En las cárceles mexicanas, la maternidad se vive entre rejas y carencias. Cientos de mujeres privadas de la libertad crían a sus hijas e hijos en condiciones de precariedad, sin espacios adecuados de cuidado ni políticas públicas que reconozcan sus derechos.
Los datos dimensionan el problema: 307 mujeres son madres dentro de prisión y 311 niñas y niños pasan su infancia en estos entornos, de acuerdo con cifras de La Cana, una organización civil dedicada a la reinserción social de mujeres en centros penitenciarios y a visibilizar las condiciones en las que viven.
Este no es un problema aislado, sino la consecuencia de un sistema penitenciario carente de perspectiva de género y de maternidad digna. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 2021 del Inegi el 67.8% de las mujeres privadas de libertad declaró tener hijas e hijos menores de edad.
Esta situación vulnera constantemente los derechos básicos tanto de las madres como de la niñez. La falta de condiciones adecuadas no solo limita el derecho de las mujeres a ejercer su maternidad libremente, sino que también compromete el desarrollo saludable de los niños y niñas que crecen en contextos adversos.
En entrevista con La Cadera de Eva, Mercedes Becker, cofundadora y Directora de Reinserción Social y Seguimiento en Libertad de La Cana, enfatiza que la maternidad no debería vivirse en condiciones de precariedad y abandono dentro de prisión.
Maternidad y lactancia en centros penitenciarios
Becker recordó el caso de una mujer con mastitis —una inflamación dolorosa del tejido mamario común durante la lactancia— que no recibió atención médica dentro del penal. Ante la omisión de las autoridades, fueron sus familiares quienes tuvieron que sacar al bebé durante tres días para llevarlo a consulta y realizarle estudios, “porque llevaba muchos días enfermo y no estaba recibiendo atención por parte del centro”, explicó.
“Ella no tiene un extractor para poder extraerse la leche y eso hace que (la lactancia) sea muy complicada, que se genere mucho dolor, mucha incomodidad”.
Las complicaciones comunes de la lactancia, como mastitis, grietas o infecciones, a menudo no reciben atención médica oportuna. Esto puede provocar dolor físico considerable y agravar problemas de salud que, de otro modo, serían tratables, de acuerdo con Becker.
Cuando amamantar en prisión se convierte en una lucha contra la precariedad
El dolor físico no atendido, sumado a las dificultades para amamantar en un entorno inadecuado, también genera dolor emocional en las mujeres. Como enfatiza Becker, la falta de espacios, insumos y apoyo limita su derecho a ejercer libremente la maternidad, lo que en muchas ocasiones causa frustración, estrés y una sensación de abandono y precariedad.
Para las mujeres en centros penitenciarios, la lactancia es, cuando menos, complicada: la carencia de nutrientes adecuados para las madres, la deficiente alimentación que reciben en reclusión, que frecuentemente no cumple con los requerimientos nutricionales necesarios para una madre lactante, lo que impacta directamente en la calidad de su leche, y las complicaciones de salud como la mastitis.
Estas son problemáticas profundas y complejas que, en la mayoría de los casos, permanecen invisibilizadas.
A esto se le suma la negligencia y falta de atención ginecológica, durante y después del embarazo, así como psicológica, especialmente durante el posparto.
Infancias en peligro
La lactancia es fundamental para la salud y supervivencia infantil, ya que, como ha documentado la Organización Mundial de la Salud, es la fuente de nutrición más completa y protege contra enfermedades e infecciones, sin embargo, las deficientes condiciones para la lactancia comprometen el desarrollo saludable de los niños y niñas que crecen en estos contextos adversos.
En un entorno donde los derechos básicos de la niñez ya están vulnerados por la falta de espacios recreativos, y condiciones de higiene adecuados, la imposibilidad de una lactancia digna agrava aún más su situación.
Y es que los datos son contundentes: el 79.2% de ellas no tiene acceso a la educación temprana, mientras que el 57.6% no recibe alimentación adecuada para su desarrollo, otro 56.7% no reciben los medicamentos que requieren y sólo el 79% no tiene acceso a juguetes, de acuerdo con información de La Cana.
En este contexto, Becker relata que existen centros penitenciarios con espacios que albergan hasta ocho bebés, una situación que no permite el libre y digno desarrollo de las infancias.
“La maternidad en condiciones de cárcel puede ser muy complicada: se vive en espacios donde, en muchas ocasiones, no hay un dormitorio específico para mamás, en donde incluso ellas no tienen asignada una cama” señala Becker.
Y continúa: “A veces les toca compartir ese espacio con alguien más o dormir en el piso con sus hijos. También corren el riesgo de estar en una celda donde hay personas que consumen sustancias o que no son tolerantes con un recién nacido”.
Esto desencadena una de las principales preocupaciones de las madres, que regularmente viven en temor: no poder brindarles la atención y las necesidades básicas o mínimas como para subsistir.
Dignificar la maternidad y la lactancia
Es importante entender todo lo que conlleva la maternidad, el tema de lactancia, el tema de atención médica, el tema de simulación, el tema de tener cercanía y redes de apoyo. Si bien las mujeres también tienen ese derecho a ser madres dentro de la cárcel, esos niños y esas niñas tienen derecho a recibir cuidados, a ser vistos, y muchas veces parece que no existen.
Dignificar y visibilizar la lactancia en prisión es fundamental abordar la maternidad en reclusión de una manera integral, comenzando por reconocer que el problema existe.
“Muchas veces ni siquiera la gente sabe que hay mamás viviendo en centros penitenciarios con sus hijos y con sus hijas”, recalca Becker. Esta falta de conciencia generalizada impide que se tomen medidas al respecto, pues tanto para el Estado como para el sistema penitenciarios, parece que las infancias “no existen”.
Por ello, Mercedes Becker subraya que el primer paso para la dignificación es la visibilización de las maternidades dentro de las cárceles, y es que una gran parte de la sociedad, e incluso algunas autoridades penitenciarias, desconocen que hay mujeres criando a sus hijos en prisión y las precarias condiciones en las que lo hacen.