A tres décadas de la histórica Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada del 4 al 15 de septiembre en Beijing en 1995, activistas y voces de la política mexicana reflexionan sobre los avances, los pendientes y los nuevos retos para alcanzar la igualdad de género.
Aunque la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing —adoptada en 1995 por 189 gobiernos, entre ellos México— fue el plan más ambicioso a nivel global para garantizar los derechos de mujeres y niñas, las brechas aún persisten.
Con esta plataforma, los países miembros establecen sus compromisos que marcan políticas nacionales y exteriores, además de inversiones en leyes, programas e instituciones para promover la igualdad de género.
El 15 de septiembre de 1995, la Plataforma de Beijing estableció 12 áreas críticas para la acción, desde la participación política hasta la erradicación de la violencia de género y el reconocimiento del trabajo de cuidados. Hoy, estas esferas siguen siendo vigentes ante los retrocesos políticos, los cambios demográficos y las nuevas formas de violencia, como la digital, obstétrica y ácida.
Patricia Mercado: “Beijing fue una luz en mi camino”
Para Patricia Mercado, diputada federal del Movimiento Ciudadano (MC), su participación en la conferencia de Beijing fue transformadora. En ese entonces ella era directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (Gire). Recuerda la llegada de más de 17 mil mujeres con agendas sólidas en temas como salud sexual y reproductiva, participación política y economía del cuidado.
“Fue el momento de pasar de la denuncia a la propuesta. Beijing marcó un antes y un después para muchas de nosotras” (Patricia Mercado)
Patricia formó parte de la delegación oficial, representando a las organizaciones de la sociedad civil como Gire, lo que le permitió influir "desde atrás de la silla" en las reuniones gubernamentales.
Esta apertura de la Organización de las Naciones Unidas para incluir a la sociedad civil en las delegaciones oficiales marcó un "momento de apertura democrática" a nivel mundial, una inclusión de nuevas voces emergentes. Para ella, Beijing fue una "luz” en su camino que transformó su trayectoria, marcando un antes y un después en su vida como activista.
Inspirada por la necesidad de que las mujeres ocuparan espacios de toma de decisión –porque el hecho de no estar hacía que las decisiones se tomaran desde la perspectiva masculina– Patricia Mercado y otras feministas decidieron organizarse políticamente tras la conferencia de 1995.
Desde entonces, ha impulsado reformas clave como la paridad política —que comenzó con cuotas del 30 % en 1996 y culminó con paridad plena en 2013—, También colaboró con Clara Jusidman, quien era una de las delegadas de gobierno en Beijing y quien impulsó fuertemente el compromiso de contabilizar el trabajo no remunerado en el Producto Interno Bruto de los países.
Sin embargo, advierte que la crisis de los cuidados es hoy el mayor reto:
“Debe ser una responsabilidad compartida entre Estado, hombres, mujeres y sector privado. Esta es la agenda más importante para los próximos 10 o 20 años” (Patricia Mercado)
María Elena Esparza Guevara: visibilizar y reeducar
Desde Ola Violeta, su organización, María Elena Esparza subraya que la violencia de género no se limita a lo físico. Aboga por visibilizar otras formas como la violencia económica y psicológica, difíciles de detectar y denunciar.
“Muchas mujeres no saben que están siendo violentadas porque no hay golpes” (María Elena Esparza Guevara)
La Plataforma de Acción de Beijing marcó un punto de inflexión global contra la violencia de género. De acuerdo con Naciones Unidas, desde 1995, se han promulgado mil 583 leyes en 193 países —frente a solo 12 naciones con marcos legales en ese entonces—, entre ellas 354 estatutos específicos contra la violencia doméstica. Hoy, varios Estados actualizan su legislación para responder a nuevas formas de violencia, como la digital.
