Debido a los mandatos de género se han asignado ciertas actividades a las personas en la sociedad y en las familias, según nuestra identidad sexogenérica.
Existe una asignación de roles y estereotipos en donde a los varones se les identifica como aquellos capacitados para desarrollarse en el ámbito público; es decir, fuera de los hogares, realizando actividades remuneradas para llevar los recursos económicos a las familias. Mientras que a las mujeres se les ubica con cualidades propias para pertenecer al ámbito privado, por lo que al ser ellas quienes generalmente se embarazan y paren es menester que cuiden y atiendan a las personas con quienes comparten la vida.
Con base en esta designación de actividades decretadas por un orden social patriarcal, las mujeres somos las personas “adecuadas” para cuidar.
¿A qué llamamos cuidar?
Cuidar es una actividad indispensable para la vida, las personas necesitan cuidados, según las diferentes etapas de la vida; los cuidados se van modificando y transformando, pero siempre son requeridos.
Al ser seres sociales reconocemos nuestra necesidad de vivir en comunidad, creando las condiciones para estar en convivencia. De ahí la creación de instituciones que nos garanticen el apoyo y cuidado entre las personas.
Desde que nacemos necesitamos que nos cuiden, y al paso de nuestra existencia vamos a requerir tanto la asistencia como la compañía de otras personas de múltiples maneras.
El reparto social de las tareas de cuidado
Los cambios y transformaciones en la sociedad se dan todos los días, las instituciones y la manera de organizarnos piden a las personas adaptarse a nuevas circunstancias. Sin embargo, los cambios sociales se acompañan de muchas resistencias, ya que al surgir los cuestionamientos por parte de los diferentes grupos sociales –que colocan la mira en exigir que personas e instituciones respondan a los cambios– siempre aparecen aquellos a los que les interesa conservar el statu quo, donde las cosas se mantienen como “siempre las conocimos”, de ahí que las transformaciones sociales sean lentas y lleven consigo problemáticas para el cambio.
En este contexto se encuentran las maneras en que hoy en día se va reflexionando acerca del reparto de las tareas de cuidado y el que estas no sean delegadas totalmente a las mujeres.
Hombres cuidando
Aunque existen resistencias, es importante visibilizar que hay hombres cuidando desde distintos lugares donde se dan a la tarea de cubrir las necesidades de cuidados, tanto en sus familias como en sus redes de apoyo próximas. En diferentes sectores sociales se encuentran varones comprometidos con la participación en la tareas del hogar y de cuidado.
Es indudable que en número son menores que las mujeres que cuidan, sin embargo, es importante reconocer la labor y participación que van teniendo en este rubro. Los cambios sociales han contribuido a transformar su identidad masculina, llevándolos a asumir –a veces de manera consciente y otras no– que la participación en las diferentes tareas que se realizan dentro de los hogares y las familias son importantes para el sostenimiento de la vida, al igual que las labores de trabajo remunerado fuera de casa, que, cabe señalar, también las mujeres realizan fuera de los hogares.
De ahí la importancia de seguir trabajando desde la academia los conceptos e implicaciones de los cuidados, divulgando esta importante labor con miras de encontrarnos con sociedades en donde haya un equilibrio y justicia social.