Las mujeres han sido, históricamente, el pilar invisible de la sociedad. No sólo son responsables de la crianza y educación de los hijos, sino que también desempeñan un papel esencial en la economía, la política y las estructuras familiares.
A pesar de este panorama, que incluye tareas laborales y domésticas, muchas veces no remuneradas, las mujeres siguen enfrentando barreras políticas, sociales y económicas que limitan su desarrollo pleno.
En este contexto, donde las mujeres generalmente perciben un salario inferior al de los hombres por trabajo de igual valor y tienen baja probabilidad de cobrar una pensión, surge un concepto que ha ganado mucha relevancia: el salario emocional.
¿Qué es el salario emocional?
El salario emocional se define como el conjunto de beneficios y recompensas no monetarias que una persona empleada recibe de su organización. Son aspectos que van más allá del sueldo económico y que buscan motivar a las y los trabajadores a permanecer en la empresa, brindándole mayor satisfacción y fortaleciendo su compromiso.
Elementos como la flexibilidad laboral, la conciliación vida personal y profesional, las oportunidades de desarrollo, el reconocimiento y un buen clima laboral son parte de este salario no económico.
En México, una de cada tres mujeres que se identifican como madres también asumen el rol de jefas de hogar. Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), en el cuarto trimestre de 2023, esto representaba aproximadamente 11.5 millones de mujeres. Alrededor del 30% de los hogares en México están encabezados por mujeres, lo que destaca la importancia de su papel en la economía y la dinámica familiar.
Para estas madres, la flexibilidad y el apoyo son fundamentales para equilibrar sus múltiples responsabilidades. Algunos de los beneficios que pueden ser de vital importancia incluyen:
- Flexibilidad de horario: permite a las madres ajustar su trabajo a las necesidades de sus hijos y hogar.
- Home office: ofrece la oportunidad de trabajar desde casa, reduciendo el tiempo y el estrés de los desplazamientos.
- Apoyo para el cuidado infantil: guarderías o subsidios pueden ser una gran ayuda para las madres que trabajan.
- Tiempo para atender situaciones personales: permite a las madres cuidar de sí mismas y atender sus propias necesidades.
Sentirse valorada y reconocida, tener un ambiente de trabajo saludable y sin exceso de presión, y contar con oportunidades de desarrollo profesional son factores que contribuyen a su bienestar, motivación y decisión de permanecer en una empresa.
El salario emocional, al mejorar el clima laboral y la satisfacción, puede aumentar la productividad, la eficiencia y la retención de personal. También mejora la imagen de la empresa como empleadora. Las organizaciones que genuinamente apoyan a sus empleadas, especialmente a las mujeres que dedican la mayoría de sus horas a actividades laborales y familiares, verán un impacto positivo.
El riesgo del "falso consuelo"
Sin embargo, es crucial analizar el contexto completo. Las mujeres reciben consistentemente salarios inferiores a los hombres por trabajo de igual valor. Dedican un porcentaje significativo de su tiempo a labores domésticas y de cuidado no remuneradas. Se enfrentan a una baja probabilidad de obtener una pensión adecuada. La cultura tradicional a menudo impone obstáculos en diversos aspectos.
En su artículo “El salario emocional de la mujer”, Analí Estrella Aguiar Ibarra explica que en este panorama de desigualdad económica y sobrecarga de trabajo no remunerado, el concepto de salario emocional, si bien valioso, puede convertirse en un "falso consuelo" si no se complementa con condiciones económicas justas y políticas de apoyo estructural sólidas.
No reemplaza un salario digno: aunque el salario emocional puede compensar en cierta medida un salario bajo al ofrecer beneficios intangibles, no puede ser el único factor que promueva la satisfacción y retención.
El dinero sigue siendo un gran satisfactor, y la desigualdad salarial global que afecta a las mujeres es un problema real y persistente. Ofrecer solo bienestar emocional sin una compensación económica justa por el trabajo realizado no aborda la raíz de la disparidad.
Algunos "beneficios" deberían ser derechos: existe debate incluso sobre qué constituye verdaderamente el salario emocional. Beneficios como el seguro médico o los subsidios para guarderías, a menudo incluidos en la lista de salario emocional, son para muchas mujeres necesidades básicas para poder trabajar y cuidar de su familia.
Considerarlos solo como un "extra emocional" puede enmascarar la necesidad fundamental de acceso a atención médica y cuidado infantil asequible y de calidad, que deberían ser respaldados por políticas públicas y empresariales más allá de ser una mera "recompensa".
La necesidad de políticas estructurales: aún faltan políticas firmes como licencias de maternidad remuneradas, guarderías accesibles y de calidad, y redes de apoyo social y financiero para la carga relacionada con los hijos e hijas. Invertir en servicios públicos como salud y educación también crea empleos decentes, de acuerdo con Mónica Corona, directora de Inclusión y Desarrollo Sostenible en Ethos, Innovación en Políticas Públicas.
El salario emocional es un añadido valioso a la experiencia laboral, pero no excusa la necesidad de implementar estas condiciones necesarias para un trabajo digno para las mujeres.
Hacia un equilibrio real
Para las mujeres, el salario emocional es un componente bienvenido y necesario para lograr un equilibrio entre su vida laboral, personal y familiar, especialmente dada la doble (o triple) carga que a menudo llevan. La flexibilidad, el apoyo y el reconocimiento son fundamentales para su bienestar y permanencia.
Sin embargo, las organizaciones y la sociedad no deben usar el "salario emocional" como una excusa para mantener la brecha salarial, la falta de oportunidades de promoción o la ausencia de políticas de apoyo concretas.
El verdadero apoyo a las mujeres trabajadoras implica tanto el reconocimiento de su valor a través de beneficios no monetarios como la garantía de una compensación económica justa y un entorno laboral y social que elimine las barreras que tradicionalmente han enfrentado.