“¿Pero quién te manda a abrir las piernas?”, “A ver, gordita, ábreme bien esas piernas”, “Ya deja de gritar tanto”, ¿algo de esto resuena en ti? En la intimidad de un hogar, un grupo de mujeres compartían recuerdos de sus partos y sus procesos de crianza. El escalofrío llegó cuando reconocieron que sus vivencias no habían estado libres de violencia, por el contrario, habían recibido tratos crueles, inhumanos y tan dolorosos que generaron heridas emocionales profundas.
La experiencia ya había pasado, pero este grupo de cuatro mujeres aún tenían mucho por reclamar al sistema que ha deshumanizado el parto, mutilado y cosificado la vida de neonatos a través de una de las barreras de la violencia de género más invisibles: la violencia obstétrica.
A través de un trabajo de investigación que encuadra la violencia obstétrica, fueron recogiendo múltiples testimonios y generando una primera línea de autodefensa contra esta práctica. Mercedes Llamas Palomar, Berenice Reyes Beltrán, Nadia Choreño Rodríguez y Anna González Ruiz se armaron de la experiencia y de los saberes compartidos para invitar a todas las mujeres y personas gestantes a apropiarse de sus cuerpos, de la maternidad y del proceso de gestación.
La invitación es clara: ¡levanta la voz, no te quedes callada, recobra tu poder y recibe a tu bebé en paz!
Foto: Cuartoscuro
“Eso yo también lo viví”
En el patio de una casa, la abogada Nadia Choreño Rodríguez, le preguntaba a Mercedes Llamas Palomar, "¿por qué no escribes de esto que platicamos?". Una conversación que desencadenaría la publicación de “Violencia Obstétrica”, un libro recrudecido y sobre todo, muy real.
“Yo me preguntaba, ¿por qué no hice más?, ¿cómo me pudo pasar a mí siendo abogada?”, recuerda Nadia Choreño Rodríguez en entrevista con La Cadera de Eva.
“Yo me recriminaba mucho por haberlo vivido, ni siquiera sabía que eso que había pasado era violencia obstétrica, no conocí el término en mi embarazo. Este desconocimiento provoca que las mujeres sigamos siendo abusadas, no sabemos de nuestros derechos y nadie nos dice que eso no es normal”, reconoce la abogada y coautora de la obra.
En nuestro país, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 señala que 3 de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia obstétrica, sin embargo, este dato dista de reflejar la vivencia de las mujeres, pues no todas cuentan con las herramientas suficientes para reconocerla e incluso, en los márgenes de la cultura patriarcal, la mujer ha sido condenada al sacrificio, a la opresión y al silencio. Nadia Choreño Rodríguez explica que es imposible acertar a un número real de violencia obstétrica, pues interfieren tres cuestiones:
- La cultura: en este sistema patriarcal, tenemos implantada esta creencia del sacrificio y la culpabilidad. Nos hace ser permisivas y creemos que parte de este proceso es vivir experiencias negativas, preferimos no decir nada y sólo pensar: “mientras mi hijx esté bien, yo estoy bien”.
- Es una violencia institucionalizada: la violencia obstétrica existe porque se ha instaurado con parte de los protocolos de atención en los hospitales. El parto y las atenciones se han deshumanizado, tienes que entrar de tal o cual manera. Te dicen que tienes que recibir anestesia obligada a tantos centímetros de dilatación y tú piensas que así debe de ser porque es como lo dice el hospital, pero no es así, no es así para todas. Además, existen prácticas sumamente violentas que se han replicado generacionalmente, por ejemplo, cuando un médico enseña al alumnado que hay que hacer tactos vaginales a una mujer en proceso de parto.
- Falta de recursos y estructuras deficientes: a nivel público, hay muchas transversalidades que abonan a esta violencia, hay falta de recursos, de habitaciones, de personal, hay personal médico con jornadas extenuantes, cesáreas mecanizadas y corrupción en las instituciones.
Foto: Cuartoscuro
¿Entonces toda la responsabilidad es culpa de las y los doctores? La respuesta es no. La violencia obstétrica, como cualquier otro fenómeno tiene causas sistémicas y es imposible señalar a una persona como única responsable, por el contrario, el libro busca ser una invitación a todas y a todos, porque si estas conductas han sido aprendidas, entonces, es momento de desaprenderlas.
“En esta violencia compaginan muchos aspectos más allá de la voluntad del sector salud, pienso en mí, que recibí información exterior que me hizo replantearme procesos que ya tuve. El feminismo fue lo que me abrió los ojos y de eso se trata, que al momento en que alguien lo lea pueda cuestionar y decir: ¿qué puedo hacer para comenzar a cambiar?” (Nadia Choreño).
¿Dónde denunciar la violencia obstétrica?
Si fuiste atendida en el Instituto Mexicano del Seguro Social, tienes la posibilidad de levantar una queja administrativa al número 800 623 2323 o bien, en la siguiente liga dando click aquí.
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, llama al (55) 56 81 81 25 o al 800 715 2000, puedes acudir a sus oficinas en Ciudad de México de manera presencial o bien, llenar su formulario dando click aquí. *No necesitas abogado
¿Y qué hacer si fue en un hospital privado? Acércate a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED), llama al siguiente número: 01 55 54 20 7000. Si vives en la Ciudad de México, puedes acudir presencialmente a Mitla 250, en la colonia Vértiz Narvarte o bien, ingresa a su sitio oficial dando click aquí.
