Las mujeres a lo largo de la historia han estado presentes en todos los momentos significativos y han sido fundamentales para el desarrollo de luchas. Sus contribuciones, a menudo invisibilizadas, han sido cruciales para el avance de las sociedades y la consolidación de ideales. Margarita Maza Parada es un claro ejemplo de esta presencia activa y fundamental.
Su vida, íntimamente ligada a uno de los periodos más turbulentos y definitorios de la historia de México, la revela no solo como la esposa de Benito Juárez Garcia, sino como una figura con convicciones firmes, una inteligencia aguda y una capacidad de acción notable.
Con motivo del natalicio de Benito Juárez, te contamos como la trayectoria de Margarita Maza demuestra cómo una mujer puede influir significativamente en el devenir de su nación, enfrentando desafíos personales y políticos con entereza y dedicación.
¿Quién fue Margarita Maza?
Margarita Maza Parada, nació en la ciudad de Oaxaca el 28 de marzo de 1826, fue una figura esencial en los momentos más trascendentales de la historia de México durante el siglo XIX.
Su vida, marcada por su matrimonio con el abogado zapoteco Benito Juárez a los 17 años en 1843, trascendió el ámbito familiar para convertirla en una sólida compañera y una importante colaboradora en la lucha por las ideas liberales y republicanas.
¿Cómo fue su vida con Benito Juárez?
Desde el inicio de su vida con Benito Juárez, Margarita compartió no solo el hogar sino también sus convicciones políticas. Su apoyo se hizo crucial cuando Antonio López de Santa Anna persiguió y desterró a Juárez del país, obligándolo a refugiarse en Nueva Orleans.
Mientras Juárez se encontraba en el exilio, Margarita se convirtió en el sostén de su numerosa familia –llegaron a tener doce hijos, de los cuales siete fallecieron a temprana edad–, manteniendo a sus hijos tejiendo ropa y atendiendo un expendio de pan en Etla.
Pero su labor no se limitó a esto; también se encargó de enviar información y recursos a su esposo, demostrando su compromiso inquebrantable con la causa. Su temple y determinación quedaron patentes una vez más cuando Benito Juárez asumió la Presidencia de la República.
En medio de la Guerra de Reforma, Margarita cruzó la Sierra de Oaxaca junto a sus ocho hijos para reunirse con él en Veracruz, donde había establecido la sede del gobierno.
Durante la Intervención Francesa y el establecimiento del Segundo Imperio, Margarita se puso al frente de un comité de mujeres encargado de conseguir los suministros necesarios para los hospitales del Ejército de Oriente. Su liderazgo y la participación de otras mujeres fueron fundamentales para apoyar la causa republicana.
Obligada nuevamente a separarse de su esposo, Margarita buscó asilo con sus hijos en Estados Unidos en 1864. Desde allí, mantuvo una intensa correspondencia con Juárez y desplegó una importante labor para generar apoyo de la opinión pública estadounidense a favor de la República mexicana.
Su presencia y sus gestiones lograron una importante conquista diplomática, contribuyendo a que el gobierno de los Estados Unidos no reconociera el imperio de Maximiliano. Fue recibida con honores por el presidente Andrew Johnson y el general Ulysses S. Grant, quienes vieron en ella a la digna esposa de un presidente que defendía los principios republicanos.
Su actividad diplomática fue tan relevante que la prensa estadounidense destacó continuamente su presencia en actos públicos, lo que implícitamente significaba un reconocimiento al gobierno de Juárez. Incluso advirtió a su esposo sobre posibles traiciones e intereses extranjeros en las negociaciones, mostrando una gran concepción política.
Un legado de lucha
Después dell triunfo de la República en 1867, Margarita regresó a México, siendo recibida con homenajes y aclamaciones en cada población a su paso hacia la Ciudad de México. Los cronistas de la época la describieron como un símbolo de victoria y la llamaron la “verdadera madre del pueblo”.
A pesar de la victoria, Margarita no pudo disfrutar plenamente de la paz y la compañía de su esposo, ya que en 1868 comenzó a sufrir una enfermedad que se cree era cáncer. Sin embargo, continuó activa como Primera Dama, dedicándose a labores filantrópicas y participando en temas de educación.
Incluso en sus últimos actos públicos, demostró su compromiso con causas justas, asistiendo a un mitin en conmemoración del Grito de Yara por la independencia de Cuba.
Margarita Maza Parada falleció en la Ciudad de México el 2 de enero de 1871, a los 45 años. A pesar de la polarización social y política de la época, recibió homenajes de diversos sectores, incluyendo el ejército y la sociedad en general.
Su funeral fue una manifestación del reconocimiento a su figura, con una multitud acompañando el cortejo fúnebre. Su nombre fue inscrito con letras de oro en el muro de honor de la Cámara de Diputados en 1966, un testimonio perdurable de su trascendencia en la historia de México.
Margarita Maza no solo fue la esposa de Benito Juárez; fue una mujer de gran inteligencia, iniciativa y carácter decidido. Su propia experiencia con los abusos del clero la llevó a desarrollar una sólida ideología liberal y anticlerical. Se convirtió en una consejera política para Juárez en su lucha por la tolerancia religiosa y la creación de un Estado laico.
La correspondencia entre ambos revela una relación de apoyo mutuo y respaldo ante los desafíos familiares y políticos. Su participación activa y su compromiso desinteresado la convirtieron en la primera mujer en la historia de México en aparecer como colaboradora de un presidente electo.