Uno de los discursos de odio más utilizados en contra de algunos grupos -especialmente comunidad LGBTTTIQ+ y mujeres- es apelar a la biología, ¿esto qué quiere decir?, por ejemplo, cuando se acota que existe sólo tipo de orden natural, en este caso, hombres y mujeres heteronormadas. Todo aquello que escape de la biología dicotómica hombre o mujer es considerado en contra de los principios de la humanidad, en palabras cortas las personas sólo están determinadas por la biología de su ADN.
Este argumento del reduccionismo biológico (popularmente conocido como biologismo) rechaza que la humanidad está determinada por otros marcos, por ejemplo, lo filial, las ideologías, las creencias, lo social, la historia y la cultura. Este discurso se vuelve uno de los vehículos promotores de odio más importantes y de aquí deviene la importancia de dimensionar los mitos de la llamada “biología del odio”. A continuación, una serie de claves explicativas que te serán útiles en el entendimiento de este postura y los riesgos que implica.
Biologismo: el discurso homofóbico
Uno de los usos más frecuentes de este argumento es cuando se disfraza de homofobia, por ejemplo, cuando se cree que cuando un varón nace, éste ya tiene consigo todos los valores y roles “naturales” de lo que implica serlo, por ejemplo: la heteronormatividad, la virilidad y el papel de proveedor.
Entonces, cuando un hombre va en contra de estos valores heteropatriarcales, el biologismo sostiene que todo se trata de un “desvío” elegido de esa persona, por lo que la homosexualidad es considerada un padecimiento que bien puede ser curado con prácticas violentas que vulneran los derechos de millones de personas en todo el mundo.
“El fetiche del biologicismo” escrito por Juan Manuel Zeballos de la Universidad Nacional de Córdoba señala que este reduccionismo implica que existen personas estigmatizadas y otras quienes estigmatizan desde una posición donde se constituyen como los ideales referentes. De manera puntual, las personas continúan siendo categorizadas entre aquellas “natural y políticamente correctas” y quienes van en contra de este modelo. Se trata de una idea violenta que atenta contra la diversidad y la multiculturalidad de la humanidad misma.
Algo interesantísimo sobre el biologismo es que, por increíble que resulte, comparte cabida con algunos feminismos, por ejemplo, el feminismo transexcluyente. Si te interesa esto, lee nuestro artículo “¿Por qué la expresión “contra el borrado de las mujeres” es discriminatoria?”
Sexismo disfrazado de biología
Desde la antigua Grecia, el reduccionismo ha estado presente con la finalidad de categorizar a las personas y atarla a una única condicionante: su genitalidad. Aristóteles afirmaba que, desde el nacimiento, las mujeres poseían un intelecto inferior al del varón, pues este último tenía la facultad de convertirse en un ser superior y sabio, algo que resultaba imposible para la mente femenina.
¿Te resulta muy lejano este discurso? La realidad es que, aunque podría parecer que las personas han avanzado en este sentido, podemos encontrar que este discurso sexista se replica hasta la fecha y perpetúa relaciones de poder.
Por ejemplo, cuando se señala que el hombre merece mejores salarios por su inteligencia, se justifica la baja participación de mujeres en puestos jerárquicos o cuando se considera que el hombre tiene mayor facilidad para desempeñarse en las ciencias exactas.
Otra cosa que debes saber del biologismo -o de la creencia que existen cualidades pautadas por el sexo- es que se ha encargado de patologizar el cuerpo de las mujeres, ¿y esto qué quiere decir? De acuerdo con “Medicalization of disease in women. A critical appraisal” escrito por Carmen Del Río Pedraza, históricamente las mujeres han sido asociadas a la enfermedad y padecimientos mentales; el cuerpo feminizado ha sido reducido a su supuesta biología, esto ha reproducido conductas violentas en contra de ellas y perpetuado la desigualdad.
Esta creencia se ha perpetuado desde hace siglos, por ejemplo, cuando Hipocrátes señaló que las mujeres nacían “locas” debido a su anatomía y a la existencia del útero. O bien, cuando hablamos de la “histeria” reconocida como una enfermedad nata de las mujeres durante la Edad Media. La lista de autores que han reducido a las mujeres a su sexo es larga y el hilo conductor es el mismo: la mujer es sólo un objeto pero no un sujeto.
A todo esto hay que añadir, además, las connotaciones morales en cuanto a lo que se espera del comportamiento “natural” (biológico) de las mujeres: la exigencia de que sean madres, heteronormativas, dóciles y esposas, convirtiendo todo deseo o iniciativa personal en algo obsceno y condenable, sostiene Sara Velasco Arias en Recomendaciones para la práctica clínica con enfoque de género
En pocas palabras…
El biologismo entiende que a las personas como simples caracteres determinados por sus genes (femenino / masculino); reniega, ignora y minimiza las experiencias únicas de las personas, el contexto histórico, social, cultural e incluso temporal.
¿Entonces es absurdo creer que existen diferencias biológicas?, la obra “Anthropological reductionisms and complexity anthropology” sostiene que esa no es la causa última de anteponerse al biologismo, de hecho, se reconocen las diferencias naturales y anatómicas, pues todos los factores en el desarrollo de una persona pueden combinarse y coexistir pero también, es necesario que sean entendidos de manera separada. Es importante erradicar la idea de que el sexo es un absoluto y único vehículo determinante en nuestra vida.