En estas épocas las redes sociales se inundan de fotos donde se presumen cenas perfectas, arbolitos de Navidad repletos de regalos y decoraciones glamurosas. Sin embargo, sabemos que detrás de este escenario idílico se esconde una verdad incómoda: la Navidad se ha convertido en uno de los mayores rituales del consumismo capitalista y muchas veces, una temporada llena de violencia hacia las mujeres dentro de las familias.
Desde violencia económica y carga mental intensa, hasta lgtbiqfobia, gordofobia y machismo en las fiestas o cenas. Para muchas, particularmente las “ovejas negras” y las feministas de la familia, son eventos incómodos y violentos.
En la Editorial de esta semana nos cuestionamos el costo que tiene este modelo de consumo para el planeta, para nuestras vidas y, en particular, para las mujeres. Y es que lejos del que pudiera ser su significado original, las fiestas decembrinas han sido capturadas por el capitalismo para transformarse en un periodo de hiperconsumo y explotación.
Desde las ofertas del Buen Fin hasta las compras de último minuto para el intercambio navideño, la sociedad nos vende la idea de que el amor y el afecto cabe en un regalo y que entre más caro o de moda sea éste, más afecto existe.
El problema es que estas narrativas sobre la Navidad y los afectos no solo generan deudas para las familias (en México, el gasto promedio navideño puede superar los ingresos de un mes), sino que también perpetúa una cultura de consumo innecesario y acumulación.
De acuerdo con estimaciones de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo de los Estados Unidos Mexicanos, en este año se espera una derrama económica de hasta 550 mil millones de pesos durante estas fiestas. De esta cifra, una importante porción proviene de la compra de elementos de decoración para festejar las fiestas decembrinas.
Por su parte, la consultora Kantar reporta que el 35% de las y los mexicanos planea gastar más que el año pasado en regalos y celebraciones de Navidad, Año Nuevo y Día de Reyes, con un promedio de gasto de 5 mil 522 pesos; un 13% más que en 2023. Este aumento refleja una tendencia donde el consumismo se intensifica cada año.
Además, la sociedad impone a menudo una presión sobre las mujeres, sobre todo para las jefas de familia o madres autónomas, para que cumplan con ciertos estándares de consumo con todas las compras que hay que hacer.
Incluso, se suman las expectativas sociales de que sean las mujeres quienes se encarguen de la parte "emocional" de la Navidad, haciendo que las fiestas sean "especiales" a través de la organización, la decoración y los cuidados, reforzando los estereotipos de género que, a su vez, minimizan esta labor y la consideran “natural”.
En La Cadera de Eva, durante las últimas semanas, hemos detectado videos en redes sociales, particularmente Tik Tok, con ideas de cómo ser la mejor host de esas nuestras cenas navideñas entre amigas, donde nos reunimos como cada año para hablar del patriarcado (menos mal).
Pero una realidad que pocas veces vemos o somos conscientes de ella es la situación en la que se encuentran muchas de las mujeres que están en empleos temporales o precarios durante esta época, como vendedoras en tiendas departamentales o trabajadoras que producen los juguetes y adornos que consumimos. Mientras las corporaciones celebran ganancias récord, ellas enfrentan largas jornadas, salarios precarios violencia y explotación.
El consumismo navideño también tiene un costo elevado para el planeta. Desde los empaques excesivos hasta los desechos electrónicos del último gadget de “moda” o los arbolitos navideños supuestamente “ecofriendly”. No olvidemos que el cambio climático, exacerbado por estos hábitos de consumo, afecta desproporcionadamente a las mujeres, quienes suelen estar en la primera línea frente a desastres ambientales y escasez de recursos.
¿Y quién se beneficia realmente? Es imposible ignorar que quienes más ganan durante esta temporada son las grandes corporaciones (Amazon, por ejemplo) las que suman signos de pesos a sus bolsillos. En contraste, las familias trabajadoras enfrentan el inicio de un nuevo año con deudas que perpetúan la desigualdad, de ahí la famosa “cuesta de Enero”.
En La Cadera de Eva creemos que sí que es posible recuperar el sentido de las festividades desde un enfoque más consciente y solidario. Desde apoyar emprendimientos encabezados por mujeres (como esta colecta en favor de las y los huérfanos de desaparición y feminicidio), ayudar a las labores de cuidado, limpieza y organización en casa, priorizar el tiempo de calidad antes que comprar impulsivamente y buscar alternativas ecológicas para los regalos.
Reinventemos la Navidad desde la empatía y la crítica. Celebrar no debería costar el planeta ni nuestra salud.