Este 3 de junio se cumplen diez años de una de las movilizaciones más poderosas y transformadoras de Latinoamérica: #NiUnaMenos. Nacida en Argentina en 2015 como un grito de furia frente a la violencia machista, pronto se extendió por toda la región, alcanzando países como México y Perú y resonando en todo el mundo.
Este grito colectivo de hartazgo ante la violencia machista no solo visibilizó el feminicidio como la expresión más cruel de la violencia, sino que también transformó la conversación pública y provocó cambios legislativos históricos en Argentina.
Hoy, esa lucha sigue vigente y enfrenta nuevos desafíos en un contexto político adverso, marcado por la llegada al poder de Javier Milei y su agenda que amenaza los avances en derechos y justicia de género.
Para conmemorar esta década de resistencia, en La Cadera de Eva entrevistamos a la periodista feminista Sonia Tessa y a la antropóloga social, Maria Bargo, quienes reflexionan sobre el impacto del movimiento y los desafíos actuales.
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El grito que cambió todo
La chispa que encendió la movilización masiva fue el brutal asesinato de Chiara Páez, una adolescente de 14 años en Rufino, provincia de Santa Fe, en mayo de 2015. Como recuerda Sonia Tessa:"Ya no podíamos tolerar más porque era todas las semanas una piba, sobre todo adolescente, pero también mujeres grandes, asesinadas".
El llamado a la acción se hizo viral a través de un tuit de la periodista Marcela Ojeda: "¿No vamos a hacer nada?, ¡Nos están matando!". Esta consigna, "Ni Una Menos", que ya había resonado días antes en una jornada de lectura en Buenos Aires, rápidamente llenó avatares de WhatsApp y perfiles de Facebook, incluso fue adoptada por figuras públicas como Marcelo Tinelli, un reconocido conductor de televisión en Argentina.
La magnitud de la marcha del 3 de junio de 2015, fue tal que sorprendió incluso a quienes habían estado trabajando en la causa por años. Sonia Tessa recuerda: "Cuando empezamos a ver eso en todos los rincones de todas las personas hasta las más insospechadas aparecía el cartelito, ni una menos. Ahí nos dimos cuenta de algo".
La doctora en antropología social, Maria Bargo, describe este momento como un parteaguas: "Fue tan evidente que hizo que no pudiera quedarse indiferente mucha gente, en particular mujeres". Antes de #NiUnaMenos, la violencia contra las mujeres era vista como un problema privado, con términos como "crímenes pasionales" o "violencia familiar".
Avances y conquistas en riesgo
El movimiento #NiUnaMenos no sólo instaló un tema en la agenda pública, sino que también impulsó cambios legislativos significativos. Aunque en 2012, el concepto de femicidio ya se había incorporado al Código Penal argentino, con pena de cadena perpetua, fue a partir de la expansión del movimiento que se intensificaron los reclamos por la justicia para las víctimas y la necesidad de prevención de este delito.
La palabra femicidio (o feminicidio en otros países como México) visibiliza que la víctima es asesinada por el hecho de ser mujer, en un contexto de discriminación y subordinación estructural en una sociedad patriarcal. Aunque el significado general es similar, cada país lo define de manera distinta en sus leyes.
Además de promover nuevas leyes, el movimiento exigió el cumplimiento efectivo de leyes ya existentes, como la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (2009) y la Ley de Educación Sexual Integral (2006), además de demandar un plan nacional contra las violencias.
Posteriormente, la Ley Micaela (2018) hizo obligatoria la formación en género para todos los agentes del Estado. Otros avances incluyen la Ley Brisa y la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans. Además, en 2020, se logró la legalización del aborto, un hito importante para la región.
