¿Alguna vez te has sentido presionada a cumplir con ciertos estándares de belleza o a adoptar estilos de vida que parecen inalcanzables? En la era digital, esta presión ha adquirido una nueva forma, más insidiosa y difícil de identificar: el asedio estético.

Para entender este fenómeno, entrevistamos a la filósofa, poeta y ensayista Sayak Valencia, investigadora del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte y autora de Capitalismo Gore, quien ha profundizado en cómo la economía de la violencia y la muerte se entrelazan con las dinámicas de poder contemporáneas.

¿Qué es el asedio estético?

Sayak Valencia propone el concepto de asedio estético para analizar la relación entre el tecnofeudalismo y una forma de continuidad colonial articulada a través de los medios digitales.

"El asedio ya no es solamente en su forma de hostigamiento, acercamiento, una forma de orillar a la reclusión o al malestar a ciertas poblaciones y le pongo el apellido de estético porque mucho de este asedio se hace a través de las redes y se hace también de una forma muy adulcorada o cosmetizada" (Sayak Valencia, investigadora)

En esencia, la cultura del asedio estético se define por presentar en el marco de la representación social formas de consumo o ideales aspiracionales de vida a los que la población general no tiene acceso debido a la falta de recursos o la precariedad existente.

Esto crea una desmovilización interna y política, ya que las personas se ven atrapadas en una "orden y una contraorden" donde se les exige acceder a lujos o estilos de vida que sus condiciones materiales no les permiten.

El laboratorio de la feminidad

Este asedio es aún más insidioso porque se disfraza de chiste fácil, folklore digital o formas de vida estilizadas, como el regreso a la "energía femenina" y "masculina", que refuerzan el binarismo de género y los roles tradicionales. Se busca que la feminidad vuelva a ser un espacio de sumisión y reproducción, como en siglos pasados, donde las mujeres carecían de derechos fundamentales.

Como explica Sayak Valencia, "las mujeres o la feminidad ha sido el laboratorio de experimentación de este asedio estético". A través de la dieta, el amor romántico y la constante inseguridad con el físico, se ejerce un control innegable sobre la población femenina y feminizada. Este control no solo impulsa el consumo de productos, sino que también reproduce ideales biopolíticos de cómo "tiene que ser una mujer o cómo se tiene que ver".

La economía detrás de la perfección

El asedio estético está intrínsecamente ligado a una economía que lucra con la inseguridad de las personas. En la transición del feudalismo al capitalismo, y ahora hacia lo que Sayak Valencia denomina tecnofeudalismo (un concepto desarrollado por el economista Yanis Varoufakis, donde los dueños de grandes corporaciones tecnológicas actúan como "señores feudales" que controlan una "tierra digital" a través de algoritmos y la explotación de datos de usuarios), el cuerpo se convierte en un territorio de hiperinflación de consumo.

Esta individualización de los cuerpos, que los vuelve cada vez más inseguros, se presenta como la única vía para la reafirmación social, impulsando la búsqueda de belleza y la “cosmetización del entorno”. Esto desvirtúa completamente a la clase popular y trabajadora, que son consideradas "estéticamente no deseables", reforzando el colonialismo, el sexismo, el racismo y las cuestiones de clase.

Los discursos del odio disfrazados

Sayak Valencia, explica que el asedio estético es legitimado por la reacción patriarcal de mandatarios como Donald Trump o Jair Bolsonaro, y por la institucionalización del odio. A través del folklore digital y de formas cínicas e irresponsables de dirección gubernamental, se promueve una "política de borramiento" o "snobismo" que institucionaliza el odio hacia poblaciones como las personas trans, migrantes, y las mujeres.

El movimiento de los "incels" (célibes involuntarios) es un ejemplo de cómo se deshumaniza a las mujeres, buscando anular sus derechos y considerarlas propiedad exclusiva de los hombres.

