Cada 18 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, una fecha que recuerda que la brecha salarial de género y la igualdad salarial sigue siendo una realidad que impacta de manera diferenciada a las mujeres.
A nivel global, ONU Mujeres señala que las mujeres perciben en promedio apenas el 84% de lo que ganan los hombres por el mismo trabajo, lo que representa una brecha salarial del 16%.
Ante este panorama, los desafíos no solo persisten, sino que se reconfiguran. La llegada de la Inteligencia Artificial (IA) y el auge de la economía digital abre nuevas interrogantes sobre el futuro del empleo y la justicia económica para las mujeres.
Y es que los datos son contundentes. Como te contamos en esta nota, el 4.7% de las mujeres trabajadoras corre riesgo de ser reemplazado por IA generativa, mientras que entre los hombres la cifra es de 2.4, de acuerdo con el informe La IA generativa y los empleos: un índice global refinado de exposición ocupacional, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En el continente americano, la amenaza alcanza al 9.6% de las mujeres empleadas, frente al 7% de los hombres, lo que refleja cómo la automatización impacta de manera diferenciada por género. Por ello nos preguntamos, ¿será la IA una herramienta que contribuya a cerrar la brecha o, por el contrario, un factor que profundice las desigualdades de género existentes?
En entrevista con La Cadera de Eva, Bárbara Espinosa, Anita Pérez y Ana Karen Hernández de la Colectiva Finanzas Enfocadas en Mujeres (FIEM), enfatizan la necesidad de que la IA y la conectividad a internet sean herramientas que rompan sesgos y creen puentes para las comunidades históricamente marginadas, en lugar de perpetuar desigualdades, especialmente en el área de las finanza.
Finanzas, mujeres e IA
La IA es una herramienta poderosa con un doble filo: puede convertirse en un motor para cerrar brechas y empoderar a comunidades históricamente marginadas, o bien perpetuar y amplificar desigualdades ya existentes, pues lejos de ser neutra, puede tener repercusiones negativas desproporcionadas para las mujeres trabajadoras, si no se adoptan políticas con perspectiva de género que garanticen una transición tecnológica justa.
Las dudas continúan en el aire, por ello, la Colectiva FIEM responde:
Hoy la brecha salarial sigue siendo una realidad: ¿qué cambia con la llegada de la inteligencia artificial?
Bárbara Espinosa: Creo que una parte bien importante es que la Inteligencia Artificial no es una superheroína; nada va a cambiar si no cambiamos desde acá afuera. La IA está replicando los modelos humanos de trabajo, de respuesta, de razonamiento y de lógica, su programación y su alimentación en cuanto a base de datos siguen estando controladas por pocos, y hago énfasis en pocos, no pocas. Porque realmente la presencia de las mujeres en la inteligencia artificial es muy baja.
Si nosotras queremos tener una IA eficiente y eficaz para resolver las problemáticas del día a día, es urgente que estemos escuchando las voces adecuadas, y por voces adecuadas me refiero a todas.
Entonces, yo diría: ¿qué podemos esperar ahora con la IA en relación con la brecha salarial? Pues podemos esperar empezar a plantearnos estas nuevas preguntas, dejar de poner a la IA en el pedestal en el que la tenemos, de manera tan impersonal, y recordar que, al final, esto lo engendramos nosotras y nosotros. Mientras sigamos perpetuando estereotipos de género, esa lógica va a seguir viciada con nosotros.
Ana Karen Hernández: Con la llegada de la IA respecto de la brecha salarial, lo que yo diría es que se vienen nuevos retos, nuevas preguntas. Está la entrada de la IA respecto a cuestiones laborales, respecto de decisiones que antes tomaban personas que ya tenían sesgos, y que ahora pueden llegar a tomar nuevas IAs con sesgos dentro de su programación, dentro de su entrenamiento.
Es una cuestión sumamente retadora, no solamente para las personas que las programan y las entrenan, sino también para nosotras, las usuarias. ¿Cómo vamos a responder a estos nuevos sesgos que también van a llegar de manera sistemática? Porque, insisto, las personas que las entrenan son personas con sesgos, con diferencias, con visiones, y todo eso se traslada a través de esta nueva tecnología.