Desde su trinchera, María Elena Esparza propone enseñar el violentómetro, una herramienta que sirve para identificar y medir las distintas manifestaciones de violencia, desde las más sutiles hasta las más extremas, en la vida cotidiana, relaciones familiares, laborales y de pareja desde la primaria e involucrar a los hombres desde temprana edad. Su campaña Hablemos con los hombres busca justamente eso: concientizarlos y hacerlos parte de la solución.
Además, alerta sobre la creciente violencia digital, un fenómeno que no existía hace 30 años. María Elena Esparza Guevara señala que la vulnerabilidad del "cuerpo femenino digital" es un reflejo del machismo y el patriarcado que mercantiliza a la mujer en el espacio virtual, como lo demuestran los videos de contenido íntimo creados con inteligencia artificial. Aunque leyes como la Olimpia representan avances, la falta de conocimiento en comunidades vulnerables impide su aplicación efectiva.
Critica también el enfoque punitivo de muchas políticas: “No basta con más leyes. Se necesita reeducación social y resignificar los roles de género. La ley no llega a todos los rincones”.
También, alerta sobre el "retroceso de género", impulsado por líderes globales conservadores que recortan políticas de igualdad, pero también por ciertos discursos feministas que, al situar al hombre como el "enemigo número uno", generan oposición.
Su propuesta es clara, resonando con una sabiduría ancestral: "debemos asociarnos con los hombres", una recomendación que escuchó de Lu Monguela, conocida como "Mamá Beijing", en el 69 período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en Nueva York.
Yndira Sandoval: “El Estado no ha cumplido”
Para Yndira Sandoval, fundadora de Las Constituyentes MX y de la iniciativa #NingunAgresorEnElPoder, la Plataforma de Beijing sigue sin ser conocida ni aplicada en muchos niveles de gobierno. “A 30 años, algunos gobiernos ni siquiera saben qué es Beijing. La Ley 3 de 3, —una reforma constitucional en México que impide que personas con sentencias por violencia familiar, delitos sexuales, o por ser deudores alimentarios morosos, puedan ocupar cargos públicos o de elección popular—, debería estar plenamente adoptada, pero no se cumple”.
Sandoval insiste en que los 12 ejes de Beijing no deben reducirse, y que sus compromisos deben volverse vinculantes, como ocurre con otros tratados internacionales como la CEDAW. Su crítica más contundente se dirige a la falta de vinculación de los acuerdos.
"¿Por qué nadie sanciona a ningún gobierno que no cumpla los diferentes objetivos estratégicos de las 12 esferas de preocupación de Beijing? Nunca han entendido de otra manera más que cuando los obligamos. Si no se sanciona el incumplimiento, todo queda en letra muerta” (Yndira Sandoval)
Además, señala que, aunque se ha avanzado en nombrar nuevas violencias —como la vicaria o la digital—, el gran reto está en la erradicación. “No basta con tipificar. Lo importante es cómo prevenimos y erradicamos esas violencias”.
También llama a no olvidar a las niñas, a quienes define como futuras ciudadanas con derecho a una vida plena: “Las queremos libres, plenas y seguras. Que no sean solo habitantes, sino ciudadanas con derechos ejercibles”.
Finalmente, Yndira nos regala una verdad inquebrantable: el movimiento que dio vida a la plataforma "está más vivo que nunca" y las feministas siguen haciendo lo propio. La verdadera deuda, afirma, recae en las instituciones del Estado, que deben garantizar que los derechos se ejerzan plenamente.
"Para que un derecho exista, no solamente se debe promover, se debe respetar o garantizar, se debe de ejercer. Y lo que está haciendo falta de los Estados es que nos garanticen el poder ejercerlos" (Yndira Sandoval)
A 30 años de distancia, la Plataforma de Beijing sigue siendo horizonte y advertencia. Como recuerdan Mercado, Esparza y Sandoval, los derechos no se heredan ni se dan por sentados: se defienden, se financian y se garantizan con políticas efectivas.
Mientras los compromisos internacionales carezcan de sanciones y mecanismos claros de exigibilidad, la igualdad seguirá siendo una promesa frágil frente a retrocesos políticos y nuevas violencias.