Entendemos por género los roles, características y oportunidades que la sociedad asigna arbitrariamente a los hombres y las mujeres en función del sexo biológico con el que nacieron, masculino para ellos, femenino para ellas. Sin embargo, el orden de género va más allá de dictar los comportamientos esperados para los géneros, también sienta las bases para la organización social de las relaciones entre hombres y mujeres incluido el acceso a oportunidades y derechos a lo largo de la vida, desafortunadamente casi siempre de forma desigual e inequitativa. 

Es menester saber que el género no tiene el mismo significado en todas las sociedades y culturas, tampoco es un concepto estático, sino que se va modificando por múltiples variables a lo largo del tiempo histórico. La sociedad, la comunidad, el barrio y la familia nos van educando en razón de género, pero una vez internalizado también nosotras participamos en el proceso de socialización, educando a otras y otros (y a nosotras mismas) en el marco de este sistema llamado sexo-género.

Hago un alto aquí para hacer algunas aclaraciones que considero pertinentes. Aunque el género se utiliza la más de las veces como sinónimo de sexo y por tanto intercambiable (inclusive en el sistema de salud pública) no son lo mismo. El primero es una construcción social, y el segundo un constructo biológico. También se suele utilizar para hacer alusión a las mujeres, pero el género es un concepto que integra tanto a mujeres como hombres. Por último, y no menos importante, se asocia directamente con el pensamiento feminista, si bien la noción de género es una contribución surgida de las feministas anglosajonas con el fin de visibilizar las relaciones desiguales entre los sexos con base en el género, hoy día no todos los estudios, investigaciones, políticas etc. que consideran la categoría de género necesariamente se adhieren a la teoría feminista por varias razones a saber, entre ellas las confusiones antes descritas, así como la limitada comprensión y reticencia al propósito del feminismo y finalmente al entendimiento, como esta construcción social que opera para generar y sostener diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres y que mantiene en desventaja a las últimas.

Ahora bien, la incorporación de la perspectiva de género es una estrategia destinada a hacer que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, así como de los hombres, sean un elemento integrante de la elaboración, la aplicación, la supervisión y la evaluación de las políticas y los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, a fin de que las mujeres y los hombres se beneficien por igual y se impida que se perpetúe la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad sustantiva entre los géneros (ONU 1997). Uno de los objetivos de la igualdad entre los géneros es el derecho a gozar de una vida saludable para ser y hacer lo que es importante para cada persona. 

El informe Masculinidades y Salud en las Américas (OPS 2019) nos revela datos que nos interpelan a repensar la salud como la hemos entendido hasta ahora; por ejemplo, la esperanza de vida al nacer (EVN), cuenta con un promedio de 5,8 años más para las mujeres y una varianza de 4 a 7 años. Esto concuerda con la esperanza de años de vida saludable (EVISA), que muestra un diferencial de 4 años a favor de las mujeres; se espera que uno de cada cinco hombres muera antes de cumplir cincuenta años. En el caso de México, según lo reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el semestre enero-junio 2022 dentro de las 10 principales causas de muertes en los varones se encontraban las agresiones, los accidentes y las lesiones autoinfligidas intencionalmente (suicidios); es decir, causas externas relacionadas con conductas violentas (que presumiblemente son aprendidas y alentadas como parte de los mandatos del género masculino).

En el caso de las mujeres, el proceso salud-enfermedad está estrechamente relacionada con la sexualidad, el trabajo reproductivo (actividades relacionadas con el cuidado del hogar y la familia; es decir, trabajo doméstico y de cuidados) y la violencia de género. Comparto sólo algunos datos publicados por ONU Mujeres donde informan que los riesgos para la salud de las mujeres inician incluso antes de nacer y están relacionados nuevamente con este sistema de creencias sexo-género; por ejemplo:

  • El muy lamentable feticidio: una bebé puede ser víctima de feticidio o infanticidio debido a las preferencias sociales y culturales en algunos países por los varones.
  • 133 millones de niñas y mujeres han sufrido mutilación genital femenina (MGF).
  • A nivel mundial, 700 millones de mujeres ya estaban casadas antes de los 18 años de edad (matrimonio infantil).
  • Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su compañero sentimental favoreciendo mayores tasas de depresión, alcoholismo e infecciones de transmisión sexual.
  • Y por supuesto sin omitir uno de los principales temas que nos ocupan: el trabajo de cuidados no remunerado realizado por las mujeres en el mundo, trayendo consigo múltiples implicaciones negativas para sus vidas (ONU MUJERES 2020). 

Para concluir, reitero la importancia de transversalizar la perspectiva de género no sólo en las políticas de salud sino en todas las políticas públicas, para migrar con la urgencia que se requiere a una sociedad del cuidado, y también con la firme convicción de la que escribe, que ningún gobierno va a lograr el reconocimiento, la reducción y la redistribución de los cuidados sin el cambio cultural del sistema sexo-género y la incorporación de nuestra multicitada perspectiva de género, tanto para el ejercicio de nuestro derecho a una vida saludable como para reorganizar el sistema de cuidados sobre la base de la interdependencia entre las personas y la corresponsabilidad de género y social —entre el Estado, el mercado, los hogares y la comunidad—.

Referencias bibliográficas 

Esteban, Mari Luz. El Estudio de la Salud y el Género: Las Ventajas de un Enfoque Antropológico y Feminista (2006). España.

DE KEIJZER, B. 2010. Masculinidades, violencia, resistencia y cambio. Tesis Doctoral en Salud Mental Comunitaria (mimeo) Instituto de Investigaciones Psicológicas, Universidad Veracruzana, Xalapa, México.

Instituto Nacional de Geografía y Estadística (2022, 26 de octubre) Estadísticas de Defunciones Registradas 2021 (COMUNICADO DE PRENSA NÚM. 600/22)  

Organización Panamericana de la Salud. Masculinidades y salud en la Región de las Américas. Resumen. Washington, D.C.: OPS; 2019

Organización de las Naciones Unidas, Asuntos de Género. (1 de marzo de 2016). Incorporar la perspectiva de género en la producción estadística supone interrogar sobre cómo impactan de forma diferencial determinados fenómenos a hombres y mujeres.