¿Alguna vez te ha pasado que abres tu aplicación bancaria después de un pequeño "gustito" y de repente piensas: “¡Creí que tenía más dinero!”? No eres la única, muchas hemos tenido ese golpe de realidad que tiene nombre “dismorfia financiera”.
En entrevista para La Cadera de Eva, el profesor Germán Palafox, de la Facultad de Psicología de la UNAM explica que, aunque el término "dismorfia financiera" es relativamente nuevo y quizás un poco "descuidado" en su uso, busca captar la atención sobre un problema real. Básicamente, es una distorsión en cómo valoramos nuestros recursos.
La dismorfia financiera es una percepción distorsionada de tu situación económica real. Piensas que tienes más dinero del que realmente posees, o, por el contrario, que tienes mucho menos de lo que es cierto. Imagina que es como la dismorfia corporal, donde una persona percibe defectos en su apariencia que son mínimos o no existen. Pues en las finanzas, sucede algo similar.
El profesor Germán Palafox señala que las distorsiones perceptuales o de valoración sobre el dinero serán diferentes según los niveles socioeconómicos. Para personas con alto poder adquisitivo, una gran cuenta bancaria suele ser insuficiente, lo que se considera una distorsión.
Por ejemplo, mil pesos para una persona con un millón de pesos no significa nada, pero para alguien con cien pesos, es una cantidad muy importante. Esto ilustra cómo la misma cantidad objetiva se valora diferente según el contexto económico personal.
Esto también muestra que, la desigualdad económica no solo determina el punto de partida financiero de una persona, sino que también moldea sus percepciones, sus comparaciones sociales y sus expectativas, todo lo cual contribuye a la distorsión en la valoración de los recursos que caracteriza a la dismorfia financiera.
¿A quién afecta la dismorfia financiera?
El profesor Germán Palafox señala que, aunque esta distorsión puede afectar a cualquier persona, es más notable en generaciones jóvenes (Z, Alpha y parte de los Millennials). ¿La razón? Los y las jóvenes estamos expuestas a muchísima información que genera deseos de consumo que no siempre van de la mano con nuestra capacidad de compra.
Las redes sociales juegan un papel enorme aquí. Nos bombardean con imágenes de estilos de vida glamorosos y nos generan presión por "estar a la par". Vemos "riquezas" en pantalla, pero no sabemos los niveles de endeudamiento que hay detrás. Esa constante comparación social, ya sea con famosos o con tu vecina, puede llevarte a la frustración y el desánimo.
Y, si hablamos de nosotras, las mujeres, la situación es aún más compleja. La Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (ENSAFI) 2023 en México reveló que un gran porcentaje de mujeres experimentamos ansiedad, tristeza, frustración e irritación debido a nuestra situación financiera, en mayor medida que los hombres. Además, ¡el 60.5% de nosotras sentimos que estamos asegurando poco o nada nuestro futuro financiero!.
Esto no es casualidad. Estamos lidiando con realidades como:
- La feminización de la pobreza, donde el índice de pobreza es mayor para nosotras.
- Una desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, lo que limita nuestra participación plena en el mercado laboral.
- Mayores tasas de desempleo y, por ende, falta de ingresos propios, lo que nos hace más dependientes.
El profesor German Palafox explica que, los problemas con el dinero son una de las principales fuentes de estrés para las personas. Si este estrés financiero se vuelve crónico, puede generar un malestar psicológico cada vez más profundo.
¿Por qué las y los jóvenes no cuidan sus finanzas?
La falta de ahorro y el endeudamiento en la población joven se debe, en parte, a una concepción completamente distinta del dinero. Mientras que generaciones anteriores, como muchos Millennials que ya han formado una familia, suelen destinar sus ingresos a sus hijos e hijas o a los gastos del hogar, las generaciones Z y Alpha —o quienes simplemente no tienen dependientes— suelen utilizar una gran parte de su dinero en sí mismos.
Esta búsqueda de satisfacción inmediata se ve alimentada por los famosos "gastos hormiga". Son esas compras improvisadas y aparentemente inofensivas que hacemos en nuestra rutina diaria, sin una planeación consciente, y que pueden afectar seriamente nuestra capacidad de ahorro y llevarnos al endeudamiento.
Si sumamos esto al contexto mexicano donde la inflación ha provocado que el peso pierda poder adquisitivo con el paso de los años haciendo que lo que comprabas con cinco pesos en los años 90, hoy no alcanza ni para la mitad de un producto similar y que el salario mínimo general diario en México es de $278.80 pesos, de acuerdo con la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI), la percepción de que "el dinero alcanza para menos cosas" no es tan irreal.
¿Cómo sanamos nuestra relación con el dinero?
No se trata solo de números; nuestras finanzas están ligadas a nuestras emociones y comportamientos. Para sanar la relación con el dinero y desarrollar una mentalidad más saludable hacia nuestra economía, el profesor Germán Palafox recomienda lo siguiente:
Manejar las comparaciones sociales: si las metas fijadas son demasiado ambiciosas e inalcanzables, pueden generar frustración y malestar psicológico, por lo que es crucial evitar las comparaciones superficiales sin considerar el tiempo, esfuerzo, dedicación, o incluso la suerte o actividades que puedan haber contribuido a esa riqueza.
Desarrollar una "mentalidad de cambio”: dejar atrás la idea de que nuestras capacidades y habilidades son fijas. En su lugar, sugiere adoptar una mentalidad de que se puede aprender, mejorar y encontrar formas creativas de generar ingresos.
Establecer metas realistas: no basta con tener deseos; los objetivos deben detonar acciones y tener un horizonte temporal adecuado para ser alcanzables.
Buscar el balance entre ingresos y gastos: si los ingresos no alcanzan, es necesario encontrar un balance ya sea ganando más o gastando menos. Si este balance no se logra, se genera estrés financiero que a su vez provoca estrés biológico, físico y mental, el cual debe ser atendido.