Estaba en una reunión con un grupo de amigas cuando, de repente, se escuchó una frase que resonó en la habitación: “Ya no quiero en mi vida hombres que no estén trabajados o en proceso de deconstrucción”. “Algunos hombres no entienden que no entienden”, agregó, refiriéndose a la discusión mediática y social sobre las violencias contra las mujeres, las marchas feministas y la desigualdad histórica.
Después de esa fuerte aseveración, comenzamos a dialogar sobre la importancia de redefinir las masculinidades, pero no logramos llegar a una conclusión contundente.
Me atrevo a decir que mi amiga no se refería sólo a los hombres-pareja, sino a los hombres que se cruzan en su vida, amistades, compañeros de trabajo y familia.
“Algunos hombres no entienden que no entienden”, esa frase me hizo recordar algunas conversaciones con compañeros, algunos autodenominados de izquierda y progresistas. Al iniciar a hablar sobre las violencias y cómo las mujeres enfrentamos mayores retos debido a la división sexual del trabajo, siempre sale a relucir el comentario “yo no soy violento”, “yo nunca le he pegado a una mujer”, “estoy a favor de las mujeres, yo tengo hermanas”.
Pese a que existen leyes en México que detallan los tipos y ámbitos de violencias, algunos hombres siguen creyendo que la violencia física es la única, sin notar que los celos excesivos, el control económico, bromas machistas, aplicar la ley del hielo a su pareja y otra infinidad de acciones denigrantes que ejercen día a día también son violencias.
El patriarcado es un sistema que oprime a mujeres y hombres (de manera distinta) es un conjunto de políticas que lacera la dignidad humana, privilegiando y aplaudiendo a los hombres que hacen uso de las violencias para ostentar el poder. La supremacía de lo masculino sobre lo femenino.
Pareciera que hemos avanzado y que hablar de masculinidades distintas/alternativas es un tema pasado de moda y que las masculinidades tóxicas son rechazadas socialmente; lastimosamente eso es muy alejado de la realidad, ante el inminente regreso de las políticas conservadoras a lo largo del mundo, pareciera que el machismo, “la familia tradicional” y otros cientos de roles de género están volviendo con más impulso.
Tendrán que romper el pacto patriarcal y hacer frente a sus congeneres ante las violencias. Actualmente existen organizaciones de la sociedad civil que acompañan a los hombres en sus procesos de deconstrucción.
Las mujeres nos hemos movilizado y generado redes de conocimiento e investigación, hemos teorizado sobre los feminismos desde diversos enfoques interseccionales. Las mujeres seguimos labrando caminos y se ha posicionado una agenda feminista y de género a lo largo del mundo.
Pero ¿qué sucede con los hombres? ¿Acaso ellos se están cuestionando sus privilegios? ¿Tienen la capacidad de reconocer sus violencias ejercidas y vívidas? Me parece que aún no es tarde para que los hombres comiencen a liberarse de la jaula del patriarcado.