Si buscamos el nombre de la española Paula Leitón en Google los primeros resultados no mostrarán su triunfo en los Juegos Olímpicos de París 2024 como campeona mundial de Waterpolo. O que se convirtió en la primera mujer en conquistar una medalla de oro en esta categoría para su país. Las primeras noticias que aparecen están relacionadas con los ataques gordofóbicos que recibió en las redes sociales tras su éxito. Comentarios que no replicaremos en esta columna para no abonar al discurso gordomisógino.
“Sé cómo es mi cuerpo y lo quiero muchísimo. Lo trabajo para un deporte que es mi vida. Me dan absolutamente igual los comentarios. Acabo de ganar un oro olímpico, que es el sueño que tenía desde que era una enana”, dijo ella como respuesta a los cientos de comentarios que recibió sobre su cuerpo.
Da igual si en el deporte las mujeres se coronan como campeonas o logran hitos, pareciera que eso nunca será suficiente para las normativas patriarcales, que nunca se dejará de hablar de sus cuerpos. Paula Leitón no es la única, Alexa Moreno, Fran Kirby, Kate Shortman e Isabele Thorpe son algunas de una larga lista que sigue y sigue ampliándose en cada olimpiada, de mujeres cuyos logros atléticos se ven aparentemente opacados por las opiniones sobre sus cuerpos.
Paula ha logrado dejar un poderoso mensaje contra la cultura gordofóbica: “Es super importante quererse a una misma y saber la diversidad de cuerpos que hay en este planeta. Que es lo bueno, que cada uno sea como es, que sea diferente".
En estos Juegos Olímpicos a la par de que muchas atletas mostraron su activismo en favor de la lactancia, la maternidad y la menstruación en el deporte, otras como Paula Leitón o la feminista Barbara Butch también recibieron ataques por sus cuerpos. En el caso de Butch, la DJ francesa y lesbiana que participó en la inauguración de los Juegos, también fue víctima del ciberacoso en redes sociales debido a su físico y activismo.
Hace unos años documentábamos que la gordofobia no es un problema que únicamente afecte a nivel personal, sino parte de un sistema patriarcal y capitalista que pone la cultura de la delgadez como el canon de lo que todas deberían ser. Un sistema que invisibiliza que habitar un cuerpo gordo o grande implica tener que atravesar situaciones de violencia y discriminación desde la niñez, sufrir violencia estética, la presión de los estigmas sociales y una cultura de dieta opresiva e insana.
Como sucede en el deporte, en las vidas comunes de las personas comunes, el tamaño, apariencia, color y forma de los cuerpos femeninos siempre será objeto de comentarios, muchas veces de burlas, discriminación y violencia fomentada por cultura patriarcal y misógina que exige cuerpos “normativos”, “estéticos” para adaptarse a los estándares femeninos del momento. Lo vimos también con la boxeadora argelina Imane Khelif, quien fue víctima de ataques de odio por parte de quienes cuestionaron su identidad de género por ser “demasiado masculina” o tener demasiada testosterona, ignorando el hiperandrogenismo que tiene.
En estos Juegos Olímpicos, Eurosport despidió al periodista deportivo Bob Ballard, por sus comentarios sexistas contra las nadadoras australianas, insinuando que solo se preocupan por maquillarse en lugar de enfocarse en su desempeño deportivo, como lo relataba esta semana nuestra columnista Wendy Figueroa en su columna “Desmontar al patriarcado mediático: París 2024 y La Casa de los Famosos”.
Y es que para muchas mujeres atletas, su cuerpo se convierte en un campo de batalla donde deben luchar no solo por sus metas deportivas, sino también contra un constante escrutinio social que les exige encajar en moldes inalcanzables. Lo vimos también con la gimnasta mexicana Alexa Moreno desde los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016, cuando fue señalada por su “sobrepeso”.
Sabemos que la presión excesiva sobre los cuerpos de las gimnastas —y de todas las mujeres— puede tornarse en problemas relacionados a la alimentación y trastornos en la salud mental, porque esa exigencia lleva muchas veces a las atletas a perseguir un ideal de delgadez que muchas veces no se corresponde con las exigencias físicas de sus disciplinas, como en el caso de Paula Leitón.
La gordofobia en el deporte también crea barreras para la representación de mujeres atletas con cuerpos diversos. Y es que en muchos deportes, la representación de cuerpos no conformes con ese “ideal de delgadez” es limitado, lo que refuerza la idea de que solo ciertos tipos de cuerpo son "adecuados" para la competencia.
Si las diosas olímpicas no se salvan de la gordofobia ¿qué nos queda a las mortales?
Cambiar esta narrativa no solo beneficiará a las atletas actuales, sino que inspirará a futuras jóvenes a sentirse seguras y poderosas en sus cuerpos, sin importar su tamaño o forma.
Las mujeres atletas, con su talento y pasión, merecen ser valoradas por su desempeño y no ser limitadas por prejuicios arcaicos sobre cómo "debería" verse un cuerpo deportivo; y las mujeres en general merecemos representaciones diversas de cuerpos, sin que nos digan que son cuerpos “imperfectos”.