El feminismo trata de luchar contra la forma en que el patriarcado omite la subjetividad de los seres para su beneficio. “Es aterrador que la vulnerabilidad percibida de los animales sea utilizada como justificación implícita de su abuso”, escribe Aph Ko, una feminista interseccional para Everyday Feminism.
Aph Ko argumenta por qué defender los derechos de los animales también es un tema feminista. Aquí retomamos su idea y la conectamos con la situación que vivimos en México.
1. Los cuerpos de los animales se objetivizan
El tomar otro cuerpo como objeto es creer que el cuerpo o vida del otro existe para el placer o beneficio de otra persona, como ha sido la sexualización de los cuerpos de las mujeres. Un caso es la violencia que se comete hacia las mujeres “sabemos que son violadas, golpeadas, acosadas y asesinadas” de forma rutinaria, porque son tomadas en cuenta como objetos de los hombres, escribe Aph Ko.
Al respecto, Jean Kilbourne escribe "convertir a un ser humano en una cosa, un objeto, es casi siempre el primer paso para justificar la violencia contra esa persona".
En este sentido, los cuerpos de los animales son utilizados para hacer cosas en beneficio de los humanos, como usarlos para proyectos científicos poco éticos.
Por ello, algunos ratones, monos, cerdos, conejos y otros animales son utilizados como pruebas científicas. Ahí tenemos el caso de Ralph, el personaje que creó la organización Humane Society International, para demostrar el maltrato animal detrás de la industria de los cosméticos.
2. Utilización de los cuerpos de los animales para normalizar la violación
La organización People for the Ethical Treatment of Animals ha descrito como una violación a la inseminación forzada de las hembras. PETA ha señalado que las vacas y otras hembras criadas en granjas industriales soportan ser violadas repetidamente, y sus crías son arrebatadas antes de que las maten todas.
3. Hay una relación entre violencia familiar y maltrato animal
La Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México (PAOT) señaló que existe un vínculo entre el maltrato animal y la violencia doméstica, e incluso de género. Por ello, este martes se presentó un protocolo mediante el cual dará vista a la Fiscalía General de Justicia para investigar casos de violencia intrafamiliar a partir de denuncias de abuso animal.
Por otro lado, la American Humane Association afirmó que en el 88% de los hogares donde hubo abuso infantil, también se estaba produciendo abuso animal. Para las mujeres que buscan refugios en casas seguras, más de la mitad de estas mujeres afirmaron que sus parejas violentas amenazaron con lastimar a sus mascotas.
4. La interseccionalidad debe incluir a grupos oprimidos
El lenguaje que rodea a los animales hace uso constante de una jerarquía moral que sugiere que ciertos cuerpos son más valiosos que otros, proponiendo en consecuencia que la situación de ciertos grupos es más importante o significativa que la de otros.
Un ejemplo es que en las consignas feministas no se dice ““¡Tratan mejor a los animales que a las mujeres!”. En otros lugares, se pueden encontrar expresiones como “un perro habría recibido más respeto que él”.
El lenguaje que rodea a los animales usa una constante jerarquía moral que sugiere que algunos cuerpos son más valiosos que otros, proponiendo que la situación de ciertos grupos es más importante que otros.
5. Mitos sobre el comportamiento animal
Existen argumentos culturales que se utilizan para naturalizar comportamientos problemáticos. Pensar que “los hombres son así” es una forma de justificar sus actos violentos. “Es más sencillo decir ‘es que los niños son naturalmente así’ que reconocer que existen sistemas de género que producen cuerpos culturales que actúan de ciertas formas, escribe la autora.
Hay espacios donde se come carne normalizando los sistemas de opresión. Se difuden creencias, de acuerdo con Aph Ko en las que se señalan: “Nunca podría dejar de comer carne” o “nunca podría hacerme vegano porque me gusta demasiado el queso”.
Aph Ko nos invita a repensar que detrás de la forma en que comemos hay una industria interesada en que consumamos así. “Como feministas, necesitamos politizar incluso las cosas aparentemente mundanas de nuestras vidas, como los alimentos que consumimos”, apunta.