La noción de serofobia tiene que ver con un miedo irracional ante las personas que viven con VIH, sin embargo dentro del activismo del VIH SIDA, se explica que el miedo no es la mejor forma de explicar estas prácticas, sino el odio; así lo señaló el César Torres, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, para La Cadera de Eva.

Este 2023 se cumplen más de 40 años de los primeros casos detectados de VIH/SIDA, un padecimiento que se vio y estudió desde una perspectiva discriminatoria para las personas que vivían con él. Hoy a cuatro décadas del inicio de esta pandemia, nos preguntamos ¿por qué sigue latente el estigma hacia las personas que padecen VIH?

Los inicios de la serofobia 

Este odio y rechazo hacia las personas seropositivas, comienza cuando se detectan los primeros casos a principios de la década de 1980. Los primeros casos de VIH se presentaron en hombres cis homosexuales; en un inicio se presentaban casos de supresión del sistema inmune que llevaban a la muerte; “la epidemiología estadounidense denomina a este padecimiento como enfermedad gay o ‘gay disease’ para dar cuenta que era un padecimiento presente en varones homosexuales, mencionó el investigador del CIEG. 

Esta conceptualización del virus fue una ventana de oportunidad que aprovecharon grupos religiosos y conservadores quienes comenzaron a relacionar esta enfermedad con un “castigo divino”, en contra de la comunidad LGBT+. “El VIH contribuyó a que contribuyó a que proliferaran nociones asociadas hacia la homosexualidad”.

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La transmisión

Otro de los aspectos que alimenta la serofobia es el desconocimiento a las formas de transmisión, ese miedo irracional a pensar en el VIH como un virus de transmisión masiva, "como la forma de transmisión que está más presente es la sexual, esto permitido que afloren muchísimos estigmas sobre la sexualidad y que haya un miedo irracional y también una serie de prácticas odiantes para el tipo de transmisión del VIH”.

El desconocimiento de las formas de transmisión y de los avances médicos que existen para el tratamiento del VIH lleva a las personas a pensar que es un virus que se puede transmitir mediante besos, abrazos, caricias, compartir utensilios de comida, compartir camas, etc; cuando hoy día los antirretrovirales, permiten disminuir la carga viral en la sangre de las personas con VIH.

¿Por qué aún hay odio hacia las personas con VIH?

La serofobia ha disminuido de forma paulatina, sin embargo, aún se presentan los actos de odio, violencia y discriminación hacia las personas que viven con VIH. “Sabemos que aún hay grupos religiosos y conservadores que se oponen a una educación sexual con perspectiva de género, les asusta mucho que las infancias tengan acceso a este tipo de información”, lo señala César Torres. Desde su perspectiva, la persistente fobia al VIH continúa presente debido a que no existe una apertura a la educación sexual en México.

“Contribuir, hablar del tema, de prácticas sexuales, de salud sexual, de infecciones de transmisión sexual; creo que eso podría construir muchísimo más bajar el estigma alrededor del VIH

¿Qué podemos hacer?

La lucha contra el estigma y el odio ante las personas que viven con este padecimiento, no sólo le corresponde a activistas o al Estado, esta lucha es algo que debe visibilizarse y trascender durante todo el año.

"Los grupos de activistas, han hecho un trabajo muy importante y ahora nos toca del otro lado; primero asumir que el  virus de la inmunodeficiencia humana es un virus con el que podemos vivir, como cualquier persona, en cualquier momento de nuestras vidas”. Además es necesario hablar de sexualidad, es una parte de la vida de los seres humanos y brindar salud y educación sexual para todos los sectores de la población es parte de la lucha contra el VIH/SIDA.

“En México y todo el mundo llevamos 40 años conviviendo con el VIH, tenemos que hacerlo presente en nuestras vidas porque es algo que nos afecta a todos los humanos, independientemente de que vivamos o no con el virus en este momento de nuestras vidas”, concluyó el investigador.