En más de 80 años de historia, El Colegio de México (Colmex) solo ha tenido dos presidentas. La primera fue Silvia Giorguli, quien deja el cargo tras una década de gestión. La segunda es Ana Covarrubias Velasco, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad de Oxford y especialista en política exterior de México, que este 22 de septiembre asume la presidencia de la institución.
Covarrubias asume en un momento clave. Recientemente El Colmex suspendió su convenio con la Universidad Hebraica en solidaridad con Palestina, en un contexto marcado por el regreso de Trump, el avance de la ultraderecha y una creciente polarización en México y el mundo.
“Muchos piensan que somos una institución privada a la que solo se accede con contactos. No es así. Somos públicos: quien pasa el examen se queda y, si necesita beca, la recibe”, aclara Covarrubias en entrevista con La Cadera de Eva.
Romper con esa percepción será uno de los ejes de su gestión. Su apuesta: acercar el conocimiento a públicos que no han visto al Colmex como un espacio posible. “Nuestra obligación es difundir lo que hacemos; es la forma en que le devolvemos algo a la sociedad”, sostiene.
Una agenda de apertura
Covarrubias hereda un Colmex con estabilidad y prestigio consolidado, pero quiere imprimirle un sello distinto. Su plan parte de tres líneas de trabajo: reforzar las redes de investigación interdisciplinaria, proyectar con más fuerza al Colmex como casa editorial y ampliar la vinculación social.
En el primer punto, busca fomentar proyectos colectivos que trasciendan el trabajo individual de las y los investigadores y se enfoquen en áreas clave: México, América Latina y Estados Unidos. “Han sido temas históricos del colegio, pero necesitamos potenciarlos con una lógica de colaboración que nos permita mirar problemas de mediano y largo plazo”, explica.
En cuanto al área editorial, descata la necesidad de que las investigaciones lleguen a un público más amplio. “El Colmex produce conocimiento de primer nivel, pero muchas veces no sale de los círculos académicos. Queremos que lo que investigamos se lea dentro y fuera del país”. Para ello, planea reforzar colecciones como Historias mínimas, que ha acercado temas complejos a públicos más jóvenes y diversos, y ampliar el alcance de revistas digitales como Otros Diálogos, que combina cultura y debate público.
El tercer eje es quizá el más ambicioso: romper con la imagen de élite. Covarrubias apuesta por cursos y diplomados en línea, programas en estados fuera de la Ciudad de México y un mayor esfuerzo de comunicación para que se sepa que el Colmex es una institución pública. “Muchos estudiantes que podrían hacer el examen no lo presentan porque creen que somos privados. Tenemos que dejar de ser percibidos como un club cerrado”, insiste.
Polarización y desafíos globales
La nueva presidenta asume en un contexto internacional convulso con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el debilitamiento de organismos multilaterales y el avance de la ultraderecha en América Latina. “El fenómeno Trump no es solo una persona, es mucho más amplio y tiene un impacto directo en México. Hoy los grandes problemas ya no se pueden separar entre nacionales e internacionales, atraviesan los dos ámbitos”, dice.
Para Covarrubias, la polarización es uno de los grandes riesgos en la región, pero también una señal de que existen fuerzas en disputa. “Si hablamos de polarización es porque aún hay movimientos que defienden los derechos ya conquistados. El dominio de la derecha no será tan fácil”, dice. Esa mirada encuentra eco en el Centro de Estudios de Género del Colmex, creado hace pocos años y que ya trabaja en temas como mujeres en prisión, migración y feminismos en América Latina.
Aunque ella misma no se considera “feminista activa”, reconoce la importancia de esos debates. “Estoy muy impresionada por la fuerza del movimiento de mujeres en América Latina. Sé perfectamente que hombres y mujeres tenemos las mismas capacidades y podemos hacer el mismo tipo de trabajo”, dice.
Abrir la élite al debate público
El Colmex es, desde su fundación, un referente en ciencias sociales y humanidades, pero también una institución que ha sido vista como parte de la élite intelectual del país. Covarrubias es consciente de ello y busca que, bajo su gestión, el conocimiento que se produce en sus aulas y centros de investigación llegue más lejos. “Queremos que el Colmex sea reconocido no solo como un lugar de excelencia académica, sino como una institución que conversa con la sociedad mexicana”, afirma.
Ese diálogo también se refleja en cómo la institución maneja sus tensiones internas. Un ejemplo reciente fue la suspensión del convenio con la Universidad Hebraica de Jerusalén, tras las protestas estudiantiles y académicas que denunciaron el genocidio en Palestina y exigieron que el Colmex no permaneciera indiferente frente a violaciones graves a los derechos humanos.
Para muchas y muchos dentro de la institución, mantener ese convenio habría significado avalar, aunque fuera de manera indirecta, una política de ocupación que contradice los principios de justicia y de defensa de la dignidad humana que sostienen a la academia crítica. Covarrubias defiende la manera en que se resolvió:
“No fue una decisión tomada a la ligera. Hubo un proceso de diálogo, se armó una comisión con estudiantes y profesores, y la recomendación fue suspenderlo. Lo importante es que se escucharon todas las voces”.
La hoy presidenta subraya que ese ejercicio no solo mostró la capacidad de deliberación interna, sino también el compromiso del Colmex con una mirada ética y con la escucha de las nuevas generaciones que reclaman posicionamientos claros frente a la violencia global.
El reto de las nuevas generaciones
Además de la apertura social, otro de los grandes desafíos que Covarrubias identifica está en la formación de estudiantes críticos en medio de la inmediatez de las redes sociales y la desinformación. “Vivimos en un periodo de reacción, no de reflexión seria. Nuestro gran reto es que los estudiantes aprendan a cuestionar lo que leen y verificar las fuentes. Ese es el espíritu que queremos mantener en el Colmex”, advierte.
A lo largo de su historia, el Colmex ha mantenido su autonomía frente a distintos gobiernos, del PRI a Morena. Covarrubias confía en que ese principio se mantendrá durante su gestión. “Siempre ha habido respeto mutuo y espero que así continúe”, señala.
Cuando le preguntamos qué le gustaría dejar al final de su gestión, no duda: “Me sentiría satisfecha si el Colmex sigue siendo una referencia en sus disciplinas, si es más fuerte, incluyente y capaz de devolverle a la sociedad mexicana y al conocimiento universal todo lo que el Estado nos ha dado”.