Ciento treinta y un años. Ese es el tiempo que tardará el mundo en ver una sociedad igualitaria; en otras palabras, las recién nacidas de hoy morirán antes de poder competir en igualdad de oportunidades y recibir por sus logros el mismo reconocimiento que sus colegas varones.

El dato, desolador, es del Informe Global sobre la Brecha de Género 2023 publicado en junio por el Foro Económico Mundial (FEM) y la proyección depende de que se mantengan los niveles de progreso actuales, ya mermados por la pandemia. En este año, los países con mayor igualdad de género son:

  • Islandia
  • Noruega
  • Finlandia
  • Nueva Zelandia
  • Suecia

México se ubica en la posición 33 de 146 países analizados, perdiendo dos posiciones con respecto a 2022; nuestro mejor resultado ha sido en 2020, en el lugar 25.

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¿Qué se toma en cuenta para medir el índice de paridad de género, según el FEM?

En pocas palabras, la participación y oportunidades económicas, los logros educativos, la salud y la supervivencia, y el empoderamiento político en cada país. La disparidad en el ámbito político es una de las más marcadas, basta contar cuántas mujeres ejercen gobierno. De acuerdo con la ONU Mujeres, en 2023 solo 31 países tienen mujeres Jefas de Estado y/o de Gobierno; los datos del estudio Mujeres en la política: 2023 revelan que ellas solo representan el 22.8% de los integrantes de gabinetes de los gobiernos globales, y que las mujeres dirigen, mayormente, carteras de Derechos Humanos, igualdad de género y protección social, mientras que los hombres dominan áreas como la defensa y economía

Aunque se ha ido ganando terreno gracias a los esfuerzos convergentes de organizaciones de la sociedad civil, colectivas, medios masivos y los propios gobiernos hacen por la paridad política, los datos muestran que las mujeres están infrarrepresentadas en todos los niveles de la toma de decisiones en el mundo.

Pero no todo es política, la disparidad de género también se observa en el ámbito laboral, en el que las brechas persisten no solo en cargos de alta dirección, sino en la definición salarial desigual por el mismo trabajo y la prevalencia de trabajo de cuidado no remunerado. O en el ámbito educativo, donde según estadísticas de la UNESCO, de las alrededor de 861 millones de personas analfabetas en el mundo, dos terceras partes son niñas y mujeres. 

Los esfuerzos para cerrar las brechas de género se apalancan de acciones afirmativas que todavía hoy son juzgadas mediática y socialmente como actos de caballerosidad, concesiones injustas para los hombres —¡sí, hay quienes dicen esto!— o regalos. El problema es profundo y requiere una deconstrucción de los roles de género para normalizar tanto la competencia como saldar la deuda histórica que existe con la participación de las mujeres en todos los espacios de la vida pública.

 ¿Nos vamos a esperar a 2154?