¿Has visto casos en los que un animal es víctima de violencia sin razón legítima, por negligencia, por crueldad o por el mero ejercicio de poder? El asesinato injustificado de animales no es un hecho aislado ni una anécdota de crueldad: es una forma de violencia estructural que se sostiene en la impunidad y en la ausencia de políticas efectivas de protección.
A esto se le conoce como zoocidio, una forma de violencia estructuralque a menudo se traduce en el exterminio o sacrificio de animales sin justificación legal, científica o sanitaria. Incluye tanto el asesinato individual de un animal, por maltrato, abandono deliberado o actos de crueldad, como la matanza masiva de poblaciones completas por decisión arbitraria o negligencia institucional.
Sin embargo, esto sólo es la punta del iceberg, y está más relacionado con el patriarcado de lo que aparenta. Para explorar y entender la profundidad de este término, platicamos con Susana Cruz Aguilar, investigadora independiente, activista por los derechos de los animales y abogada especializada en medio ambiente y desarrollo integrado, quien actualmente cursa un posgrado en Derecho Animal.
¿Qué es el zoocidio?
El concepto de zoocidio es un elemento central en la ética antiespecista porque permite hacer evidente la dimensión estructural de la violencia ejercida contra los demás animales, una dimensión que históricamente ha estado oculta y naturalizada, explica Cruz Aguilar.
Esto quiere decir que el concepto de zoocidio no alude únicamente a la muerte física de los animales, sino al entramado institucional, cultural y económico que organiza su dominación, pues el régimen del zoocidio se sostiene mediante prácticas industriales, jurídicas y cotidianas profundamente normalizadas que transforman las vidas de los animales en capital, recursos o materia disponible.

Y, ¿por qué hablar de zoocidio y no de maltrato animal? Para Cruz Aguilar, la respuesta se esconde en que el término “maltrato animal” es limitado porque individualiza la conducta y acto de violencia y deja intacta la idea de que el problema es la forma , no el uso mismo de los animales. En lugar de preguntar quién cometió el maltrato, se pregunta qué orden de poder produce esta violencia y cómo se sostiene.
“Bajo esta lógica (del maltrato animal), la solución aparece inmediatamente como un buen trato, que es una corrección superficial que no cuestiona la estructura que autoriza la apropiación, la explotación y la matanza de los demás animales. El maltrato desplaza la tensión hacia episodios aislados, mientras que la violencia estructural en contra de los demás animales, incluida la que está permitida, regulada o invisibilizada, es parte de ese fenómeno que es más amplio. Entonces, enmarcarlo como suidio permite mostrar esa dimensión”.
La jerarquización del cuerpo
El zoocidio se sostiene en un principio ideológico fundamental: la jerarquización de las vidas, donde sólo los intereses de ciertos grupos humanos son considerados de interés moral y político. De acuerdo con Cruz Aguilar, por ello, la lógica antiespecista combate este principio, exigiendo el reconocimiento de los demás animales como individuos con intereses propios, dignos de consideración moral.
Esta jerarquización opera mediante una ideología comúnmente estudiada desde los feminismos: la lógica masculinizada de la propiedad y del control que convierte la vida en disponibilidad, legitimando que ciertos cuerpos, humanos o no humanos, sean considerados inherentemente disponibles para la apropiación y el uso. “El especismo, al proveer la justificación cultural y moral para ver a los demás animales como materia disponible, encaja perfectamente en esta lógica de dominación”, reflexiona la especialista.
¿Qué tiene que ver con el patriarcado?
Así es, el patriarcado también tiene poderío sobre las causas en favor de los derechos de los animales, y es que todas las formas de dominación, como el colonialismo, el capitalismo extractivo, el patriarcado y el zoocidio, comparten una base de poder fundamentada en la apropiación, la disposición y el control de cuerpos y territorios.
Esto se traduce en una verdad innegable: el patriarcado organiza jerarquías que naturalizan ciertos cuerpos, ya sean animalizados, feminizados o racializados, para que sean apropiables, explotables o descartables.
El patriarcado organiza jerarquías que naturalizan ciertos cuerpos, animales feminizados o racializados, sean apropiables, explotables o descartables. El resultado es que es una estructura heteropatriarcal capitalista que normaliza la muerte, la captura y la disponibilidad de los demás animales y de los humanos, por lo que no son luchas separadas. Se trata de un mismo poder que reparte vulnerabilidad a través de distintas fronteras, la de la especie, la del género, la de la raza y la del territorio”.
¿Por qué es una causa feminista?
Desde el feminismo antiespecista, el zoocidio no es un fenómeno aislado. Ambos sistemas subordinan, silencian y disponen de la función productiva o reproductiva de los cuerpos, lo cual se observa en el control reproductivo histórico sobre los cuerpos feminizados.
La especialista explica que un ejemplo claro de este fenómeno en común es el papel de las mujeres en relación con el territorio, en donde las mujeres juegan un papel central en el manejo y la conservación del medio ambiente, especialmente las mujeres rurales, que se encargan de la conservación de la biodiversidad local.
Sin embargo, también se enfrentan a la exclusión en las decisiones sobre el uso de la tierra y cargan con una responsabilidad desproporcionada en las tareas del cuidado ambiental y comunitario. De ahí la urgencia de integrar la perspectiva antiespecista en movimientos como el feminismo, ya que el heteropatriarcado y el especismo se refuerzan históricamente mediante una lógica de control y dominación.
¿Qué es lo que debe cambiar?
Para alcanzar la justicia interespecie y desmantelar los mecanismos comunes de opresión compartidos por el especismo y el patriarcado, es necesario un cambio estructural y político que aborde la raíz de la dominación. Por ello Susana Cruz Aguilar pone al centro de la conversación los siguientes aspectos:
Transversalización de la causa: la meta política clara es que la justicia interespecie deje de ser considerada una causa periférica y se convierta en un eje transversal en los movimientos.
Reconocimiento moral: se debe dejar de ver a los demás animales sólo como poblaciones o especies clasificadas, y comenzar a reconocerlos como individuos con intereses propios, dignos de consideración moral.
Revisión del estatus jurídico en México: los avances deben construirse sobre las bases científicas existentes, que reconozcan la sintiencia y la conciencia de los demás animales. “Aunque no son vinculantes”, explica Cruz Aguilar, “estas declaraciones obligan a revisar su estatus jurídico”.
Eliminar la visión patrimonialista: es necesario superar la visión que ubica a los demás animales dentro del régimen de la propiedad, igual que a bienes muebles o inmuebles, ya que limita reconocer el daño como un atentado en contra de una vida sintiente y no contra un bien.

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