En 2020 escribí que el cuerpo de la mujer era un territorio por recuperar, en 2022 publiqué que el cuerpo que habitamos las mujeres no nos pertenece del todo. Hoy me centro en la función de la menstruación que habita por un tiempo determinado en nuestros maravillosos cuerpos, y cómo esta función biológica se vuelve en un opresor sociocultural hacia las mujeres y personas menstruantes.
Esto me lleva a reflexionar sobre la importancia de valorizar la función orgánica de la menstruación en nuestro cuerpo, así como la importancia del acompañamiento para recibirla de manera informada y amorosa en nuestra vida, desde los derechos sexuales, y cómo esto impactaría de manera positiva a nuestro bienestar emocional y de salud integral.
La menstruación vivida desde el miedo y lo vergonzoso
Es necesario que las mujeres y personas menstruantes, comencemos a validar nuestro ser y sentir, nombrando a nuestro cuerpo y anatomía, incluyendo nuestro aparato reproductivo con sus nombres biológicos y no con sobrenombres, ya que desdibujamos e invalidamos a nuestro propio cuerpo.
En el caso de la menstruación, nos hemos topado históricamente con un tabú misterioso que se relaciona con la sangre, la cual nos significa vida, pasión, fuerza y salud; sin embargo, lo que nos han dicho es que el sangrado de las mujeres y personas menstruantes es incómodo, sucio, impuro y cada vez que se presente habrá de ocultarse; lo cual desde ese discurso nos construye una realidad poco agradable, con miedo, que nos limita y que nos avergüenza. De ahí la invitación a dejar de usar los sobrenombres de “la visita de Juan”, “ando en mis días”, “la regla”, “Andrés el que viene una vez al mes”, y “los comunistas en la casa de la lujuria”, hoy toca el tiempo de dignificar a nuestra menstruación.
La menstruación como termómetro de nuestra salud
Nuestro cuerpo necesita que lo miremos, toquemos y exploremos para conocerlo y, de manera interna, la menstruación es un referente que nos informa mensualmente a través de su color, aroma y textura del sangrado sobre nuestra salud; en el caso de que el color se tiña oscuro, el olor sea penetrante y la textura sea un coágulo, es necesario acudir a una revisión ginecológica, ya que podría haber una posible endometriosis, quistes, pólipos y/o algún tipo de cáncer. De igual forma, si se presentan migrañas, sangrado excesivo, ausencia de sangrado, temperatura y/o cólicos, son indicadores que algo no está bien y habremos de atenderlo y prevenirlo.
La importancia del acompañamiento antes, durante y después de la primera menstruación
Es importante que las niñas, adolescentes y población menstruante cuente con información por parte de su mamá, papá y/o tutores, y que ésta no solo sea de manera técnica. La mayoría de mis consultantes han vivido esta experiencia de manera solitaria y con muchas dudas, escuchando: “te va a bajar”, “debes cuidarte”, “ya no brinques como cabra”, “que no te toquen los hombres” y “siéntate con las piernas cruzadas”, lo cual además de violento, les crea miedos y muchas dudas.
Es necesario hacer un acompañamiento permanente e informado desde los derechos sexuales y de manera lúdica, desde cómo tocar, manipular y poner una toalla, los tipos de productos menstruales, la duración de estos para evitar infecciones, la posible sintomatología y/o cambios emocionales, la importancia de su alimentación, el descanso y ejercicio, lo que es un sangrado saludable y uno de alerta, la importancia de un seguimiento ginecológico, así como de contactar con su sentir y necesidades.
Este acompañamiento informativo y emocional, contribuirá a sentirse acompañada, a construir su amor propio, a mejorar su autoconcepto y a no vincular el ser mujer con el sufrimiento.
Finalmente, podemos decir que el conocer nuestro cuerpo y su funcionamiento, nos lleva a cuidarlo y responsabilizarnos de él. El contar con el acompañamiento necesario antes, durante y posterior a la menstruación, contribuye a visibilizar la importancia de su función en nuestro organismo, la construcción de nuestro amor propio, a tener mayor seguridad, un mejor autoconcepto, lo cual se traducirá de alguna forma, a no normalizar su rechazo y a no permitir ser violentada, mejorando nuestro bienestar emocional.