Andrea Robin Skinner, hija menor de Alice Munro, premio Nobel de Literatura canadiense, denunció que su padrastro abusó sexualmente de ella cuando era niña y que su madre decidió quedarse con él aún después de saberlo.
Este caso y otros más en los que las madres, familiares o personas cercanas a la víctima deciden no denunciar las agresiones o en aparentar que simplemente no ha pasado, nos hace recordar la frase feminista de “tu silencio te hace cómplice”.
Robin Skinner relató el fin de semana pasado a un medio canadiense que cuando ella tenía nueve años, su padrastro de más de 50 años abusó sexualmente de ella, cuando Alice Munro se encontraba fuera de casa.
En la entrevista señala que su madre Alice Munro, quien falleció el pasado 13 de mayo, se enteró años después del abuso que sufrió, cuando ella se lo confesó a los 25 años, pero solo se separó un breve tiempo de él, no por el abuso sexual que había cometido sino por haberle sido infiel.
Después de esa breve separación, Munro regresó con él y se mantuvo a lado su pareja hasta la muerte de él en 2013, el mismo año que la escritora ganó el premio Nobel de Literatura. “Reaccionó exactamente como temía que haría, como si se hubiese enterado de una infidelidad”, dice la hija de Munro a The Toronto Star.
En las declaraciones de Robin Skinner argumenta que su madre siguió viviendo con su agresor porque ella le dijo que “lo quería mucho” y “que nuestra cultura misógina sería la culpable si yo esperaba que ella rechazara sus propias necesidades, se sacrificara por sus hijos y compensara por los defectos de los hombres”.
La cultura del silencio o ser cómplices del delito
Este caso nos muestra cómo la cultura del silencio perpetúa el ciclo de violencia de género porque dificulta la búsqueda de ayuda y justicia para las víctimas. A todo esto, ¿qué es la cultura del silencio?
Marilú Rasso, directora ejecutiva de Espacio Mujeres para una vida digna libre de violencia, explica a La Cadera de Eva que la cultura del silencio son las prácticas cotidianas que crean la fantasía de que si no se nombran las cosas, no existen y que van a desaparecer poco a poco.
Rasso puntualiza que la cultura del silencio tiene raíces en el miedo a ser desacreditada, a ser violentada con mayor fuerza, esto provoca que se perpetúen los privilegios de algunos grupos, por ejemplo de los varones por encima de las mujeres.
Caso Munro: el silencio de las víctimas
Marilú Rasso explica que el caso de la escritora Munro y en otros casos más, se puede ver la normalización y la justificación de muchas violencias a nombre del “amor romántico”.
“Muchos de estos casos estuvieron impunes porque se mantuvieron en silencio porque había que mantener la estabilidad en la casa porque es la pareja de tu madre porque nadie te va a creer”, puntualiza la experta.
Además en estos casos se inventa un discurso en donde se culpabiliza a las niñas o a los niños de haber sido víctimas de abuso y violencia sexual, señala Rosso.
Marilú Rasso establece que la cultura del silencio también abona a que la violencia se reproduzca “y la perpetúan porque a través del silencio se sigue ejerciendo violencia y esta se mantiene impune y cuando digo impune no solamente me refiero a la impunidad jurídica sino también a la impunidad social”.
Esto se refleja, por ejemplo, cuando una mujer está sufriendo violencia de pareja y la gente alrededor no dice nada, esas prácticas se han normalizado y se han generalizado, explica Rasso.
“Hemos visto en distintas generaciones que ese silencio permite que esa violencia se siga ejerciendo con toda la libertad. Nosotras sabemos que una de las condiciones que hace posible, por ejemplo, el feminicidio, tiene que ver con todos esos silencios que van haciendo que esta violencia escale”, puntualiza la especialista.
Por una parte, hay pactos de silencio en donde se busca invisibilizar a todas las personas que quieren rebelarse frente a las violencias o a las distintas manifestaciones de violencia machistas, “y esto también fortalece la impunidad y no tanto la impunidad jurídica como legal como la impunidad social”, señala Rasso.
El miedo, los estereotipos, los roles y mandatos que han perdurado en la cultura en la que vivimos que busca callar a las mujeres porque son ellas las que tienen que tener la estabilidad del hogar y de la familia son algunos de los motivos por los cuales existe la cultura del silencio, según Rasso.
“Son todos estos casos familiares en donde se saben se sabe del ejercicio de muchas violencias y lo que se dice es cállate no digas nada; él es tu papá, él es tu tío, él es tu primo él es el padrino hay que respetarlos tú cállate y busca la manera en la que te puedas medio resistir, medio sobrevivir, pero hay que mantener este estatus quo”, explica Rasso.
Romper con la cultura del silencio
Hablar o denunciar e incluso solo nombrar la violencia que se está atravesando no es nada fácil. Rosso, quien tiene más de 20 años de experiencia profesional en atención a mujeres en situación de violencia, explica que es importante hablar para romper con esos pactos de silencio.
El fenómeno del #MeToo es un claro ejemplo de esto, nos dice la experta. Un movimiento que surge después de que un grupo de mujeres se atrevió a alzar la voz por la violencia sexual sufrida en la industria del cine. “Juntas decidimos acuerparnos para poder hacer frente a esta violencia (...) y es cuando la frase Carol Hanisch, lo personal es político, cobran vida”.
Desde las instituciones y medios de comunicación se debe romper el silencio y poner en el centro el testimonio de la víctima. En este sentido, las políticas públicas deben estar articuladas. En México, por ejemplo, la propuesta de Ley 3 de 3 busca que en puestos públicos de poder no esté ningún deudor alimentario; ningún agresor sexual y ningún hombre que esté señalado por haber agredido o violentado a alguna mujer, explica Rosso.
“Estos son los esfuerzos, son iniciativas que buscan ir cambiando esa cultura del silencio para que dejemos de tener miedo de nombrar las cosas como tenemos que nombrarlas. Entonces poder accionar acorde a eso que está sucediendo”, concluye Rosso.