Anita Pérez: Estas herramientas reflejan cómo estamos, cómo está la participación de las mujeres, qué mujeres están faltantes de participar en STEM. Digo esto porque recordemos que la brecha no es uniforme. Esta brecha salarial, si bien nos afecta a todas, hay a quienes les afecta más. Si seguimos sin atender estos retos respecto a la aplicación de la IA, solo vamos a tener un sistema más eficiente, sí, pero al final un sistema que va a seguir perpetuando desigualdades sobre quienes no han sido escuchadas.
Los algoritmos ya toman decisiones sobre contratación y sueldos, ¿qué riesgos ven en esto para mujeres y diversidades?
Bárbara Espinosa: Siempre que vienen estas nuevas herramientas, tenemos que echar mucho ojo en que no se conviertan en algo perverso, porque sí es real. Tenemos que empezar a pensar con mucho ímpetu en la ética de las bases de conocimiento, las bases de conocimiento y los límites de esas bases deben tener un suelo ético sobre el cual crecer porque la información, así como puede ser benéfica, también puede ser peligrosa.
¿Cuándo es peligrosa? Cuando difunde discursos de odio. Hoy tenemos lamentables casos donde la IA, sin límites adecuados y sin una base ética, está llevando a acontecimientos sumamente trágicos. Muy importante en el caso de la comunidad LGBT, porque sabemos que el discurso de odio mata. Lo mismo pasa con las mujeres, como nosotras.
Por eso creo que vamos a tener que estar muy atentas a los límites éticos y morales de la programación de estas inteligencias artificiales. Porque, como decíamos, si la base de conocimiento ya está viciada y no le ponemos límites, si no la revisamos, ese conocimiento se vuelve también peligroso.
Ana Karen Hernández: Uno de los principales riesgos que corremos, no solamente nosotras las mujeres, sino también otras comunidades, es ser invisibilizados. Invisibilizados en estas bases de datos que no se alimentan de diferentes puntos de vista, sino únicamente de quienes las programan, y la mayoría son hombres.
Esto se puede traducir en varias cosas muy riesgosas: servicios de menor calidad para nosotras, decisiones sesgadas por razones de género en cuestiones laborales, de crédito, de atención sanitaria, por mencionar solo algunos sectores donde la IA ya está inmiscuida.
Actualmente no existe una regulación específica que establezca estándares de calidad, de información y de equidad. Basta con que alguien desarrolle una IA, la arroje al mercado, y esta comience a funcionar, a entrenarse y a generar información que se distribuye sin mayor filtro. Eso es muy riesgoso.
Anita Pérez: Hablando un poquito más de la brecha salarial, tomando en consideración que nada más tres de 10 mujeres en México trabajan en áreas STEM o tienen participación en ellas, creo que uno de los riesgos inherentes del desarrollo de la propia tecnología es que esta brecha salarial se abra aún más y genere ahora una brecha de habilidades.
Si los trabajos mejor pagados empiezan a requerir que las personas posean habilidades para trabajar con inteligencia artificial o desarrollar ciertas tecnologías que se usan en la IA, se abre esta brecha de habilidades. Y si de por sí son pocas las mujeres que inciden en el área STEM, ahora se va a abrir una nueva brecha, porque los empleos mejor pagados van a estar dirigidos nada más a quienes saben de STEM, quienes saben de matemáticas, de física, de ciberseguridad.
Y esto directamente afecta a que muy pocas mujeres estén presentes en el mundo del desarrollo de estas tecnologías. La presencia de mujeres en este ámbito es todavía muy poquita. Entonces, yo diría que ese es uno de los riesgos inherentes a la continuidad del desarrollo de la IA aplicada en el ámbito laboral.
¿Qué acciones inmediatas necesitamos para que la nueva economía digital no repita las mismas desigualdades del pasado?
Ana Karen Hernández: La relación entre la brecha salarial y la brecha digital es evidente. A pesar de que esta brecha digital con el paso del tiempo se ha ido cerrando un poco, ya que el acceso a internet y a nuevas tecnologías ha llegado a ciertos puntos que antes eran inaccesibles, ahora surge un nuevo desafío. Yo diría que con el desarrollo de nuevas tecnologías, esta brecha digital, en lugar de cerrarse, a veces se amplía.
