A nuestras amigas:
Cada 11 de octubre, conmemoramos el Día Internacional de la Niña, una fecha necesaria para reconocer a las pequeñas que crecen en un mundo que muchas veces apaga sus voces, sus luchas y sus sueños.
Las cifras de violencia sistémica que enfrentan las niñas siguen siendo alarmantes. Según la ONU, más de 130 millones de niñas en todo el mundo no asisten a la escuela, mientras que millones más son forzadas a casarse antes de los 18 años y en nuestro país 8.4 millones de niñas y mujeres adolescentes viven en pobreza. Sin embargo, no podemos reducir su historia solo a estadísticas dolorosas. Porque junto a esas cifras, también están las niñas que desafían las normas, las que alzan la voz, las que se niegan a ser silenciadas y las que sobreviven frente a todas las violencias que nos imponen desde pequeñas.
Esta semana en La Cadera de Eva hicimos un ejercicio con nuestras amigas. Nos preguntamos ¿qué nos hubiera gustado escuchar cuando éramos niñas? Aquí compartimos algunas de sus respuestas. Algunas de nosotras crecimos bajo la idea de que debíamos ser “una damita”, portarnos bien, estar quietas. Sin embargo, hoy sabemos que no éramos menos valiosas por ser “ruidosas”, por correr, gritar o tener ese lado "salvaje" que muchos intentaron apagar porque “así no se comportan las niñas”.
Ahora, como adultas, sabemos que nos hubiera gustado escuchar que nos querían sin importar cómo nos comportáramos o cómo nos veíamos. Que no queríamos que hablaran de nuestros cuerpos porque eso nos iba a doler toda la vida. Que no necesitábamos cumplir con esas expectativas de ser perfectas o “buenas”. Que ser niñas no nos hacía débiles o menos, que nuestras voces importaban y que podíamos hacer lo mismo que los niños, con la misma fuerza.
Si pudiéramos hablar con nuestra niña interior, le diríamos algo tan simple como: no tienes que ser perfecta. No tienes que portarte siempre bien ni sentir la presión de hacerlo todo de la manera “correcta” como te hicieron creer, aunque te lo dijera tu mamá porque a ella también se lo hicieron creer. Porque lo que tú haces, a tu manera, también es valioso. Si las cosas no salen como esperabas, no pasa nada. Lo importante es que eres suficiente tal como eres. Crecerás, aprenderás, y podrás hacer mucho más, pero hoy, con tus dudas y tus errores, ya eres digna de amor y respeto.
Y si pudiéramos abrazar a esa niña que llevamos dentro, ese abrazo sería más fuerte que cualquier palabra. Nos pediríamos perdón por todas esas veces que nos hicimos chiquitas para caer bien o para seguir las imposiciones de los demás.
Le diríamos que ha hecho lo suficiente, que no necesita demostrar más, que ser “buena” no es su único valor. En su risa, en sus lágrimas, en sus triunfos y en sus errores, ella es completa y está bien tal como es. “No tiene que seguir cargando con la expectativa de ser perfecta o cumplir con las reglas que otros han creado para ella”.
Al recordar a quienes más nos valoraron cuando éramos niñas, muchas de nosotras pensamos en los abrazos de nuestras madres, las palabras dulces de nuestras abuelas o de nuestras hermanas. Otras mujeres que nos hicieron sentir vistas y queridas en medio de un mundo que a veces se olvidaba de lo importante que era simplemente ser niñas. Ellas, nuestras ancestras nos enseñaron, a su manera, que aunque a veces las expectativas fueran muy altas, el amor incondicional existía.
¿Y qué hubiera cambiado si, en lugar de decirnos "cállate" o "no des lata", nos hubieran dicho que no pasaba nada si nos equivocábamos? Si en lugar de darnos lecciones de silencio, nos hubieran enseñado a abrazar nuestras emociones, a no esconder nuestra alegría o tristeza. Hoy sabemos que estar quietas no nos hizo más valiosas, y que reprimir nuestras emociones solo nos hizo más inseguras. Pero también comprendemos que, incluso en medio de esa enseñanza equivocada, logramos ser fuertes y valientes.
A nuestra niña interior le decimos hoy: no guardes lo que sientes. Está bien estar triste o estar alegre, no te dejes llevar por las expectativas de los demás. Pon tus necesidades primero, no por egoísmo, sino porque tu bienestar es importante. Tienes todo el derecho de vivir tus emociones y tu vida a tu manera.
Este Día Internacional de la Niña, celebremos no solo a las niñas del presente, sino también a las niñas que fuimos, a las que llevamos dentro y nos recuerdan que cada tanto tenemos que volver a ellas a abrazarlas muy fuerte y sostenerla de la mano.
Hoy celebremos que somos capaces de darle, no solo a esas niñas, sino a las que tenemos en nuestras vidas, a nuestro sl rededor, que miran hacia nosotras para aprender a enfrentarse al mundo, el permiso de ser imperfectas, de equivocarse, de ser libres. De ser grande, fuerte y poderosa.
Gracias a ustedes, por dejarnos platicar con su niña. Siempre podemos jugar, ser rebeldes, crecer y sanar, JUNTAS.