En un mundo que parece navegar de crisis en crisis, enfrentando desafíos ecológicos, económicos y sociales de una magnitud sin precedentes, es natural que busquemos entender hacia dónde nos dirigimos. En medio de este escenario complejo y a menudo incierto, un término que ha ganado terreno en las discusiones sobre el futuro es el de "ecofascismo".
Federico Ruiz, integrante de Ecologistas en Acción, explica que el ecofascismo tiene que ver con un futuro marcado por la escasez de recursos, en el que podríamos ver la emergencia de regímenes autoritarios cuyo objetivo fundamental sería permitir que una minoría selecta, aquellos con poder económico y/o militar, siga manteniendo su estilo de vida privilegiado acaparando esos recursos escasos. Esto implicaría hacerlo a costa de que la gran mayoría de la población no tenga acceso siquiera a los mínimos necesarios para una existencia digna.
"La escasez de recursos puede desembocar en un ecototalitarismo para acapararlos" (Federico Ruiz, Ecologistas en Acción)
El experto menciona en su artículo Ecofascismo para la Revista Ecología que el ecofascismo es una apuesta de ciertas élites frente a un colapso civilizatorio inminente o en curso, analizando sus posibles características y el contexto de crisis que lo haría posible.
La estrategia de las élites ante el colapso
Carlos Taibo, autor del libro Ecofascismo. Una introducción, plantea que el ecofascismo es una apuesta de ciertos estamentos dirigentes del planeta. Estos, plenamente conscientes del cambio climático y el agotamiento de recursos, buscarían preservar los recursos escasos para una minoría selecta, lo que los llevaría a marginar, o incluso exterminar, a las poblaciones consideradas "sobrantes" en un planeta que ha superado sus límites.
Esta visión sitúa el origen del ecofascismo no en grupos marginales de extrema derecha, sino en el seno de los principales poderes políticos y económicos, concentrados inicialmente en las élites occidentales, aunque otras élites también podrían unirse. Sus raíces se entrelazarían con manifestaciones históricas del colonialismo y el imperialismo.
El objetivo central de estos hipotéticos regímenes ecofascistas sería garantizar, durante el colapso y en el postcolapso, la supervivencia de sus élites y el mantenimiento de sus "suntuosas condiciones de existencia material".
Aunque, de manera irónica, compartirían con el ecologismo el prefijo "eco" y la necesidad de reducir el consumo para alcanzar un estado estacionario, su fin sería radicalmente opuesto: mantener sus privilegios a costa de los demás.
Posibles pilares de un régimen ecofascista
Tanto Federico Ruíz como Carlos Taibo delinean diversas características de este potencial escenario:
Autoritarismo y represión: se considera muy probable que el ecofascismo surja como la culminación de la evolución autoritaria de los regímenes actuales. La percepción de que los regímenes autoritarios están mejor equipados para manejar colapsos y pandemias impulsa esta idea.
Esto implicaría una ecodictadura donde el estado intensifica y fortalece sus funciones represivas. Se difundiría la idea de que un mundo autoritario es la única opción para enfrentar el colapso. Es difícil concebir un ecofascismo "blando", ya que requeriría un estado de emergencia permanente.
La represión tendría objetivos como la selección de quiénes "merecen" ser salvados, el silenciamiento de la disidencia, el aprovechamiento de conflictos para aumentar el control, el fortalecimiento del sistema carcelario y la militarización de la vida pública, incluyendo escuelas y medios.
Relación con la democracia liberal: el ecofascismo podría emerger tanto de contextos autoritarios como de democracias liberales. Podría utilizar elementos estratégicos de la democracia liberal (propaganda, censura) o buscar su eliminación.
Economía y desigualdad: bajo el ecofascismo, una gran parte de la población mundial sería expulsada del mercado laboral incrementando las desigualdades sociales, de género y étnico-raciales pues el despojo adquiriría superioridad sobre la producción lo que podría resurgir prácticas feudales y generar el colapso del orden jurídico.
El capitalismo del desastre, que capitaliza catástrofes, se normalizaría. Se buscaría revivir las prácticas brutales del colonialismo, explotando mano de obra o exterminando poblaciones consideradas prescindibles.
Población: una idea central en la propuesta ecofascista es que "en el mundo sobra gente". La crisis ecológica se presentaría como prueba de que la población actual es insostenible. Ante esto, el ecofascismo podría optar por esclavizar o exterminar a quienes sobran.
Aunque los nazis prefirieron el exterminio, el ecofascismo podría inclinarse por la esclavitud para mantener la fuerza de trabajo que el capitalismo aún necesitaría en un escenario de colapso. Esto sería compatible con políticas autoritarias de control de natalidad y exterminio selectivo, estableciendo una jerarquía sobre quién vive y quién muere.
Al respecto, ambos expertos enfatizan que el problema del colapso ambiental no es demográfico, sino producto del capitalismo. El planeta podría sostener a miles de millones de personas del Sur global, pero el estilo de vida y consumo de unos pocos millones de las clases medias del Norte global son los que lo devastan.
Medios y legitimación: el ecofascismo se apoyaría en un "servil poder mediático", incluyendo medios tradicionales y redes sociales. Su función principal sería justificar y presentar la propuesta ecofascista como algo deseable y hasta filantrópico. Se buscaría consolidarla como un "consenso de época", haciendo creer que es el pueblo quien lo demanda.
Un mecanismo clave sería la instrumentalización del miedo: miedo a la pobreza, a las personas extranjeras, a "los de abajo". Se usarían herramientas como estadísticas, mecanismos de seguridad, fake news y teorías conspirativas para distorsionar la realidad, promoviendo el individualismo y la pérdida de conciencia.
Para ambos expertos las crisis actuales se ven como un caldo de cultivo ideal para el surgimiento de experiencias autoritarias extremas, con una probabilidad considerable de materializarse si no se construye una democracia ecológica basada en la igualdad, autonomía y solidaridad, que afronte las crisis desde el respeto fundamental al planeta, todas las especies y las generaciones futuras.