Seguro has escuchado hablar (o lamentablemente) te has topado con los “gym bros", “tech bros" o “crypto bros" en redes sociales. Estos términos forman parte de la autodenominada "cultura bro", una tendencia que agrupa a hombres que comparten intereses como la tecnología, las finanzas o el gimnasio.
Pero, ¿qué es exactamente esta "cultura bro" y por qué es importante que, como mujeres, la entendamos? Es mucho más que una simple moda; es un fenómeno que está redefiniendo la forma en que los hombres se relacionan entre sí y, por ende, cómo se relacionan con nosotras.
¿Qué es la cultura bro?
La palabra "bro" viene del inglés "brother" (hermano) y se utiliza para referirse a una relación cercana entre hombres que no son hermanos de sangre, pero que comparten un vínculo afectivo o de amistad, o simplemente una conexión.
En entrevista para La Cadera de Eva, Jorge Zetina, responsable de prevención en Gendes, una organización que promueve la construcción de relaciones igualitarias, explica que, aunque el uso del “bro” es común, se ha popularizado para definir a hombres en nichos muy particulares de la sociedad, como los “gym bros" o “tech bros".
Jorge Zetina señala que el uso del "bro" a menudo minimiza el vínculo afectivo y actúa como un distanciamiento emocional, una forma de evitar expresar cariño o aprecio, volviendo a un tipo de tribalismo o sectarismo donde la conexión es superficial, pues en muchas ocasiones este término se usa de forma irónica, como con los “crypto bros", que en redes sociales se asocian con hombres frívolos o ingenuos que caen en estafas.
¿De dónde viene la cultura bro?
En su artículo “Cultura bro, la antesala de la machosfera”, la escritora Selma Tango sitúa el origen de la "cultura bro" en las relaciones de los hombres con sus amigos, vinculándola a la cultura del canal de televisión MTV de los años noventa y al cine de fiestas universitarias, donde las mujeres eran presentadas como meros objetos sexuales.
Uno de los aspectos más preocupantes de la "cultura bro" es su lema más famoso: "Bros before hoes" (los hermanos antes que las putas). Estela Ortiz, divulgadora cultural, explica que esta frase y la lealtad que implica normalizan todo tipo de conductas problemáticas, desde el acoso y las bromas pesadas hasta el bullying hacia otros hombres que no encajan en su código, o cualquier mujer que no acepte su "supremacía".
Esto puede exacerbar una masculinidad tóxica. Expertos consultados por el diario El País en su artículo “Gym bro, el estereotipo del que huyen muchas mujeres (aunque los hombres no se lo crean)”, concluyen que las mujeres suelen huir del estereotipo del "gym bro" porque temen ser minimizadas, hostigadas o anuladas por esta masculinidad tóxica.
Un ejemplo reciente es la encuesta realizada por William Costello, investigador doctoral de la Universidad de Texas en la red social X sobre la transformación corporal del cantante británico Olly Murs (de complexión promedio a musculosa), en la cuál preguntaba a hombres y mujeres si les gustaba más su aspecto anterior (tonificado promedio) o el actual (musculoso y definido).
Los resultados de la encuesta en la que participaron 5 mil personas mostró que mientras que el 43% de los hombres preferían su aspecto actual (musculoso y definido) y 24% el anterior (tonificado promedio), entre las mujeres el 7% prefería el actual y el 27% el anterior. Esto desató una ola de comentarios tóxicos e intolerantes de hombres, acusando a las mujeres de "mentir" sobre sus preferencias.
Esto no sólo ocurre en el ámbito fitness. En el mundo empresarial, especialmente en el tecnológico, el aumento de los "tech bros" ha incrementado las desigualdades y los ambientes hostiles.
Un estudio de 2023 encargado por Virgin Mobile a la organización Fawcett Society reveló que uno de cada cinco hombres cree que las mujeres son menos aptas para cargos de liderazgo en tecnología, lo que ha llevado a que el 42% de las mujeres consideren renunciar a sus trabajos y el 72% reportan haber sufrido algún tipo de hostilidad sexista.
