Hace días conocí a Olga. Siempre carga con ella una pashmina que no usa, amarrada al bolso de mano. Es más un amuleto, era de su mamá que falleció. Yo diría que más que amuleto es seguir en compañía con ella, a donde va. Me contaba que desde niña tuvo un problema en la piel que le ocasionó manchas y cicatrices. Y me hablaba del bullying que vivió por ello. En su familia además ella y sus hermanos, eran "los morenos", todos los demás güeros. Y ella, específicamente ella, era "la morena con manchas".

Olga hoy tiene 59 años, y hasta la fecha no descubre sus piernas. Usa puro pantalón.

Mi sobrina Frida tiene 10 años. Y es alta. Empieza a desarrollarse y no se ve delgada como las demás de su edad. A los 10, siendo tan solo una niña, ya recibió en su contexto y en su familia un: "Está gordita". Así con diminutivo, porque ven que si lo aligeras en chiquito y "con cariño", para nada es ya gordofobia.

Y no sólo eso, a sus 10 años, y a sus espaldas, ya le dijeron "cochina", porque no quiere usar corpiño, y se le notan dos pezones en sus playeras o vestidos. ¿Será que se le notan porque en efecto, los tiene? ¿Entenderá el mundo mediocre que el que se noten no es lo mismo que el que se vean? Notar no es descubrir. Una diferencia abismal entre una cosa y la otra.

Y mi hermana, que es la mamá de Fridita, ya le sentenció: "Que debe de usar corpiño".

Debe. Así, como regla que no cabe brincarse. Una manda. Un deber. El "tienes que" de todas las mujeres, que con tanta mierda, históricamente, nos han puesto encima en un abuso misógino y machista de poder. No hay más.

Pero para nosotras las feministas, que nos hemos atrevido a cuestionar y desmontar estos "deberes" y reglas patriarcales, así como para todas las que también han estudiado al género, y todos los días se desenvuelven en el mundo con una mirada violeta y una perspectiva antiviolencia, bien sabemos que estos dos ejemplos que señalo arriba, son una muestra común de cómo nos han hecho daño. Una y otra vez. Una y otra vez. Una vez y otra vez más.

Pero el que lo sepamos nosotras y hasta ya nos parezca que no hay nada nuevo en decirlo, es evidente que no, y que este 2024 hay que seguir diciéndolo, escribiendo sobre ello y gritándolo fuertemente.

¡Basta!

Lo que han hecho es sembrar vergüenza, y culpa, y eso destruye la seguridad y la salud mental de nosotras las mujeres. Tenemos que pararlo. Más si se trata de una niña, qué clase de estima, tesón y seguridad les estamos volviendo a poner encima, en un círculo de reproducción de cómo nos socializaron a nosotras.

Es inaudito. Ya no se puede tolerar. Tenemos que frenar. Poner muros. La vergüenza no es vergüenza, es un castigo misógino que se construyeron para jodernos. Es un arma social para destruir nuestra capacidad, nuestro brillo, nuestra belleza, en el sentido más estricto de humanidad, y no crea que hablo de modelos ficticias de revista, o de apariencias, en eso que malnombran "belleza".

Si la vergüenza se la contruyeron los otros, que esos otros se hagan cargo de ella. Es su basura, no nuestra.

Basta de educar a niñas para que "no provoquen", "que no se vea, que no se note", "que se ve mal". Si tantas ganas tienen de enseñar y educar, vayan y adiestren a ellos, los hombres... para que dejen de pensar que una niña es sucia, está mal, y no debería, que dejen de pensar que a una mujer le sobra o le falta, no debe o se ve mal. Por ejemplo, edúquenles la mirada, la boca y el cerebro. Y cóbrenles, que educar es un trabajo.

No es nuestro cuerpo, es la mirada que nos ponen encima para castigarnos y apagar nuestra belleza y luz.

¡Basta!

No somos nosotras, es el machismo, es el racismo, es el desprecio que tienen por las mujeres y los cuerpos de las mujeres.

La vergüenza es clasista, es punitiva y hay que erradicarla. La vergüenza de ser mujeres es algo con lo que nos han mantenido presas del miedo, la pena, la inseguridad, el control, el abuso y pagando psicólogos. Nos falta que nos indemnicen.

Mujeres: Somos preciosas así también sin cintura, con muchos o pocos kilos, con estrías, con arrugas, con flacidez, con manchas, con cicatrices... No le debemos arreglarnos a nadie, no estamos descompuestas. No le debemos "vernos bien o mal" a nadie. Nos debemos en cambio, a nosotras mismas, frenar este círculo de reproducción de violencias.

La vergüenza es una mierda, y a la mierda se le baja 2 veces para que se vaya por el drenaje.

Tú eres bella, y te ves bella, así como seas.