Muchas  hemos visto en TikTok el famoso "princess treatment" o "tratamiento de princesa". Se presenta como la forma en que una mujer desea ser tratada en una relación romántica, recibiendo atención, cuidado y gestos “caballerosos”, como recibir flores o que le abran la puerta haciendo que se sienta especial y protegida, como toda una “princesa”. 

Pero, ¿son estas ideas señales de un amor real y bonito, o una forma un poco peligrosa de volver a roles de género tradicionales y machistas? Te contamos.

En entrevista para La Cadera de Eva, Ricardo Ayllón, director de GENDES, una organización que promueve la construcción de relaciones igualitarias, señala que estas tendencias en redes sociales son un claro reflejo de la normalización del machismo y la idea del amor romántico tradicional, así como de los roles de género.

Cuando se vuelven virales, refuerzan estas miradas sociales y culturales, llegando a convertir estas ideas en "hábitos" en las relaciones de pareja. Desafortunadamente, estas tendencias se centran en relaciones heteronormativas, reproduciendo esquemas tradicionales de ser hombre y mujer.

¿Por qué es machista el princess treatment?

La narrativa del "princess treatment" se ha entrelazado con conceptos como el de "mujeres de alto valor", sugiriendo que una mujer necesita ser "muy recatada y muy consciente", tranquila, agradable y refinada. 

Su valor, según esta visión, se define por cuánto oculta sus propios pensamientos y opiniones, convirtiéndose en un "complemento pasivo y decorativo" como explica Marija Janeva, en el artículo  "The Problem With The Princess Treatment Discourse". Esto promueve la idea de que las mujeres deben ser pasivas y atendidas, en lugar de empoderadas y autónomas.

Además, perpetúa el modelo del "hombre proveedor de la familia", lo cual ignora la peligrosa realidad de la dependencia económica para las mujeres, que históricamente las ha atrapado en relaciones abusivas, privándolas de autonomía, seguridad y libertad de decisión.

Ricardo Ayllón menciona que esta idea de "conquista" está en la base de la masculinidad tradicional. El hombre es educado para ser el "conquistador", lo que implica "quitar todo a la otra persona" (en este caso, la mujer) para "colocar todo lo que el hombre quiere o necesita". 

Frases como "a la mujer no se le toca con el pétalo de una rosa" o que debe ser tratada "como princesa" o "reina" la colocan en condiciones de vulnerabilidad, generando un vínculo de "conquistador contra una persona conquistada, una persona sometida".

Además, el "princess treatment" se vincula con la popularización de términos como "energía femenina" en TikTok, la cual se asocia con el comportamiento "dócil", tranquilo, enfocado en el cuidado de la familia y de los hijos e hijas y que supuestamente surge del deseo de recibir protección y atención por parte de una tercera persona. 

Estas ideas, que relacionan ciertas actitudes y características con las identidades de las mujeres, perpetúan roles, estereotipos y estigmas de género que frenan la lucha por la equidad.

Frente a esto, vale la pena preguntarnos: ¿qué dice de nosotras que sigamos romantizando dinámicas que nos colocan en el rol de mujeres dóciles, protegidas y dependientes? ¿Cómo reconciliamos el deseo de ser cuidadas con la lucha por ser autónomas, libres y tratadas como iguales?

¿Caballerosidad en control?

El "princess treatment" comparte raíces con la caballerosidad tradicional, como te contamos en esta nota es otro concepto que, aunque muchas veces es presentado como un signo de respeto, surge directamente del machismo y la cultura patriarcal.

Jorge Zetina, también de GENDES, señala que la caballerosidad es una forma de la masculinidad tradicional de demostrar ser un "hombre de verdad" o un "buen hombre", manteniendo el "honor masculino". Acciones como abrir la puerta a una mujer, aunque parezcan inofensivas, subyacen a la idea de que la mujer "no es suficientemente fuerte o capaz o hábil para hacerlo".

Tanto el "princess treatment" distorsionado como la caballerosidad tradicional naturalizan estas acciones, haciéndolas pasar desapercibidas como si fueran "consideración", sin cuestionar su verdadera intención o si implican una expectativa de reciprocidad o superioridad.

Estas tendencias se alejan drásticamente de lo que GENDES define como una cultura del buen trato. En lugar de procurar a la otra persona desde la empatía, el diálogo y el cuidado, promueven formas de maltrato y mantienen una mirada muy tradicional de cómo vivirse como hombre y mujer.

Ricardo Ayllón enfatiza que el diálogo, el cuidado y la empatía son elementos clave para relaciones saludables, donde el bienestar y la comodidad son prioritarios. Sin embargo, estas tendencias refuerzan la cultura del maltrato, incluso asociándola con la risa o el chiste, lo que deshumaniza a la otra persona.

¿Cómo construir relaciones igualitarias?

Entonces, ¿cómo distinguimos un gesto romántico de verdad de algo que esconde machismo? La clave está en tres palabras: cuidado, diálogo y empatía.

Ricardo Ayllón explica que, el cuidado genuino significa buscar el bienestar de la otra persona, entender lo que necesita y querer lo mejor para ella, sin esperar nada a cambio. Esto es clave: si tu pareja de verdad quiere cuidarte, primero te va a preguntar qué necesitas o si realmente quieres esa ayuda. Es decir, se logra dialogando.

En resumen, no es que el romanticismo sea malo, ¡para nada! Pero es vital que cuestionemos esas tendencias que, bajo una capa de amor, lo que hacen es perpetuar el machismo y la desigualdad.

Es importante diferenciar entre un esfuerzo genuino y estos conceptos. En una relación de pareja sana recibir amor se trata de sentirte valorada, escuchada y querida de forma activa, con una pareja que te admire y cuide sin verte como frágil o inferior, reconociendo tu fuerza y eligiendo cuidarte porque te quiere, no porque lo necesites.

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