A pesar de que, en estos días, la ola de calor se ha disipado en algunas zonas del país, la situación no ha terminado. De hecho, esta semana se proyecta un nuevo incremento en las temperaturas y en algunas entidades la sensación térmica será de 50 grados, según académicos de la UNAM.
El cambio climático que vivimos, fue impulsado principalmente por la actividad humana y otros factores, en particular, por la liberación de grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y han dado lugar a que ocurran una serie de fenómenos, algunos de los cuales son percibidos como fuera de lo común por las personas, pero es una realidad en la que viviremos los próximos años.
De acuerdo con Sandra López, investigadora de Energía y Medio Ambiente en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en los últimos 40 años, México ha experimentado un aumento de temperatura de 1.6 °C, lo que ha intensificado la frecuencia de sequías, la desertificación y el incremento del nivel del mar. Esto ha llevado a la sociedad mexicana a enfrentarse a la necesidad de adaptarse a estos cambios inminentes.
Se espera que la brecha entre los más ricos y los más pobres se agrave, tanto en términos económicos como de género. Las mujeres están experimentando impactos significativamente más graves debido al cambio climático. Según estadísticas del Banco Mundial, las mujeres en su etapa más productiva tienen más probabilidades de ser pobres en comparación con los hombres en el mismo grupo de edad. Además, las mujeres, especialmente en áreas rurales, dependen en mayor medida de los recursos naturales que están en riesgo.
Nada es indiferente al género
ONU Mujeres realizó una investigación sobre cómo el cambio climático puede repercutir desproporcionadamente a las mujeres y niñas, ya que es una situación que agrava las desigualdades que ya existen y continúan amenazando sus medios de vida, salud y seguridad. Pero ¿por qué? En el mundo, las mujeres dependen en mayor medida de los recursos naturales, pero tienen un menor acceso a los mismos. En muchas regiones, las mujeres mantienen una carga desproporcionada en la responsabilidad de garantizar alimentos, agua y combustible.
De hecho, la agricultura es el sector laboral más importante para las mujeres en países de ingresos bajos y medianos. Las campesinas tienen menos acceso a créditos, capacitación y tecnología lo que las deja en desventaja para afrontar las condiciones del clima; y cuando hay sequía y lluvias irregulares, las mujeres, como trabajadoras agrícolas y productoras primarias, deben esforzarse aún más para obtener ingresos y recursos para sus familias, con presión sobre las niñas, quienes en ocasiones se ven obligadas a abandonar la escuela para ayudar a sus madres a lidiar con esta carga adicional, volviéndose vulnerables.
Cuando hay un desastre natural, las mujeres tienen menos probabilidades de sobrevivir. Las probabilidades de morir luego de un evento climático extremo son 14 veces más altas para mujeres, niñas y niños que para los hombres. Además, suelen enfrentar mayores adversidades debido a la desigualdades de género que tienen que ver con la participación, la toma de decisiones y el acceso a recursos y capacitación. Las mujeres y las niñas experimentan dificultades adicionales para recibir ayuda y asistencia, lo que amenaza aún más sus medios de vida, bienestar y proceso de recuperación.
Esto crea un ciclo vicioso de vulnerabilidad ante futuros desastres. De hecho, el 80% de las personas que se desplazan por desastres relacionados con el clima son mujeres, una situación que se discutió en la Conferencia sobre el Cambio Climático, COP26.
¿Qué podemos hacer?
Es necesario abordar estos problemas con un enfoque de género y de forma conjunta, se necesitan promover acciones donde las mujeres participen en la toma de decisiones y brindar el apoyo para fortalecer su resiliencia frente a los cambios climáticos. El diseño de estrategias efectivas puede repercutir en los efectos en el sector público, pero además el sector privado es estratégico para incluir a las mujeres y solucionar perspectiva de género, mediante financiamientos e integración a su propio mercado, promover el empleo en industrias como la energética, minera, construcción entre otras, puede brindar otras visiones de cómo atender las demandas desde otros enfoques.