Parrandera, rebelde y con los puños listos para defenderse. Se cumplen once años de la muerte de Jenni Rivera y su legado como Diva de la Banda se mantiene; hablar de esta personaja tan poderosa en el regional mexicano requiere de un cuestionamiento sobre qué representa y cómo, aunque jamás autoproclamada feminista, desafió al sistema y se convirtió en una conversación incómoda para el conservadurismo tradicional mexicano. 

Dolores Janney Rivera Saavedra nació en California, Estados Unidos y desde su primera infancia, supo que debía luchar por abrirse camino entre sus 4 hermanos, Lupillo, Juan, Pedro y Gustavo Rivera. Quizás, de ahí que Janney aprendió a rebelarse ante el patriarcado de una familia mexicana y migrante; se aprendió a defender y a trazar su propio camino a punta de codazos. 

La figura de Jenni Rivera representa todos aquellos valores inconcebibles para una mujer; fiestera, ranchera, aguerrida y sexualmente libre. Independientemente del gusto por el regional mexicano, su figura continúa produciendo persignas entre algunas personas que prefieren mirar a otro lado cuando se trata de hablar de la apodada Mariposa de Barrio, pero ¿por qué?

Entrevistamos a la socióloga feminista Margarita Mantilla para entender mejor el impacto de Jenni Rivera en la cultura popular y cómo sus canciones han sido el cobijo para muchas mujeres; vivir también se siente desde el despecho, la fiesta, la rabia, la venganza y la catarsis de luchar para sanar. 

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Jenni Rivera: su representación para las mujeres

Con un gran mercado estadounidense y mexicano, Jenni Rivera vendió 25 millones de discos entre ambos países, batiendo todos los récords y coronándose como la figura femenina más importante del regional mexicano, según el New York Times. 

Aunque muchas de sus canciones se sostienen en el amor romántico y la rivalidad femenina, la realidad es que Jenni Rivera también le cantó a la maternidad (como en "Madre soltera"), a sus fanáticas Las Malandrinas e invitaba a las mujeres a convertirse en las protagonistas de los bailes; convirtió lo personal en político como el deseo sexual, la fiesta entre amigas y el maternar.

"Quizás el aporte más sobresaliente de Jenni Rivera es que es una mujer en el regional mexicano y como sabemos, siempre es complejo desenvolverte en cualquier profesión porque está encabezada por hombres y el regional no es la excepción; Jenni Rivera rompe con la victimización del género y trata de generar un discurso en pro del poder femenino" (Margarita Mantilla)

Pero, ¿por qué Jenni Rivera ha sido considerada por tantos años una figura indecible? Dentro de los marcos del sistema de opresión, Jenni Rivera no sólo puso en aprietos a una sociedad patriarcal, sino también, machista y clasista. Sus atuendos de colores estridentes, la banda, su maquillaje y su personalidad producían el rechazo colectivo.

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La socióloga explica que actualmente existe una apertura más grande al regional mexicano, se ha globalizado y todas las personas bien pueden escuchar corridos o poner una banda en el auto para cantarla con amigues. Sin embargo, en la época de principios de milenio, el camino no resultaba tan sencillo y menos para una mujer que se presumía como parrandera. 

"Digamos que hoy en día no se ve tanto ese clasismo, pero en la época que le tocó a Jenny sí era un reto, era un estigma de que su música era para las clases populares, música de mal gusto y que seguramente ella lo vivió más recrudecido por ser cantautora", explica.

Pero además, todo el paradigma que gira alrededor de su figura es uno sumamente violento y machista, ¿en qué pensamos al hablar de Jenni Rivera?; la cantautora fue señalada y fuertemente estigmatizada por su sexualidad y su personalidad combativa, "vulgaridad y promiscuidad" son adjetivos que se le atribuyen con mayor frecuencia, explica Margarita Mantilla, sin embargo algo bueno queda de esta clase de conversaciones: Ahora podemos reconocer la misoginia en nuestros pensamientos y deconstruir la figura de Jenni Rivera como una mujer libre y sobreviviente de violencia doméstica que hizo lo que pudo con lo que tuvo.

Banda contra la violencia doméstica: la vida de Jenni Rivera

Licenciada en administración de empresas, Jenni Rivera dedicó buena parte de su trabajo a las bienes raíces en Los Ángeles, logrando comprarse así su primera casa y escapar con sus hijxs de un matrimonio violento con José Trinidad Marín, quien escapó con ella a los 15 años, ejerció violencia sexual, doméstica y económica en su contra. 

