En La Cadera de Eva, hemos abordado en diversas ocasiones cómo las mujeres en el ámbito político son sometidas a juicios que van más allá de sus capacidades, decisiones políticas o acciones públicas.
En nuestros recientes artículos sobre la presidenta Claudia Sheinbaum, hemos buscado abrir una conversación sobre la violencia política de género, una violencia que se disfraza en comentarios sobre el cuerpo, la apariencia y las decisiones personales de las mujeres en el poder, en lugar de centrarse en sus propuestas y capacidades.
El artículo “Violencia estética: el 'bótox' de Sheinbaum reaviva debates misóginos”, relacionado con la especulación sobre un posible tratamiento estético, ahondamos en cómo las mujeres en la política no solo son sometidas a escrutinio por sus acciones, sino por su imagen, en un intento por reducirlas a estereotipos superficiales.
Al hacer estos análisis, nos enfrentamos a una avalancha de comentarios en redes que, en lugar de profundizar en los temas que tocamos, se desvían contínuamente hacia ataques viscerales y partidistas: nos acusaron de ser "morenistas", de estar "en la nómina de presidencia" y nos mandaron a limitarnos a “simplemente hacer periodismo”. Estos comentarios no abordan el fondo de la discusión, ni la violencia estética ni política en razón de género, sino que descalifican al medio y desvirtúan la crítica de manera peligrosa y polarizada.
El patrón es claro: cuando las mujeres que participan activamente en la vida pública de la política son objeto de análisis o críticas, éstas no se centran en sus políticas, decisiones, logros o fallos profesionales. Más bien, la discusión se desvía hacia su cuerpo, su apariencia o incluso su edad reflejando una violencia política de género que busca descalificar a las mujeres en lugar de considerar sus méritos.
Así, lo que comienza como una crítica legítima sobre las presiones estéticas y políticas que enfrentan las mujeres públicas, se convierte en un ataque personal, generalmente misógino y partidista, que tiene como objetivo disminuirlas en todos los aspectos posibles.
Lo que hemos observado, además, es cómo la violencia de género se enmarca rápidamente en un discurso político polarizado. En lugar de debatir sobre la violencia digital sufrida por la senadora Andréa Chávez, por ejemplo, o reflexionar sobre la violencia estética dirigida a figuras como Sheinbaum, la ministra Norma Piña o la excandidata presidencial Xóchitl Gálvez, con comentarios misóginos, las respuestas se han centrado en descalificar el trabajo de nuestro medio, reduciendo nuestra labor periodística a un asunto de "alineación política" o de supuesta afinidad con el gobierno.
La violencia estética contra las mujeres no es solo una cuestión superficial. Es una forma de control, de limitación, de minimizar a las mujeres que intentan cambiar el rumbo de la política. En el caso de Sheinbaum, la especulación sobre su apariencia no es solo un juicio superficial sobre su cuerpo, sino un reflejo de la violencia política que enfrenta por ser una mujer al frente de un proyecto de poder. La crítica sobre su imagen, lejos de ser una crítica legítima a sus decisiones políticas, se convierte en un ataque que no solo está relacionado con su físico, sino con el simple hecho de ser mujer en un espacio político históricamente dominado por hombres.
La violencia digital, que la hemos visto tambiénen los casos de Andrea Chávez o Xóchitl Gálvez, se suma a este patrón. Los ataques a su persona no se limitan a la crítica política, sino que atacan su ser como mujer, reduciéndola a una caricatura, a un objetivo fácil para aquellos que no quieren escuchar lo que tiene que decir.
Este fenómeno refleja una polarización que ha tomado el espacio público, donde todo lo que se dice o se escribe es inmediatamente partido, descalificado y reducido a una cuestión de lealtades políticas.
En La Cadera de Eva seguimos defendiendo un periodismo que pone sobre la mesa lo que otros prefieren ignorar: la violencia política de género, la discriminación estética y la polarización que impide un verdadero avance en el reconocimiento y respeto hacia las mujeres en la política. Seguiremos haciendo preguntas incómodas, analizando situaciones que incomodan y señalando los problemas de fondo, sin dejarnos arrastrar por la descalificación fácil.
Lo que está en juego es la visibilidad y la participación de las mujeres en todos los ámbitos, especialmente en la política. No se trata solo de Claudia Sheinbaum, ni de Andréa Chávez o María Luisa Alcalde, a quienes, por cierto, se les ha relacionado con el hashtag misógino #PutonasdelBienestar, como hemos señalado anteriormente.
Se trata de todas las mujeres que, al igual que ellas, enfrentan un sistema que las desacredita por ser mujeres antes que por lo que hacen o representan. Nosotras seguimos con la convicción de que la lucha por la visibilidad y la dignidad de las mujeres es una batalla que se libra todos los días, y desde La Cadera de Eva continuamos comprometidas con ella.