Autodefensa feminista preventiva
La primera herramienta de información que puedes encontrar de manera gratuita es el semáforo de violencia obstétrica realizado por el Gobierno del Estado de Hidalgo. En esta infografía se abordan prácticas como la infantilización a través de sobrenombres como “mamita” o “madrecita”, el rasurado de la vulva, la desinformación, forzar a firmar papeles, la toma de decisiones del personal médico sobre la planeación familiar de la mujer (instigar para que ya no tenga hijxs) y demás prácticas. A continuación, te dejamos la información completa:
Foto: Gobierno del Estado de Hidalgo
Llénate de toda la información posible, investiga y lo más importante, siempre cuestiona; cuestiona al personal médico de sus prácticas, pregúntale qué maniobras utiliza, si realiza tactos vaginales, rasurado, enemas y cuál es su récord de partos mensuales.
- Observa de cerca el comportamiento de quien te atiende, ¿cómo responde a estos cuestionamientos?, si su respuesta es negativa, si intenta humillar desde su posición como especialista, si su tono se vuelve agresivo o simplemente no toma en serio tus preguntas. Si es así, es momento de exigir un cambio de médica o médico.
- Durante tus revisiones, pregunta cuál es el protocolo del hospital tras el parto, ¿tiene una política de separar al bebé de su madre tras el nacimiento -sin complicación alguna-? De ser así, es recomendable cambiar de hospital, pues el libro hace especial hincapié en lo necesario que es el poder compartir con el bebé en sus primeras horas de vida.
- En tus citas a pediatría, observa qué otras personas asisten, acércate con ellas, pregúntales su experiencia con el médico o médica, y si detectas alguna práctica violenta es momento de replantear si estás en el lugar correcto.
- Ten a la mano las siguientes instituciones y asociaciones, te serán de ayuda en el acompañamiento profesional, resolverán tus dudas y pueden convertirse en tus mejores aliadas.
- Haz comunidad, rodéate de mujeres, de tus amigas, de tu madre, hermanas, amigas e incluso, vecinas. Convierte tu parto, tu vivencia y tu maternidad en un acto público; no permitas que el sistema perpetúe la creencia de que debes permanecer en lo privado y sola. Levanta la voz, habla de lo que sientes, conoce las experiencias de otras mujeres cercanas a ti, toca las puertas de tus vecinas y comienza a tejer una red de mujeres que te serán sostén indispensable.
¿Volver la gestación en algo público? Sí
Por eso, a continuación, las autoras del libro nos explican lo poderoso que es volver a los cuidados comunitarios y a los saberes compartidos.
“Para cambiar al mundo primero hay que cambiar la forma de nacer” (Michele Odent, obstetra y defensor del parto fisiológico, es decir, con mínima intervención externa)
El poder de criar en tribu y cuidar(nos)
La lucha contra la violencia obstétrica y por la apropiación de los cuerpos que maternan no es sencilla, sin embargo, una de las armas más poderosas que se poseen es convertir este proceso en un tema público, algo que Mercedes Llamas Palomar acota como la crianza en tribu.
“Hemos olvidado criar en tribu, es que, cada quien está en su tema, estás en tu casa y ahí te encierras. Hay que tocar la puerta de tu vecina, hablarlo con amigas, con tu madre, hermanas, hay que platicar nuestros problemas entre nosotras, porque en la medicina priman los hombres, y al final no tienen la visión de la mujer y esto no quiere decir que hagan bien o mal su trabajo”.
Mercedes Llamas Palomar reconoce el gran trabajo del área médica y de la voluntad del personal de salud que cuestiona las prácticas violentas, sin embargo, hace falta una sinergia importante: la unión con el saber milenario. Para la autora, esta unión podría representar una de las revoluciones más grandes en la manera en que se concibe la gestación; los saberes de las doulas, las parteras y las ancestras, son un necesario para erradicar la ginopia del sector médico.
Foto: Cuartoscuro
Consecuentemente, la coautora y abogada Nadia Choreño Rodríguez continúa sobre esta línea señalando que es momento de rebelarse contra esa opresión patriarcal que ha orillado a la mujer a aislarse, a sufrir en secreto e incluso, ha excluido a los hombres de la crianza: “Hablar de violencia obstétrica, de maternidad y de la familia debe ser público, ¿por qué?, porque no estamos haciendo cualquier cosa, estamos dando vida.”
Es así que, una de las piezas transformadoras para encarar a este tipo de violencias radica en la misma alianza femenina y el cuestionamiento, ¿alguna vez le has preguntado a tu madre o abuela cómo vivió su parto?, ¿cómo se sintieron y en dónde encontraron refugio? Todos estos ejercicios de diálogo y de tejer cuidados con tu red de amigas, compañeras, familiares y vecinas se convierten en el vehículo para comenzar a transformar la realidad en un país en el que 45% de las personas son sometidas a cesáreas, según la Secretaría de Salud (35% más que la tasa recomendada por la Organización Mundial de la Salud) y donde sólo una conversación con las mujeres que maternan puede revelar la cantidad de abusos, heridas y violencias que vivieron, explica Nadia Choreño Rodríguez, y apunta a que un mínimo de 8 de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia obstétrica en nuestro país.
“No hay soluciones personales en este momento. Solo hay acción colectiva para una solución colectiva” (Carol Hanisch)
Foto: Cuartoscuroc
*Con información del libro “Violencia Obstétrica”, escrito por Mercedes Llamas Palomar, Nadia Choreño Rodríguez, Berenice Reyes Beltrán y Anna González Ruiz. Disponible en digital o en librerías.