Una década después, la violencia no para
Sin embargo, estos logros están actualmente bajo amenaza. Luego de la histórica movilización del #NiUnaMenos, el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven” ha documentado 2 mil 827 femicidios en Argentina, con un femicidio cada 31 horas, desde el 3 de junio de 2015 hasta el 25 de mayo de 2025. En lo que va del 2025, ya hubo 108 femicidios. Estas cifras reflejan una cruda realidad, que se agudiza por el actual contexto político.
El gobierno del actual presidente del país, Javier Milei, ha impulsado una agenda regresiva en materia de derechos humanos. Sonia Tessa lo califica como "una catástrofe para las mujeres, pero para toda la población".
Uno de los principales golpes y retrocesos para el movimiento tras la llegada de Milei, fue la disolución del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MGMyD), una acción que Sonia Tessa subraya como un ataque a la lucha feminista.
"El Ministerio de las Mujeres no fue un invento ni una dádiva que nos dio ningún gobierno, fue producto de una lucha inmensa de las mujeres en Argentina y de las diversidades que conseguimos entre todas y todes" (Sonia Tessa, periodista feminista)
Además de la eliminación del Ministerio, el gobierno ha desfinanciado programas clave como la línea 144 de atención a víctimas de violencia y refugios. También se han modificado leyes como la Ley Micaela, que ahora solo exige capacitación en género para quienes trabajen "en los organismos competentes en la materia". Incluso se ha propuesto eliminar la figura del femicidio del Código Penal y se ha negado la existencia de la violencia de género, discursos que naturalizan y banalizan estas violencias.
Resistencia y la fuerza de la alianza
A pesar de estos embates, la resistencia del movimiento feminista persiste. María Bargo señala que el reclamo actual es la "resistencia" y "sostener lo que existe": "Lo que se está haciendo ahora, es tratar de sostener lo que existe, o sea, que se siga reconociendo la existencia de problemáticas como brecha salarial, violencia de género, que no se retroceda en los derechos adquiridos".
El movimiento #NiUnaMenos ha demostrado su capacidad de organización y articulación con otras luchas sociales. Sonia Tessa destaca que ante el "ataque sistemático a diversas minorías y grupos vulnerables", el movimiento ha formado nuevas alianzas estratégicas.
Para conmemorar su décimo aniversario, las asambleas en Buenos Aires decidieron unirse a la protesta de jubilados y jubiladas del miércoles 4 de junio, sumándose a la marcha frente al Congreso. Esta decisión busca unir fuerzas con otros sectores afectados por las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei.
Nunca seremos las mismas
El impacto de #NiUnaMenos va más allá de las leyes y las calles; ha permeado la vida cotidiana y la mentalidad de las personas. Para Sonia Tessa, el movimiento ha actuado sobre la concepción social de la violencia, haciendo que "ninguna mujer tenga por qué soportar violencia de parte de sus personas más cercanas, ni de nadie, ni en su trabajo, ni en ningún lugar".
Citando a Agustina Rossi, socióloga especializada en Estudios de Género, Sonia Tessa concluye con una poderosa frase: “Nunca seremos las mismas. Y yo creo que nos pasa eso, en la Argentina, más allá de los retrocesos, de los embates, de los ataques, no vamos a ser las mismas de antes, porque ni una menos nos modificó muy profundamente y también nos hizo saber que la violencia no es tolerable y no es aceptable".
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María Bargo también resalta el cambio de mentalidad, el cual señala permite reconocer las problemáticas, trabajarlas y generar "cierta hermandad". El movimiento ha dejado una marca indeleble, llevando a muchas personas a no tolerar ciertas declaraciones o acciones, y a basar sus decisiones políticas en esta nueva conciencia.
El movimiento #NiUnaMenos es un faro de resistencia y un recordatorio constante de que la lucha por una vida libre de violencias es global y persistente. A 10 años, el grito #NiUnaMenos sigue resonando, más fuerte que nunca, porque, como señala Sonia Tessa, "ni una menos tiene como objetivo que nunca más se mate a una mujer, a una persona trans por motivos de género y vamos a estar en pie y en la calle hasta que se logre”.