El techo ya no solo te pide tener acceso a internet, sino también desarrollar habilidades para el uso o el desarrollo de IA en tu trabajo, para que este sea más eficiente dentro de un sistema que justo lo que demanda es eficiencia.
Muchas veces esto deja la calidad y el criterio a un lado, privilegiando únicamente producir y producir más rápido. Así, habilidades y cualidades que deberían ser valiosas terminan quedando relegadas frente a esta nueva brecha.
Bárbara Espinosa: A mí me gustaría reforzarlo con una óptica distinta. Algo que nos han demostrado diversas encuestas es que el hecho de que nosotras estemos en ese escalafón se debe al techo de cristal, se nos imposibilita por diferentes factores contextuales que no nos permiten acceder a plazas más gerenciales o de mayor toma de decisión. El problema no es que no podamos desempeñarlas como mujeres, el problema es que el contexto no nos lo permite.
Seguimos haciendo tareas de cuidado no remuneradas en casa, lidiando con sistemas de inseguridad crónica, como los que existen aquí en México para las mujeres. Todos estos contextos que nos impiden llegar a los puestos de decisión no se ven modificados con la entrada o salida de la IA. El problema es de raíz, es social, de sesgos y de estereotipos, y debemos seguir combatiéndolos con mayor razón ahora que tenemos herramientas como la IA.
A mí me gusta pensar en una cita de mi esposa, Dino Cantú Pedraza, que dice:
“Sí, es que realmente la IA dice que nos van a quitar todos estos trabajos de servicio tal vez tenemos que replantearnos si el trabajo de los seres humanos es el de servicio”, porque yo sí quiero una IA que se encargue de la maquila para que yo me pueda encargar de ingeniar, de pensar, e idear mejores escenarios.
Pienso en ese rayito de sol donde la IA es la llave maestra que nos abre el camino para ser nosotras quienes podamos tener tiempo de pensar. Tener tiempo de pensar es un lujo, un privilegio de clase, y la IA puede ayudarnos a alcanzarlo.
Sí, hay una cara muy oscura de la moneda, pero también está este rayito de sol. Las mujeres sabemos que con que nos abran un cachito de puerta, entramos rapidito, y no tengo duda de que esto va a ser el caso.
¿Cómo se integraría la economía de los cuidados, atravesada por la IA, en la agenda de igualdad salarial?
Bárbara Espinosa: Tenemos que desarrollar también planes laborales con la flexibilidad necesaria para que las mujeres podamos triunfar en estos puestos y no quedarnos a la mitad en el escalafón de los servicios. Es todo un repensar: cómo es el trabajo, cuál es la posición de los seres humanos en el trabajo, cómo desempeñamos nuestras tareas.
Si hablo de cómo las mujeres lo vamos a abordar, no tengo duda de que no es un tema de capacidad. Si se nos dan las posibilidades, con capacitaciones abiertas para mujeres en horarios accesibles, porque los horarios tienen mucho que ver con los trabajos de cuidado, podremos avanzar. Si ponemos las capacitaciones a la una, dos o tres de la tarde, muchas de nosotras no podemos asistir porque tenemos que recoger a las infancias, o los horarios son complicados.
¿Qué diría yo? No tengan miedo: capacítense. Eso es nuestra fuerza más grande. Las mujeres somos sumamente capaces, y no tengo duda de que capacitándonos y contando con estas asistencias, aunque sean digitales, podremos lograr dos, tres, cuatro veces el alcance de trabajo que hoy tal vez podemos hacer en volumen uno.
Ana Karen Hernández: Hoy necesitamos ser representadas y necesitamos que nuestras voces las lleven estas personas que desarrollan esta tecnología, que ponen necesidades y resuelven necesidades a través de ella.
Porque es a través de la perspectiva de género y la tecnología que vamos a poder brindarnos un mayor abanico de posibilidades a todas. La inclusión, la diversidad y los diferentes puntos de vista que lleguen a desarrollar estas tecnologías, que nos visibilicen, que nos lleven al escaparate para hacer públicas las necesidades de miles de mujeres, harán que estas tecnologías respondan a esas necesidades.
