En 2016, Mara Michelle denunció en X, antes Twitter, en aquel entonces que unos guardias del Museo Soumaya le prohibió amamantar a su hija. “Y si tenían la duda, estaba tapada”, dijo Mara, aunque no haberlo estado tampoco habría justificado las acciones del personal del Museo. El caso de Mara fue una muestra más de las cientos de agresiones que viven las mujeres que amamantan. La hipersexualización ha convertido un acto tan natural como es amamantar en público, en una fuente de estigma y violencia. 

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Como respuesta al acto de discriminación sufrido por Mara, varias mujeres se manifestaron en la entrada del Museo Soumaya en aquel año en una de las primeras “Tetadas Masivas” que se hacían en la Ciudad de México. Esta serie de acciones de protesta avanzó por todo el país y en otras partes del mundo para manifestarse contra la discriminación hacia las mujeres lactantes y a favor del derecho de las infancias, temas que forman parte del lactivismo en nuestro país.

Gracias a la concientización que trajeron este tipo de movimientos y el activismo a favor de la lactancia respetada, poco a poco se ha dejado de ver como un “tabú” que las mujeres amamanten en público, sin que tengan que “taparse”, y es que la sociedad patriarcal aún sigue sexualizando a las mujeres lactantes, lo que ha hecho que muchas mujeres se avergüencen y escondan para alimentar a sus hijos, hijas e hijes. 

Esta semana publicamos una investigación sobre cómo es que los hombres que practican la lactofilia (un fetiche erótico que tienen por el consumo de la leche materna) están detrás del mercado negro de la venta y compra de la leche materna en nuestro país, explotando los cuerpos de las mujeres. 

Así vemos cómo un sistema machista y misógino desvaloriza la lactancia y el cuidado infantil, priorizando el deseo masculino. La lactancia materna requiere esfuerzo y dedicación, aspectos que no son valorizados. Esto puede llevar a que la leche materna sea vista como un producto que puede ser comercializado sin considerar los derechos y necesidades de las madres y las infancias. (La Cadera de Eva)

La sexualización de la lactancia contribuye a que la leche materna sea vista como un producto de fetiche, y las madres como “contenedores” sin identidad, ahondando la violencia que viven las madres. Este fenómeno, sin embargo, va más allá del deseo masculino, también deja ver cómo las políticas laborales y sanitarias del Estado son insuficientes y reflejan una visión machista que no prioriza el apoyo a las madres lactantes, pues la falta de espacios adecuados para amamantar o extraer leche y la insuficiencia de licencias de maternidad y lactancia que obligan a las madres a buscar alternativas en el mercado negro.

En un contexto donde la falta de conciliación, la explotación de los cuerpos, y el machismo se intersectan, las mujeres son explotadas y muchas sentirse presionadas para vender su leche materna. Esto perpetúa la objetificación y el control sobre el cuerpo femenino, socavando su autonomía.

Otra de las posibles causas que podrían estar nutriendo este fenómeno —como documentamos también en la investigación— es la presión de la industria de fórmulas infantiles que lleva al personal de la salud a recomendar estas fórmulas en lugar de apoyar la lactancia materna.

La lucha por el reconocimiento de la lactancia materna en nuestro país ha sido ardua y constante. Las mujeres han logrado importantes avances en términos de legislación, apoyo institucional y sensibilización. Sin embargo, aún quedan desafíos significativos por superar, especialmente en cuanto a la creación de entornos laborales y públicos más amigables para la lactancia.

Ya recordábamos esta semana a propósito de la Semana de la Lactancia Materna que  la Organización mundial de la Salud (OMS) recomienda que los bebés sean amamantados exclusivamente durante los primeros seis meses de vida, y después introducir alimentos complementarios nutricionalmente adecuados y seguros, mientras se continúa con la lactancia materna hasta los dos años de edad o más. Las políticas de licencia de maternidad en México hacen esta meta virtualmente imposible de conseguir. 

En 2012, la Asamblea Mundial de la Salud (WHA) aprobó el objetivo global de nutrición de aumentar la tasa de lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de edad al menos al 50% para el año 2025. Pero en México aún estamos lejos de llegar a ese porcentaje, pues actualmente solo se cumple el 28.6%.

Así que seguiremos pensando en un mundo donde se reconozca la lactancia como fuente de vida y no como un producto; como una decisión que debe ser tomada de forma libre y  respetada alejado de las imposiciones del capital patriarcal y del objeto de consumo de los hombres “vampiro”.