Hace 45 años, el 29 de junio de 1979, una década después de los disturbios de Stonewall, se llevó a cabo la primera Marcha del Orgullo Homosexual en el entonces Distrito Federal. Pero no fue únicamente la chispa iniciada por Stormé DeLarverie, Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera y otres la que encendió el “Movimiento Gay” en México.
En 1971, una tienda departamental despidió a uno de sus empleados bajo la sospecha de ser gay, la indignación causada impulsó la creación del Frente de Liberación Homosexual de México y activó una manifestación donde estuvieron presentes, entre otros, Carlos Monsivais y Nancy Cárdenas.
La Marcha del Orgullo Homosexual de 1979 no fue una celebración sino un acto de exigencia por el reconocimiento de derechos y el fin de la homofobia imperante en la sociedad mexicana. En los últimos años, muchos debates han iniciado respecto a qué significa o qué debería representar la conmemoración del Orgullo. Si debe haber presencia institucional o de marcas, si debe ser celebración, si debería retomar un ánimo más sobrio frente a los retrocesos en derechos y las violencias que aún vive la comunidad en nuestro país y en el mundo. ¿Qué queremos que sea el Orgullo?
El Orgullo es una fecha de emociones cruzadas. Sí, la indignación y la rabia están —y deben estar— presentes, hemos logrado muchos avances pero también hemos perdido terreno frente a discursos de odio y aún hay quien debate sobre derechos básicos de la comunidad trans. Pero también hay resistencia en ocupar los espacios públicos desde el goce y la celebración. Vivir vidas LGBTIQ+ plenas, felices y con orgullo es, también, un acto político.
¿Por qué ocupar el espacio público desde el goce, además de la rabia, es también un acto de político de resistencia frente a la discriminación y el odio?
Hasta marzo de este año, se registraron seis mujeres trans asesinadas en nuestro país; celebrar la vida de las personas trans, visibilizar que sus vidas son dignas y felices, es un acto político. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021, 26.1% de las personas LGBTIQ+ de 15 años o más ha pensado en cometer suicidio; celebrar la felicidad de las infancias y juventudes LGBTIQ+, rechazando la premisa de que sus vidas serán dolorosas o tristes, es un acto político.
Organizaciones de la sociedad civil documentaron que entre 2010 y 2022 se registraron 124 personas de la diversidad sexual desaparecidas, aunque el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas no desglosa la orientación sexual o identidad de cada persona; personas LGBTIQ+ existiendo en los espacios públicos con seguridad y alegría, ES un acto político.
La resistencia y la lucha desde la exigencia y la rabia es necesaria para avanzar en la creación de políticas públicas inclusivas, para eliminar normas discriminatorias, para exigir reparación y no repetición de violaciones a los derechos de la comunidad.
Y la lucha desde la alegría, desde la comunidad, desde el orgullo y goce de nuestros cuerpos, de nuestras colectividades, de nuestras vidas, logra cambios profundos en las percepciones, no sólo de quien puede convertirse en persona aliada, también en aquelles que no han encontrado su lugar, que sienten temor, que sufren odio. Conmemorar el Día del Orgullo desde el goce nos recuerda que las vidas LGBTIQ+ pueden estar tan llenas de cuidados, de afectos y de logros como deseen, y que tienen derecho de ser vividas en lo público.
Sí a la celebración colectiva, no a la captura y rainbow washing
Como cada año, durante el mes de junio llega con muchas actividades, talleres y cursos para concientizar y erradicar la discriminación contra la comunidad LGBTIQ+, y con ello, una práctica que existe en muchas empresas y marcas que se suman a estas agendas no por principios sino por beneficio comercial.
Este fenómeno, conocido como rainbow washing (similar al purple washing, durante el Día Internacional de la Mujer o el green washing, relacionado con compromisos en materia de sostenibilidad y climática) se refiere a intentar “lavar” la imagen de una empresa sumándose a exigencias sociales las cuales son incompatibles con las actividades o posiciones de las empresas el resto del tiempo.
Una de las principales críticas de la presencia de marcas y multinacionales durante las manifestaciones del Orgullo es precisamente que muchas de ellas en realidad no tienen un compromiso con políticas de antidiscriminación al interior de sus organizaciones o que apoyan financieramente proyectos o políticas públicas que violentan a la comunidad LGTBIQ+.
Orgullo, feliz y combativo
El movimiento LGBTIQ+ es, en muchas instancias, parte integral y aliada del movimiento feminista. El activismo y el pensamiento queer nos permite ampliar y profundizar nuestro entendimiento del rol que tienen en la sociedad y en nosotras mismas el género y la sexualidad, mientras que impulsan la lucha por la diversidad y equidad.
La homofobia, lesbofobia, transfobia y demás maneras de odiar a personas con orientación sexual o expresión de género distintas a lo normativo, tienen consecuencias graves en la salud física y mental de las víctimas y en el tejido social de nuestras comunidades.
Ver, reconocer y celebrar a las personas LGBTIQ+, y su derecho precisamente a celebrar la existencia y resistencia, ya sea desde la rabia o desde el goce, desde los espacios institucionales o desde el activismo, y crear y defender los espacios donde esto es posible, es una decisión política que todas, todes y todos podemos tomar cada día.
El Día del Orgullo es mucho más que una celebración; es una declaración de derechos, visibilidad y apoyo emocional. Al reconocer este día, no solo se honra la historia y las luchas pasadas, sino que se refuerza el compromiso con un futuro más inclusivo y equitativo. La promoción de la igualdad, el fomento de la visibilidad y el apoyo a la salud mental de la comunidad LGBT son fundamentales para construir una sociedad donde cada persona pueda vivir auténticamente y con dignidad.
Al celebrar el Día del Orgullo, reafirmamos nuestro compromiso con la diversidad y la igualdad, avanzando hacia un mundo donde todas las identidades sean respetadas y valoradas.