"Me cambié y me voy, y él me dice ¿y dónde vas? y yo le digo a la escuela, no puedo faltar. Y me dice No, es que tú no vas a estudiar, tú vas a ser ama de casa y se acabó el estudio, se acabó el trabajo, se acabó todo. Y ahí empezaron los problemas." (Fragmento de entrevista Jenni Rivera para Primera Mano, Imagen Entretenimiento)

Asimismo, Jenni Rivera procedió legalmente en su contra luego de confirmarse abuso sexual contra sus dos hijas y también, contra su única hermana, Rosie Rivera que en aquellos años tenía menos de 10 años.

Una vez que su carrera en la música despegó, Jenni Rivera consiguió fondos para crear Jenni Rivera Love Foundation, una organización que brindaba apoyo a personas de origen hispano que estaban atravesando problemas de violencia doméstica

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Asimismo, la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica reconoció su labor en los Estados Unidos nombrándola portavoz de la institución en ese país, además, el ayuntamiento de su ciudad (Los Ángeles, California) nombró el 6 de agosto como Día de Jenni Rivera a manera de reconocimiento por su activismo y protección a madres migrantes autónomas

"Di la media vuelta y juré luchar Hasta ver el fruto de ese amor fugaz ¡Soy madre soltera y lucho como fiera!" (Jenni Rivera "Madre Soltera")

¡Y arriba las viejas borrachas!: Sobre las malas víctimas

Jenni Rivera fue víctima de abusos a lo largo de su vida, pero no una víctima en el sentido revictimizante. Quebró el paradigma de ser una buena víctima, aquella que se lamenta y espera ser protegida y dio paso a una víctima rebelde, vengativa, peleona y que buscó la justicia por cuenta propia. 

La filósofa argentina Leonor Silvestre plantea esta teoría, señalando que en el imaginario colectivo existen sólo dos tipos de víctimas: La buena y la mala. 

Mientras que la buena víctima (u otro grupo de la disidencia) es aquella que se muestra débil y sin la facultad de defenderse, al menos hasta que otro hombre lo haga por ella, los medios o el sistema patriarcal. Para que una mujer sea la buena víctima debe ser salvada, demostrar inocencia en todo momento para no ser alcanzada por la revictimización, su obligación es conmover al sistema que sólo intercede por este concepto del deber ser de la mujer, aquella que es trabajadora, estudiosa, que no bebe, ni fuma, que es luchadora, no utiliza ropa provocadora, es inocente, es buena madre y esposa. En caso de no cumplir con estos requisitos, entonces se convertirá en la mala mujer; indeseable, revictimizada, culpable y víctima de punitivismo

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En estos marcos entra la teoría de “la mala víctima” que se refiere a la mujer que se defiende cuando es agredida, que también toma venganza, que golpea, patea y de ser necesario, también asesina cuando vive un intento de abuso / feminicidio. Dentro de esta categoría está la mujer que, para el sistema, “se ha buscado” todas las violencias que la han atravesado, aquí entran las mujeres estigmatizadas, trabajadoras sexuales, lesbianas, personas trans, mujeres que salen a fiestas, que gozan de su sexualidad y que nunca se quedan calladas. 

Jenni Rivera es una mala víctima porque devolvía los golpes, disfrutaba del baile, de una buena cerveza, de cantarle al despecho, a la venganza, de la coquetería y también, de señalar a los hombres que intentaban violentarla en sus conciertos, como aquella ocasión donde un hombre la golpeó en los muslos mientras ella estaba arriba del escenario: ¡Y no me importa que me suban al Youtube mañana!, gritó la Diva de la Banda para después, señalar que ese era su espacio y no permitiría que se pasaran de listos con ella; tomó el micrófono y golpeó a su agresor en el rostro con tanta fuerza que tuvo que ser trasladado a un hospital y Jenni Rivera fue detenida tras el concierto por agresiones. 

Su voz, su trabajo, las violencias que la atravesaron, su carácter y sus desaciertos la convirtieron en una mujer que merecía ser castigada por el sistema, pero ya no más. A once años de su muerte, recordamos a Jenni Rivera por haber acompañado a muchas mujeres en sus duelo, por convertir sus experiencias de violencia en un acto político a través de su música y por transgredir los roles de género; mariposa de barrio, peleona, imperfecta y poderosa. 

“Las figuras femeninas siempre va a ser importante en todos los ámbitos de la sociedad, Jenni Rivera puede ser una referencia a muchas mujeres y eso es importante, tener referencias es absolutamente importante en un mundo androcéntrico. Las mujeres tenemos que tener en el centro, justo el goce de la satisfacción y en la vida, la plenitud libre de la violencia patriarcal” (Margarita Mantilla)