Gen Z: hombres cada vez más conservadores
Esta "cultura bro" a menudo se conecta con una revalorización de los valores masculinos tradicionales. Jorge Zetina observa que esto surge, en parte, de que muchos hombres sienten un vacío o enfrentan cuestionamientos sobre su identidad debido al feminismo y otros movimientos sociales.
Estas comunidades "bro" les ofrecen una forma de reconectar simbólicamente con una cultura masculina, especialmente en espacios ya masculinizados como los gimnasios, como una resistencia al cambio cultural.
Las redes sociales y los espacios virtuales juegan un papel fundamental. Han dado visibilidad a grupos que antes estaban más minimizados, permitiendo que discursos abiertamente misóginos, machistas y homofóbicos se normalicen y crezcan, especialmente entre los más jóvenes.
Sayak Valencia, autora de Capitalismo gore, se refiere a esto como "necromasculinidades", formas de masculinidad que se construyen desde el desprecio por la vida y el espectáculo de la violencia en el folclore digital. Advierte que discursos aparentemente inocentes sobre autocuidado o género pueden ser "caballos de Troya" de un autoritarismo afectivo que promueve la desigualdad.
Jorge Zetina señala que estos espacios son utilizados por agendas políticas y económicas de derecha que prometen desarrollo personal, éxito financiero y productividad. Por eso, no es de extrañar que los grupos "bro" a menudo estén vinculados a temas como las finanzas, la tecnología y el ejercicio.
Esta tendencia contribuye a una clara división en la Generación Z, una investigación recopilada por John Burn-Murdoch para el Financial Times muestra que mientras las mujeres jóvenes son cada vez más progresistas, los hombres de su edad tienden a ser más conservadores.
Esto se da, en parte, porque el surgimiento de movimientos como #MeToo llevó a hombres y mujeres a tomar posiciones divergentes en temas de género, que luego se extendieron a otras cuestiones ideológicas.
¿Qué papel tienen las redes sociales?
Jorge Zetina menciona que, aunque la "cultura bro" no siempre se asocia directamente con el pensamiento antifeminista, su hermetismo y sectarismo pueden propiciar pensamientos más radicales, como los de los grupos incel (célibes involuntarios) o de ultraderecha.
Estos grupos aprovechan la moderación relajada de algunas plataformas como YouTube, Reddit y X para difundir su ideología, amplificar mensajes dañinos y reclutar nuevos miembros, a menudo jóvenes que luchan con problemas de imagen corporal o salud mental, de acuerdo con el informe “THE INCELOSPHERE: Exposing pathways into incel communities and the harms they pose to women and children”, realizado por el Center for Countering Digital Hate (CCDH).
Las mujeres jóvenes de la Generación Z también están sintiendo el impacto: un estudio de Amnistía Internacional de 2025 en el Reino Unido encontró que el 44% se aleja de las redes sociales debido al contenido que las interpela directa o indirectamente a través de la masculinidad tóxica de la “cultura bro".
Entonces, ¿qué podemos hacer? Jorge Zetina sugiere que la clave está en el reconocimiento y la conexión con nuestras propias emociones. Argumenta que los discursos generalizados de la “cultura bro” nos desconectan de nuestro mundo interior, impidiéndonos expresar sentimientos auténticos.
Para los hombres, la conexión con sus propias emociones les permitiría expresar cariño y aprecio de formas más auténticas, más allá de la etiqueta "bro", y abrirse a otros diálogos y dinámicas. En cambio, para nosotras, entender esto nos ayuda a identificar cuando estamos frente a una masculinidad que prioriza la distancia emocional y la pertenencia a un "nicho" antes que una conexión verdadera.
Es fundamental reflexionar sobre lo que hacemos y aceptamos como "normal", porque incluso en lo más naturalizado pueden esconderse rezagos del machismo y la cultura patriarcal como explica en esta nota la antropóloga feminista Rita Segato.
¿Qué opinas, conoces a algún “bro”?