a buscar la respuesta" si se desconoce del tema. 

    • Evitar el lenguaje corporal negativo: omitir rasgos que denoten tensión, sudor, tartamudeo, ya que transmite el mensaje de que el tema está mal. La especialista aconseja tomar un momento para conectar con el cuerpo y respirar antes de responder.

    • Usar palabras concretas, sencillas y sin eufemismos: evitar el uso de palabras prejuiciosas, generalizantes, dicotómicas y binarias al momento de abordar la conversación.

    • Hablar sobre consentimiento real: la especialista hace hincapié en la necesidad de remarcar la diferencia entre consentir algo y quererlo realmente. “Consentir es permitir que algo pase, pero no necesariamente porque lo queramos”, ya que a menudo se consiente por miedo. Esto es un punto crítico, ya que la verdadera autonomía implica poder decir "no" sin temor a las consecuencias. 

    • Reforzar su capacidad de decisión: muchas veces, las infancias se enfrentan a dificultad para decir “no” en situaciones de violencia o incomodidad, esto tiene sus raíces en cómo se les enseña a ejercer su capacidad de decisión desde la niñez.Derecho a cambiar de opinión: hablar de sexualidad y de autonomía corporal implica reconocer que una persona puede cambiar de opinión. Un niño o niña puede decir “sí” a algo hoy y “no” mañana, y esto debe ser respetado. 

Estos consejos también pueden desmontar mitos y roles tradicionales de género, pues ayudan a señalar y visibilizar los estereotipos impuestos por las expectativas sociales desde antes del nacimiento, y evita que se les prohíba explorar y entender su cuerpo o, como señala Aurora Áviles, “reconoce el derecho humano a la sexualidad de las infancias en su mapa corporal de libertad”.

La influencia del mundo digital en la sexualidad infantil

Con la digitalización, los retos se multiplican; en un panorama en que la niñez crece de la mano de las herramientas tecnológicas y digitales, es imprescindible poner la salud reproductiva en el centro de la discusión. 

Al respecto, Aurora Ávila, recomienda lo siguiente:

  • Nombrar la violencia: es fundamental hablar de la hipersexualización directamente, reconociéndose como una forma de violencia.

    • Explicar el impacto: se debe explicar que estas imágenes cosifican los cuerpos de las personas y los deshumanizan.

  • Involucrar a las infancias en la reflexión: es importante preguntar a las niñas y niños qué observan y qué sienten al ver esas imágenes. Ávila menciona que las infancias, incluso sin una guía explícita, pueden identificar aspectos problemáticos, como por qué la persona tiene poca ropa, una cara triste o está en una postura de sumisión.