La violencia contra la mujer no da tregua. Las estadísticas revelan que el mes pasado hubo un aumento en los delitos que las afectan desproporcionadamente: violencia familiar, la violencia de género, el abuso y el acoso sexual, en comparación con el mismo mes en 2022. Lo cual refleja un panorama preocupante.

Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante los primeros siete meses del año 2023, se han registrado al menos 170,488 incidentes de violencia doméstica a nivel nacional y en el mismo periodo del año anterior, esta cantidad se situaba en 158,912 denuncias.

La situación se vuelve más compleja cuando una víctima decide denunciar un delito, ya que desde 2019 hasta ahora, la Unidad Especializada en Género de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC), ha registrado un total de mil 162 denuncias por casos de violencia de género, en los cuales se involucra a agentes masculinos, dirigidos hacia mujeres que son tanto policías como ciudadanas y 166 elementos de la policía fueron destituidos por esa causa.

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Si bien las estadísticas son un punto de partida para determinar que hay una alarma, pero ¿qué pasa con los delitos que no se denuncian? ¿y aquellas víctimas que sí tuvieron el valor de alzar la voz, pero fueron nuevamente violentadas por las propias autoridades? 

No lo sabemos con exactitud, no sabemos cuántas son y qué tan cerca podrían estar de nosotros o nosotras, ya que para tratar con estos conflictos se requiere, además, de una adecuada aplicación de la ley, un debido proceso con perspectiva de género. De hecho, cada día, en promedio, más de 850 mujeres marcan un número de teléfono buscando ayuda desde diferentes lugares de México en lo que va del año.

Sin embargo, detrás de cada número hay historias reales de sufrimiento, hay personas que en este momento son víctimas que merecen ser tratadas con empatía y justicia. 

Las cifras representan una alerta de género para las autoridades, un llamado de atención hacia los medios, un grito hacia nuestros entornos y una reflexión para la sociedad.

Se avecina el periodo electoral en 2024 y con ello, la necesidad de posicionar al género como una prioridad en las propuestas y en las discusiones. Impulsemos candidatas no por el hecho de ser mujeres, sino por su capacidad, experiencia y méritos, que garanticen además, la inserción de temas y demandas que involucren políticas para atender este tipo de conflictos, por un país con menos personas desaparecidas, para que dejemos de vivir con miedo.