Hoy, a casi 25 años del feminicidio de Lilia Alejandra García Andrade, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) notificó al Estado mexicano la sentencia en el Caso García Andrade y otras vs. México. El fallo llega tras más de dos décadas de lucha encabezada por su madre, Norma Andrade, contra la impunidad y la violencia feminicida.

La Corte determinó la responsabilidad internacional del Estado mexicano por el feminicidio de Lilia Alejandra y por la falta de debida diligencia en la prevención e investigación del caso, ocurrido en un contexto de violencia estructural contra las mujeres en Ciudad Juárez.

Desde hace 24 años, el 14 de febrero —Día del Amor y la Amistad— quedó marcado como una fecha de duelo para Norma. Fue ese día de 2001 cuando su hija, de 17 años, salió de su trabajo en una maquiladora de Ciudad Juárez, Chihuahua, y nunca regresó a casa.

Ese día la joven había compartido paletas de corazón con sus compañeras de trabajo, pero su alegría se convirtió en tragedia cuando desapareció sin dejar rastro.

Una semana después, el 21 de febrero, el cuerpo de Lilia fue localizado su vida en un terreno baldío con signos de tortura y abuso sexual. Su feminicidio dejó en la orfandad a sus dos hijos, Jade de dos años y Caleb de seis meses.

La promesa de Norma Andrade frente al ataúd de su hija de obtener justicia, marcó el inicio de una odisea de más de dos décadas. Lo que comenzó como una búsqueda de respuestas se convirtió en una lucha incansable contra la impunidad.

Desde 2002, el caso de Lilia Alejandra García Andrade ha sido acompañado por las y los abogados Karla Micheel Salas y David Peña, integrantes del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social. El mismo equipo litigó ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos el caso Campo Algodonero, que derivó en la condena al Estado mexicano en 2009 por su responsabilidad en la violencia feminicida en Ciudad Juárez.

De maestra a defensora de derechos humanos

Norma, quien en ese momento era maestra de primaria, abandonó las aulas para dedicarse a tiempo completo a la búsqueda de justicia. Ha recorrido las calles de Ciudad Juárez y de todo el país, exigiendo respuestas y acción. Sin embargo, los procesos para resolver el feminicidio de Lilia han sido lentos y desgastantes.

"Yo le prometí a Alejandra y a sus hijos, que no voy a descansar hasta que sus agresores estén en la cárcel. Y si se lo prometí a mi hija cuando yo la tenía tendida, es una promesa que yo no voy a fallar", cuenta Norma Andrade en entrevista para La Cadera de Eva.

La rabia y el dolor se transformaron en una fuerza imparable. Norma Andrade se unió a otras madres que compartían su tragedia, comprendiendo que en la unión encontrarían la fuerza para ser escuchadas. Así nació Nuestras Hijas de Regreso a Casa A.C, una organización, impulsada por la burla y la ofensa de un funcionario del sistema de justicia.

"Realmente no es algo que uno analizara, que uno dijera, que uno lo pensara y decidiera, ¿no? La lucha, la misma lucha nos llevó. Yo me di cuenta que yo sola no iba a lograr nada. Entonces necesitaba unirme a otras madres igual que yo que tenían la misma situación, el mismo problema y que exigían lo mismo que yo. Y nos unimos…" (Norma Andrade)

Juntas aprendieron de otras luchadoras veteranas, como Laura Bonaparte de las Madres de Plaza de Mayo y Rosario Ibarra del Comité ¡Eureka!, quienes les enseñaron a documentar los casos, a elaborar fichas informativas y a dirigir oficios.

Norma Andrade se convirtió en mucho más que una madre doliente; se transformó en una activista y, con el tiempo, en una defensora de derechos humanos. Su lucha trascendió el caso de Lilia Alejandra para acompañar a otras madres en la búsqueda de sus hijas desaparecidas, tanto en vida como en muerte, aprendiendo incluso técnicas de rastreo junto al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Impactos emocionales

Más allá del rol de activista, la búsqueda de justicia ha tenido profundos impactos emocionales en la vida de Norma. Tras el feminicidio de su hija, asumió la crianza de sus nietos, Caleb y Jade, experimentando un cambio radical en su vida.

"Yo creo que el primer cambio que hubo en mi vida fue que mi esposo y yo éramos abuelos que apapachábamos, malcriábamos a un par de bebés y de malcriar pasamos a educar", recuerda Norma.

El segundo cambio en la vida de Norma fue la pérdida de su esposo, José, un año y medio después del feminicidio de Lilia Alejandra, debido a la profunda depresión causada por la impotencia ante el crimen de su hija, lo que sumió a la familia en un nuevo dolor.

"Todo lo que él sentía por lo que acaba de pasar de su hija se lo tragó, la impotencia de decir, ‘golpearon, torturaron y violaron a mi hija y yo no la pude defender’, dónde estuve yo como padre para proteger a mi hija’. Todo eso él se lo llevó. Entonces, él generó células cancerosas y finalmente eso lo llevaron a la tumba" (Norma Andrade)

Norma no sólo tuvo que enfrentar la muerte de su esposo, debido a su activismo también fue víctima de dos intentos de asesinato en un lapso de 60 días en 2011 y 2012, lo que la obligó a desplazarse de Ciudad Juárez, marcando un punto de inflexión donde reconoció el profundo impacto psicológico que la violencia había tenido en ella y en sus nietos.

A pesar de todo, Norma Andrade encuentra la fuerza para seguir adelante en sus nietos. "Para atrás ni para agarrar impulso, siempre para adelante", es su lema. Reconoce que se vale caer, llorar y hasta insultar para liberar el dolor, pero jamás rendirse ni callar.

"Jade y Caleb, siempre me han dicho que ellos dependen de mí y no es verdad. Para salir adelante, yo dependo de ellos… Me obligaron a que con depresión encima aprendiera a funcionar. Y me levantaron de la cama. No me permitieron caerme. Y Yo quiero que cuando yo muera, poderles decir a ellos en la cara, "Logré que se detuvieran a los asesinos de tu mamá." Y si no lo logro no lo logro, cuando Dios decida llevarme, poderles decir, "Hice hasta lo imposible por hacerlo" (Norma Andrade)

México feminicida

La lucha de Norma Andrade durante estos 24 años no es solo por justicia para Lilia Alejandra, sino por todas las mujeres víctimas de la violencia feminicida en México y por los niños y niñas que quedan desamparados.

"Cuando pasa lo de mis atentados y yo veo otra situación, o sea dónde estuvo el estado para darnos la atención médica, la atención psicológica y todo lo que ellos perdieron al perder a su madre. Y que no nomás lo pierden ellos, lo pierden todos los niños que han perdido a sus madres aquí en el país. Y que el gobierno no había visualizado el problema,no tienen un censo. Y ahorita ya hay un protocolo, sí. Pero a partir del 2018 ese protocolo, pero no se le dio un presupuesto. Entonces, ¿de qué sirve?" (Norma Andrade)

Y es que a pesar de los avances legales e institucionales para atender la violencia contra las mujeres, la paradoja es escalofriante: las cifras de feminicidio en México, lejos de disminuir, han aumentado.

Norma cuestiona esta realidad, señalando que el caso de Lilia Alejandra ofrece al gobierno una oportunidad para analizar las fallas en sus políticas públicas. De seis mujeres asesinadas en Ciudad Juárez en 2009, la cifra se elevó a 11 en 2025, evidenciando un problema que sigue creciendo y una falla no solo del aparato de justicia, sino de la sociedad en su conjunto.