Después de nueve años y cuatro meses de injusticia, el pasado 16 de abril los muros del Centro de Reinserción Social Femenil de Apizaco, Tlaxcala, finalmente liberaron a Keren Selsy Ordoñez Hernández, privada de su libertad por un delito que no cometió.

Ese día, como tantos otros, Keren, de 28 años, estaba haciendo sus labores dentro del penal cuando la llamaron a los locutorios. Al abrir la puerta, la esperaba la notificadora del Tribunal Superior de Justicia y aunque intuyó que traía noticias sobre su apelación, jamás imaginó que serían las palabras que había esperado durante años: había sido absuelta.

"Fue un momento donde me quedé en shock. Lo único que pude hacer es llorar, pero llorar de emoción, de alegría", cuenta Keren en entrevista para La Cadera de Eva.

Para Keren, poder abrazar a su hija y a sus padres fueron los momentos más felices tras su liberación. Durante sus años en prisión, su familia fue su mayor fortaleza, especialmente la lucha de su madre, Ciria Hernández, por ser escuchada, y su hija fue su motor. El apoyo del Centro Prodh también fue fundamental, considerándolos como "los ángeles" que la regresaron a casa.

Cronología del caso

La pesadilla de Keren inició el 11 de diciembre de 2015. Aquel día, con su bebé de apenas un mes de vida en brazos, fue detenida sin orden de aprehensión por hombres armados vestidos de civil, presuntamente vinculados a la Procuraduría de Tlaxcala y la extinta Policía Federal, a escasas calles de su hogar en Xalapa, Veracruz.

La noche de su captura, Keren se dirigía a un encuentro con su expareja, quien la había citado para entregarle la manutención de su hija. La escena tomó un giro siniestro cuando, mientras esperaba, los mismos sujetos armados arrestaron a su expareja y a otra persona, liberando a una mujer que se encontraba secuestrada en el domicilio.

Para Keren, lo peor estaba por venir: le arrebataron a su bebé, la subieron a una patrulla donde fue golpeada, asfixiada y amenazada con dañar o desaparecer a su hija si no firmaba una declaración fabricada.

"Me decían que si yo no firmaba iban a matar a mi hija. Cuando me la enseñaban, le ponían la pistola en la cabeza", recuerda Keren con la voz aún temblorosa.

En ese documento, se le obligaba a reconocer su participación en el secuestro y a afirmar que realizaba labores de cuidado en el lugar donde estaba la víctima, quien nunca testificó en su contra.

La tortura no cesó tras su detención. Más de diez horas después, Keren y su bebé fueron trasladadas a la Procuraduría General de Justicia de Tlaxcala, donde las amenazas continuaron hasta que la obligaron a firmar varias hojas sin permitirle leer su contenido. Finalmente, fue recluida en el penal de Apizaco, lejos de su familia en Xalapa.

La angustia se multiplicó cuando su madre, Ciria Hernández, buscó desesperadamente a su nieta durante 14 días, encontrándola finalmente en el DIF de Tlaxcala, a punto de ser dada en adopción sin que se hubiera notificado a la familia.

El caso de Keren, tal como lo señala el Diagnóstico Nacional sobre Tortura Sexual, elaborado por la Secretaría de Gobernación, es representativo de la violencia que sufren muchas mujeres privadas de su libertad en México: siete de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia en alguna etapa de su proceso legal. Más del 70% son amenazadas y el 64.4% experimentan violencia durante su detención y traslado.

Imagen

Foto: Centro Prodh

Irregularidades en el caso

El caso de Keren estuvo marcado por numerosas irregularidades. Aunque su expareja, padre de su hija, también fue detenido y procesado por el mismo secuestro, él recuperó su libertad en 2019 tras cumplir una condena de cinco años por ser menor de edad al momento de la detención, a pesar de existir pruebas que lo implicaban en el secuestro junto a otras cinco personas.

En contraste, en 2019, el Juzgado Penal del Distrito Judicial de Sánchez Piedras dictó una sentencia condenatoria contra Keren a 50 años de prisión, pese a la falta de pruebas en su contra, las irregularidades en su detención, la ausencia de perspectiva de género en su juicio y el no tomar en cuenta los actos de tortura y las violaciones a sus derechos humanos que sufrió.

En 2020, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) asumió su defensa e impugnó la sentencia, logrando que en 2021 un Tribunal Colegiado concediera un amparo a Keren al considerar que se habían violentado sus derechos procesales, ordenando reponer el procedimiento hasta la etapa de instrucción.

Sin embargo, en la audiencia de derecho del 27 de septiembre, la Fiscalía de Tlaxcala insistió en solicitar la pena máxima de 90 años de cárcel, asignándole el “grado máximo de temibilidad”, y el 11 de noviembre de 2024 su sentencia de 50 años fue ratificada. Finalmente, tras una ardua batalla legal, se logró su liberación.

Recuperando el tiempo

Ahora Keren exige justicia por las numerosas injusticias cometidas en su contra, contra su hija y su familia. Su abogado, Neftaly Pérez, del Centro Prodh, menciona que existen dos investigaciones abiertas abiertas por las graves violaciones a los derechos humanos que Keren sufrió:  una iniciada en 2017 en la Fiscalía General del Estado de Tlaxcala por tortura, y otra por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CDNH) desde 2022.

Aunque, el abogado reconoce que la lucha será constante y costará mucho pues la liberación de Keren no implica automáticamente una reparación del daño, ya que en México no existe una figura jurídica clara para el error judicial, además recuerda que el delito de tortura no prescribe y que tanto la Fiscalía de Tlaxcala como la CNDH deben investigar el caso.

Edith Méndez, del colectivo Mujer y Utopía en Tlaxcala, señala que el caso de Keren no es único, pues en el estado muchas mujeres enfrentan delitos fabricados o son juzgadas sin debido proceso bajo los estándares de derechos humanos y perspectiva de género.

A pesar de haber recuperado su libertad, Keren deja claro que su lucha no ha terminado. Ahora, su voz se alzará por todas aquellas mujeres que aún permanecen injustamente tras las rejas en Tlaxcala, algunas incluso por más tiempo que ella, y por quienes han sido criminalizadas por la culpa de hombres o por defender sus propias vidas.

"Así como yo, hay muchas que simplemente se nos juzga, se nos señala porque somos mujeres, porque no ha habido perspectiva de género. Y es lo que seguimos peleando, porque hoy alcancé mi libertad, pero muchas aún no y la lucha debe de seguir, debe de continuar. Así es que yo no dejaré la voz porque no solo hablo por mí, hablo también por ellas" (Keren Ordoñez.)