Abres una aplicación para anotar tu período. Escribes un síntoma, registras tu anticonceptivo, guardas tu estado de ánimo. Parece un diario íntimo, pero en realidad cada clic se convierte en un dato con valor de oro para las empresas.
Tus datos menstruales valen hasta 200 veces más que tu edad, tu género o tu ubicación, según un informe de la Universidad de Cambridge. Y es justamente esa intimidad la que está en juego.
El estudio "The High Stakes of Tracking Menstruation", elaborado por la doctora Stefanie Felsberger en el Centro Minderoo para la Tecnología y la Democracia, advierte que las aplicaciones de seguimiento menstrual son una auténtica “mina de oro” para el perfilado de consumidores, pero también un riesgo significativo para la seguridad y la privacidad de las mujeres.
¿Qué tipo de datos se recolectan y por qué valen tanto?
Estas apps almacenan mucho más que fechas de menstruación: hábitos de ejercicio, dieta, medicación, preferencias sexuales, niveles hormonales, uso de anticonceptivos… incluso direcciones IP y ubicaciones.
Todo ello constituye un mapa íntimo que, en manos de la industria de la “femtech” —un sector proyectado en más de 60 mil millones de dólares para 2027— tiene un valor comercial inmenso.
Investigaciones muestran que los anuncios pueden dirigirse a las mujeres en diferentes fases del ciclo.
En la llamada “fase de apareamiento”, por ejemplo, estudios de Kristina Durante han registrado un aumento en la exposición a cosméticos y productos de cuidado personal. La intimidad biológica se convierte así en estrategia de mercadeo.
¿Somos conscientes del valor de nuestra información?
El problema es que muchas usuarias subestiman ese valor. Un estudio de Felsberger en 2023 reveló que la mayoría no percibe el potencial comercial de sus datos menstruales.
Sin embargo, informes de Privacy International ya habían advertido en 2018 y 2019 que 6 de cada 10 aplicaciones compartían automáticamente información íntima —incluida la intención de embarazo— con Facebook, incluso de personas sin cuenta en la red social.
Aunque algunas empresas han cambiado sus políticas, un reporte de 2025 muestra que la información de los dispositivos aún circula entre terceros sin un consentimiento claro.
La profesora Gina Neff, directora del Minderoo Centre de Cambridge, lo resume así: aunque estas aplicaciones se presentan como herramientas de empoderamiento, el modelo de negocio descansa en la explotación comercial de los datos de las usuarias.
¿Qué riesgos existen para la seguridad de las mujeres?
El peligro no es abstracto. En el Reino Unido se han documentado casos en que estos registros se usaron en investigaciones policiales relacionadas con abortos ilegales.
En Estados Unidos, aunque no hay evidencia de que las apps sirvan directamente para perseguir abortos, sí existen antecedentes preocupantes: el Departamento de Salud de Misuri rastreó ciclos de pacientes en Planned Parenthood, y la administración Trump vigiló los de menores migrantes no acompañadas para impedirles acceder a un aborto.
Como advierte Felsberger: “Los datos de seguimiento menstrual se están utilizando para controlar la vida reproductiva de las personas. No deben dejarse en manos de empresas privadas.”
Más allá de lo legal, hay riesgos latentes: discriminación en seguros de salud, vigilancia laboral, ciberacoso o la restricción del acceso a servicios médicos.
Un estudio de 2024 de Cao Jiaxun halló una preocupación generalizada entre mujeres en estados con diferentes leyes de aborto: muchas sienten impotencia y desconocimiento sobre quién accede a sus datos.
¿Qué se puede hacer para un futuro más seguro?
El informe plantea varias rutas:
- Impulsar investigación independiente sobre salud menstrual y reproductiva, con modelos de administración de datos en colaboración con expertos y sociedad civil.
- Educar en alfabetización digital desde la escuela, para que las usuarias conozcan los riesgos de compartir su información.
- Desarrollar aplicaciones públicas y transparentes, como ya ocurre con Planned Parenthood en EE. UU., o como se propone que haga el NHS en el Reino Unido.
- Regular con mayor firmeza en Estados Unidos, y reforzar la aplicación de leyes en Reino Unido y la Unión Europea, donde estos datos ya se consideran “especiales”.
- Ofrecer más control a las usuarias, con botones de borrado total en servidores, opciones de consentimiento significativas y lenguaje inclusivo que abarque a todo tipo de personas.
Neff lo sintetiza con claridad: “Las mujeres merecen algo mejor que ver sus datos de seguimiento menstrual tratados como datos de consumo. Hay un futuro posible en el que esta información sirva para la salud y el bienestar, con consentimiento y protección adecuados.”
En esencia, estas aplicaciones son diarios digitales de la intimidad. Pero, a diferencia de los cuadernos bajo llave, sus páginas pueden ser leídas por publicistas, corporaciones o incluso autoridades. Y ese es el riesgo: que lo más íntimo se convierta en mercancía y vulnerabilidad.