Nellie Campobello (cuyo nombre real era Francisca Ernestina Moya Luna), nacida en 1900 en Durango, no fue solo una testigo de la Revolución Mexicana, sino la artista que la plasmó en el papel y, más importantemente para el arte escénico, en el cuerpo.

Aunque muchas veces se le recuerda por el misterio de su secuestro y muerte, Margarita Tortajara, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (CENIDID) nos invita a centrar nuestra mirada en su vasta e influyente trayectoria, describiéndola en entrevista para La Cadera de Eva como una mujer que era "mucho más que esa muerte tan dramática que tuvo".

Si alguna vez te has preguntado quién allanó el camino para las coreógrafas y bailarinas en México, la respuesta es clara: Nellie Campobello, junto a su hermana Gloria.

De la bala a la danza: un cuerpo con memoria

Nellie Campobello fue una figura revolucionaria en todos los sentidos, especialmente porque su arte emanaba directamente de su vivencia.

Ella nació en Villa Ocampo, Durango, y vivió la Revolución Mexicana, un conflicto que afectó gravemente las vías de comunicación y que ella misma presenció, incluyendo "feroces enfrentamientos entre las tropas villistas y carrancistas". Estos hechos históricos, vistos desde su mirada infantil, dieron vida a sus obras literarias fundamentales como Cartucho (1931) y Las manos de mamá (1937).

Margarita Tortajara enfatiza que la gran aportación de Nellie radica en cómo canalizó esa experiencia: "su cuerpo guardó esa memoria del hecho revolucionario... pero después lo convirtió en arte. Ella no se guardó ese dolor o rabia lo compartió artísticamente tanto en literatura como en danza".

El nacimiento de la danza

Cuando Nellie Campobello y su hermana Gloria comenzaron a trabajar, la danza en México estaba en un periodo que Margarita Tortajara clasifica como "danza premoderna" o "libre". Aunque no tenía una técnica fija, era "superrevolucionaria" en su momento.

Margarita Tortajara señala que la aportación coreográfica de las Campobello permitió que muchas otras mujeres hicieran danza. Esta fue una conquista femenina pura, ya que ellas "construyeron el campo de la danza solitas".

La investigadora menciona que, mientras que en literatura, música y teatro los hombres eran los creadores, la danza fue un "territorio de mujeres".

El Ballet 30-30: bailar la patria

Si hay una pieza que simboliza este acto colectivo y político es el ballet 30-30. Creado desde 1931, este ballet simbólico fue encomendado a Nellie por el presidente Lázaro Cárdenas para representar este acontecimiento histórico.

Margarita Tortajara explica que este no era un espectáculo de salón. Se llevaba a los estadios y recorría el país. La revolución estaba "representada en cuerpo de mujer".

"Era bailar mujer. Y si no son mujeres, son cuerpos de mujeres moviéndose en el estadio así libres hablando de la revolución y de la fuerza de ellas dentro de la revolución" (Margarita Tortajara)

Las bailarinas, muchas de ellas estudiantes de primaria y secundaria, cargaban un rifle 30-30 auténtico y muy pesado, en honor al arma con la que se luchó la Revolución. Mujeres que presenciaron el 30-30 decidieron dedicarse a la danza porque querían "bailar su patria, bailar mujer".

Nellie era el centro de estos ballets masivos. La llamaban "la Virgen Roja" porque, vestida de rojo, levantaba al pueblo en el 30-30.

Margarita Tortajara la describe como "una mujer genial, de verdad", que, a pesar de no haber tenido una formación dancística formal hasta muy tarde (empezó a estudiar danza a los 25 años en 1925), poseía una "inteligencia corporal que le había dado el vivir libre".

Un legado institucional y la resistencia

El peso del legado de Nellie Campobello se siente en la institución. Gracias a ella y a un grupo de personas, se creó la primera escuela pública de danza en México. La Escuela Nacional de Danza (END) lleva hoy su nombre y el de Gloria Campobello. Nellie se hizo directora en 1937 y se quedó en esa posición por casi 50 años. Ella dictó las líneas de la educación dancística, creando las bases para las generaciones futuras.

Su legado, nos dice la investigadora Tortajara, va más allá de su dramatismo personal: "es como un símbolo de resistencia, de fuerza, de dentro de la danza. Todo el mundo tiene referente Nelli Campobello"

Para Margarita Tortajara, Nellie Campobello "era bien usada, bien atrevida y logró logró las cosas que se propuso". Y aunque hoy las creadoras contemporáneas exploren la relación entre cuerpo, memoria e identidad a través de sus propias búsquedas —como el grupo de danza folclórica Andariega, que habla de las problemáticas actuales de las mujeres—, la semilla de esa valentía fue plantada por Nellie.