“Después de 200 años de la República y de 300 años de la colonia, porque previo a ello no tenemos registros claros, es decir, después de al menos 503 años, por primera vez, llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación. Y digo llegamos, porque no llego sola, llegamos todas”, esas fueron algunas de las primeras palabras que Claudia Sheinbaum pronunció en su discurso como la primera presidenta de México.

“Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices”, continuó Sheinbaum, tras recibir la banda presidencial de manos de la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Ifigenia Martínez. Un suceso histórico si consideramos que el 52% de la población del país somos mujeres.

Desde hace unos días, nos cuestionamos desde este espacio si de verdad “llegamos todas”, si realmente todas estamos representadas en el Poder Ejecutivo, y es que en los primeros días de su gobierno, no “llegaron” las madres buscadoras a sus compromisos de gobierno, ni las mujeres migrantes que cruzan nuestro país en medio del acecho militar, ni las más de 116 mil personas desaparecidas que hay en México.

Ni tampoco fueron mencionadas las más de 3.2 millones de mujeres que viven con algún tipo de discapacidad dentro de su agenda de compromisos, más allá de la continuidad de los programas asistencialistas impulsados por el gobierno de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Tampoco se mencionó una estrategia específica para atender la violencia contra niñas y adolescentes. Ni con la agenda de los derechos de la comunidad LGBT.

Desde el feminismo también es necesario recordar que cuando las mujeres llegan a posiciones de poder, lo hacen dentro de un sistema patriarcal que puede perpetuar las mismas estructuras opresivas que han afectado a las mujeres a lo largo de la historia, como la militarización del país, la violencia feminicida y sistémica que históricamente han vulnerado nuestros derechos. Sheinbaum ya ha advertido que el suyo es un “segundo piso” de la llamada Cuarta Transformación, es decir, que dará continuidad al proyecto de nación de la política lopezobradorista.

Aunque a diferencia de las primeras conferencias mañaneras del presidente López Obrador, lo que vimos esta semana fue la presentación de 10 reformas a la Constitución para incluir la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad salarial y la paridad en todos los cargos de la administración pública federal, así como el derecho de todas las personas a vivir una vida libre de violencia, tal y como ya lo establece la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual surgió, por cierto a raíz de la lucha feminista.

También se presentó una cartilla con los derechos de las mujeres, la cual se repartirá a la ciudadanía en general, como parte de las acciones que realizará su gobierno a favor de la igualdad y para visibilizar la violencia por razón de género.

Sheinbaum hizo esta serie de anuncios acompañada de algunas de las mujeres de su gabinete como Citlalli Hernández, secretaria de las Mujeres; Ernestina Godoy, consejera jurídica y Ariadna Montiel, secretaria del Bienestar.

Sin duda esta serie de compromisos donde se pone al centro los derechos de las mexicanas es un avance significativo que ha sido posible gracias a la lucha de las primeras sufragistas mexicanas y del movimiento feminista.

Sin embargo, seguimos cuestionando si el proyecto de continuidad perpetuará la misma agenda que apostó por la militarización, el cierre de las estancias infantiles, el desabasto de medicamentos e ignoró la crisis de desapariciones y violencia feminicida que atraviesa el país.

La misma semana que Sheinbaum participó en la la tradicional ceremonia de salutación de la Secretaría de la Defensa Nacional para asumir su cargo también como Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, se registró el asesinato de seis migrantes en Chiapas a manos de elementos del Ejército, lo cual recordó la larga lista de violaciones graves a los derechos humanos en las que han estado involucrados los militares en este país, delitos que quedan impunes y cobijados por el Estado patriarcal. “Es un hecho lamentable y tiene que ser investigado y sancionado”, prometió Sheinbaum.

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

Misoginia y racismo contra la primera presidenta

Reconocemos también las violencias que enfrentan las mujeres en el poder por el simple hecho de ser mujer, con cuestionamientos misóginos. En estos días vimos cómo personajes como el actor Rafael Inclán lanzaron comentarios en medios de comunicación diciendo que “vamos a tener ama de casa por seis años”, replicando discursos machistas en donde las mujeres solo pueden dedicarse a labores del hogar, que por cierto deberían ser reconocidas y remuneradas por la enorme labor de trabajo y cuidados que implican.

Lo que me parece más lamentable es que se utilice ama de casa como algo peyorativo. Yo soy presidenta, abuela, mamá y ama de casa y con orgullo”, le respondió este 4 de octubre la presidenta. A esto también se han sumado comentarios racistas contra Sheinbaum que nacen desde la desinformación los memes que circulan de una falsa campaña de circuncisión vinculada a su gobierno.

La mayoría de los usuarios que comparten estos memes agregan comentarios antisemitas y racistas, pues la presidenta electa es hija de padres judíos, a pesar de que ella ha declarado abiertamente que ella no profesa ninguna religión. En esta nota contamos cuál es lo grave en estas narrativas y por qué son discriminatorias. 

Claudia Sheinbaum se enfrenta a desafíos significativos como la primera presidenta de México. Este avance histórico también viene acompañado de un escepticismo crítico sobre si realmente cumplirá con las promesas feministas que promete en su gobierno, más allá de la socialización de nuestros derechos, en un país donde son asesinadas 10 mujeres al día en promedio.

Nuestra labor tiene el deber de cuestionar y exigir un compromiso real y que verdaderamente  transforme la vida de las mujeres en México más allá de la simple representación y visibilización de la letra “a” en nuestra presidentA.