“Estos discursos estetizan la violencia, la falta de derechos y que además consiguen reapropiar ciertas gramáticas de la resistencia por la justicia social, como por ejemplo la misma idea de progreso, bienestar o familia" (Sayak Valencia, investigadora)

Sayak Valencia señala que estos conceptos son abrogados desde un lugar reaccionario que justifica el asedio, lo que puede derivar en violencia física o asesinato.

Tendencias y trampas digitales

El asedio estético se manifiesta en fenómenos como el clean look aesthetic, una tendencia de moda en redes sociales que promueve peinados relamidos, maquillaje natural y ropa en tonos neutros, asociada a un estilo de vida lujoso y tradicionalmente heteronormado.

Este estilo, aparentemente inofensivo, es una herramienta de poder que refuerza el ideal de una "buena mujer": sumisa, cuidadora del hogar y con "belleza natural". Además, la idea de "limpieza" en el "clean look" puede tener repercusiones racistas, vinculando la pulcritud con la etnicidad.

Otro ejemplo es la femiesfera o "womanósfera", un movimiento digital que seduce a mujeres jóvenes al impulsar la feminidad tradicional y desafiar al feminismo. Estas influencers reivindican la subordinación de las mujeres a los hombres, promoviendo una visión esencialista del género.

Sus objetivos incluyen la eliminación de derechos reproductivos, la estigmatización del colectivo LGTBI y el fin de las políticas de igualdad. La femiesfera capitaliza la soledad y la precariedad económica de la Generación Z, ofreciendo una "comodidad" que se presenta como una alternativa a la lucha por la independencia.

Este fenómeno se relaciona con la violencia estética, que es la discriminación basada en los estándares de belleza. Según la Encuesta Nacional Sobre Discriminación (ENADIS) de México, el 50% de las mujeres han sufrido discriminación por estereotipos de belleza.

Esto no solo sucede en México, las mujeres de varios lugares del mundo también enfrentan este tipo de violencia, tan solo el 4% de las mujeres en todo el mundo se consideran bellas, de acuerdo a un estudio llamado “Bocetos de Bella Real” realizado por la marca Dove. Además, el 80% de las mujeres asegura que las imágenes en los medios de comunicación les generan inseguridades sobre sus propios cuerpos.

Este tipo de violencia también afecta a las niñas y adolescentes, un estudio de la Universidad de Florida reveló que el 75% de las niñas de entre 8 y 12 años se sienten mal consigo mismas después de ver imágenes de modelos en revistas.

¿Cómo resistir este asedio?

Ante este panorama, Sayak Valencia subraya que existen muchas formas de resistencia, aunque no sean las televisadas ni las mediadas por el algoritmo. La clave es la organización social fuera de las pantallas, en el "offline". Después de la pandemia, donde la vida se trasladó casi por completo a lo virtual, es crucial regresar a la realidad material para "organizar y crear comunidades de sentido más allá de la virtualidad".

Esto implica disputar la narrativa y fortalecer movimientos como los feministas, las luchas por la tierra y los derechos humanos. Sayak Valencia resalta que "no está todo perdido, sino que tenemos que organizarnos".

Aunque el offline pueda parecer "menos seductor", es mucho más productivo, especialmente en contextos como México, donde la organización social de base tiene siglos de tradición. La invitación es a repensar nuestras genealogías e historia de manera situada para crear cambios sociales a través de la construcción de comunidades materiales.

A pesar de que la extrema derecha y el reaccionarismo puedan parecer invencibles, Sayak Valencia nos deja un mensaje poderoso:

"Creo que solo tienen muy buenos publicistas y son dueños de los medios de distribución de la información. Pero nosotres creo que tenemos todavía una imaginación política que rompe estas reglas del asedio estético y tiene otras formas de expresión que pueden ser también estéticas, pero que no sean no son asediantes"

En este momento de polarización, existe una oportunidad para la transformación social, porque como dice Sayak Valencia los discursos dominantes "están cantando victoria antes de triunfar". La clave está en la organización, la creación de comunidad y la imaginación para forjar nuevas narrativas que desafíen el control y la opresión estética.