Anita Pérez: México todavía estamos en pañales respecto al Sistema Nacional de Cuidados. Creo que el Sistema Nacional de Cuidados en sí tiene mucha intersección. Sin duda, algo que a mí me gustaría transmitir a las mujeres es buscar acompañamiento y mentoría en el área.
Hay varias colectivas que están surgiendo a partir de encontrar estas necesidades, para acompañarse entre todas y ver de qué manera podemos impulsar, llevar estas necesidades que estamos detectando a un lugar de toma de decisión.
Si tuvieran que imaginar el futuro del trabajo en 10 años, ¿cómo debería verse un mercado laboral realmente inclusivo?
Anita Pérez: Yo me imagino un campo laboral más inclusivo, con marcos regulatorios más exigentes que le soliciten a las empresas. También me imagino el mundo STEM con más representación de mujeres, pero mujeres diversas.
Sin duda, cada día vamos a ser más mujeres practicantes e incidiremos en el mundo STEM, pero entre nosotras, entre este grupo de mujeres, tiene que haber representatividad. Para que no solo estas tecnologías se desarrollen conforme a lo que las que siempre o casi siempre hemos podido participar necesitamos, sino que estos gremios de mujeres STEM estén representados por mujeres que el sistema, de forma sistemática, siempre ha rechazado.
Me gustaría dirigir mi comentario a que me imagino que exista una mayor inversión en programas que puedan acercar el esquema a niñas que históricamente han sido segregadas.
Dar como nota al pie este programa que se llama Niñas STEM, que justamente se encarga de llevar jornadas en materia de ciencia y tecnología a universidades autónomas, universidades politécnicas como la Politécnica de Chiapas, a la Autónoma o Politécnica de Huejotzingo, donde justamente el punto es hacerle ver a niñas que no siempre tienen tan cerca la tecnología que también pueden ser parte.
Entonces, si tú me preguntas, ¿cómo lo ves? Yo lo veo así: veo un mundo STEM donde seamos más, pero más de todas.
Bárbara Espinosa: La IA viene a rompernos el esquema de que sí, la conectividad es urgente. Es urgente, y la falta de conectividad crea brechas muy complicadas de cerrar.
Entonces, yo empezaría por pensar que en 10 años por fin tengamos un derecho humano reconocido y garantizado a la conectividad, para que justamente, como decía Anita, todas estas personas que tal vez están en las periferias, que ni siquiera pueden aspirar a una computadora personal o pagar un plan de internet, ya puedan acceder y podamos escucharlas.
La narrativa común tiene un poder enorme que espero que todos veamos y sintamos con el peso que debe. Hay tantas voces que necesitamos escuchar para llegar, por fin, a una verdad que no sea única, sino interseccional, que piense también en las madres.
En las mujeres barrializadas, de comunidades originarias, en mujeres lesbianas, en mujeres con discapacidades, donde todas podamos usar la misma plataforma e ingresar nuestras opiniones sobre las circunstancias que nos atraviesan y cómo salimos adelante de ellas.
Me gusta mucho pensar en la “mamá pulpo”, que muchas veces, cuando trabajamos con usuarias madres cuidadoras, nos dicen:
“Es que yo no soy una mamá pulpo.” Pero también hay que pensar que con la inteligencia artificial todas y todos podemos serlo. De esta manera, podemos acceder a mejores circunstancias, a mejores oportunidades. Este es el futuro que yo veo para nosotras, las mujeres.
Ana Karen Hernández: En 10 años yo creo que me gustaría ver un desarrollo de la tecnología que realmente escuche necesidades de personas reales, de personas reales, y que en lugar de ser sistemas que perpetúan criterios de desigualdad o inequidad, o sistemas totalmente sesgados por quienes los entrenan, programan o crean, traten de imponer su visión en el mundo.
Me gustaría ver tecnologías desarrolladas para atender necesidades de la gente real, y a través de las cuales se rompan precisamente esos paradigmas que tanto daño hacen al mundo; que en lugar de imponer visiones, se compartan visiones.
Y creo que eso realmente sería una herramienta para la humanidad, y no solamente para quienes la crean, no solo un concentrado de información y poder para quienes pueden desarrollarlas, sino que sea un sistema que almacene conocimientos, genere soluciones y se comparta con absolutamente todos.