La revista TV Notas en su más reciente número abordó el tema de las supuestas fotografías de Ángela Aguilar. Los comentarios en redes sociales sobre la cantante, su cuerpo y su toma de decisiones respecto a su vida personal han puesto en el mapa la violencia digital de las que las mujeres son víctimas todos los días. 

La cantante de apenas 18 años se había mantenido fuera del foco de los escándalos, sin embargo, ha sido víctima de la invasión a su privacidad y todo el mundo quiso opinar al respecto. Además, Ángela Aguilar ha recibido comentarios machistas, sexistas y misóginos

Ante esta situación, Olimpia Coral Melo, activista feminista contra la violencia digital, ha hecho un análisis del caso para La Cadera de Eva. Olimpia Coral menciona que la difusión mediática de una fotografía privada de la cantante tiene muchas consecuencias; es un ejemplo de la violencia machista estructural que se vive a través del espacio digital. “Es una extensión de la violencia sistémica”, agregó la activista. 

CIBERESPACIO Y VIOLENCIA ESTRUCTURAL 

Olimpia rescató el video de Ángela Aguilar donde expresa su sentir hacia la situación que vulnera su privacidad; pondera que se debe hacer un análisis de lo que la cantante siente como víctima, ya que es un principio básico en torno a cualquier tipo de violencia cometido en contra de las mujeres. 

Ángela Aguilar logra dar un contexto de lo que ella sentía, lo primero que ella declara es el sentimiento que le generó la violencia digital ejercida en contra de ella; que no dista mucho el sentimiento que se genera en casi la mayoría de las mujeres que hemos sido víctimas de esta violencia” señala Coral.

Destaca la activista que no solamente el posible agresor es quien comete esta violencia sino que también hay la existencia de una violencia comunitaria al momento de dar un like, de un compartir o de hablar del hecho con otras personas que se entrometen en la vida privada de la víctima. 

Llama mucho la atención cuando Ángela Aguilar menciona ‘se me ha negado tener privacidad’, porque según Coral Melo, esto es una de las condiciones en las que la brecha digital de género se evidencia, pues quienes participan en la interacción “se ensañan una vez más contra las mujeres, con nuestro cuerpo, nuestro territorio; no tenemos derecho a la privacidad (fuera del ciberespacio) pero tampoco en internet”

También habla de la decisión sobre su cuerpo y su imagen, otra vez la conversación virtual está situada en la imagen del cuerpo de las mujeres visto desde el usufructo, es decir, desde la idea de que los hombres tienen el derecho de usar o no el cuerpo de las mujeres como si fuera de su propiedad. 

Estas prácticas patriarcales fomentan la idea de que existen mujeres “públicas”, mujeres que son parte de la sociedad pero que están en el espacio público, como la política, la farándula, las escuelas y cualquier espacio que históricamente le ha pertenecido a los varones. Ángela es considerada como una figura pública por su trayectoria en la música, que ha sido respaldada por el linaje de su familia, por ello se le considera una mujer que puede ser criticada y violentada sin que ella diga nada

“La decisión que toma es explicar a la gente algo que no debería de explicar, pero todo radica justamente, en la decisión sobre su cuerpo y su imagen, que aunque pareciera que es autónoma, libre e independiente, desgraciadamente no lo es así” menciona Olimpia Coral.

La activista expone que el uso de la imagen de cualquier mujer bajo la consigna de libertad ha sido el fruto de un sistema de consumo y patriarcal, que no sólo reafirma la idea de que las mujeres son propiedad, sino también afirma el mandato de que el cuerpo de las mujeres puede ser consumible para los hombres. Es decir, que puede ser usado para fines sexuales a satisfacción de los varones.  Estas imágenes sexualizadas e hipersexualizadas son producto de una cultura patriarcal que alimenta el consumo de los cuerpos a través del bombardeo de material audioviosual y gráfico

REVICTIMIZACIÓN

Cuando Ángela Aguilar se disculpa reiteradamente por la situación y expresa “me siento traicionada por una persona a la que no debí confiar”, tiene una tendencia de revictimización, culpa y confusión, además de miedo a la reinserción social. Con esto Olimpia se refiere a que cuando las mujeres se ven involucradas en situaciones de violencia, se les responsabiliza de la violencia que vivieron, se les revictimiza

“Cuando ella asume la culpa, dice ‘fue mi error, yo me puse en esta situación’, esta es justamente la tendencia de las mujeres que han sido víctimas de ese tipo de violencia. ‘Es que yo confié, es que yo amé, es que yo le mandé las fotos’, o sea, esta tendencia de la de la responsabilidad y de la indicación de culpa siempre es hacia nosotras mismas” expresa Olimpia Coral.

A esto se suma que Ángela Aguilar es presa de una imagen de linaje familiar, lo que ha replicando el valor patriarcal que se le adjudica a la familia. En su papel como mujer en la industria de la música y de su postura de mujer pública, pedir disculpas por su familia visibiliza la responsabilidad que ella toma. 

BUENA MUJER 

Coral resalta cuando la cantante dice “mi familia me ha enseñado a estar limpia”, según su análisis el trasfondo de la frase “estar limpia de escándalos” deja ver que otra vez se reduce el valor de las mujeres a la virginidad, a la pureza y que la plenitud de una mujer  implica “estar limpias” para cumplir el papel de “buena mujer” de una sociedad patriarcal.

La violación a la privacidad es un tipo de violencia digital también, afirma Coral; “fue presa de un escrutinio ciudadano del que no tenía que haber pedido disculpas y del que no tenía que hacerse responsable”, agrega. 

VIOLENCIA MEDIÁTICA 

La activista también expresa la importancia de poner como un tema de estudio y para reflexión la violencia mediática, la que se ejerce desde los encabezados en los medios de comunicación que siguen alimentando narrativas dirigidas por la revictimización. Además del uso del cuerpo de las mujeres y sus imágenes, así como la hipersexualización y la cosificación de las mujeres. 

Esto revela la permanencia de “una cultura no solamente machista y patriarcal sino pedófila y además completamente porno” afirma Olimpia Coral Melo.

Finaliza con que “en ninguna de las circunstancias son culpables las víctimas y en todas (las situaciones de violencia) desgraciadamente el común denominador fue la culpa, la autocensura, la romantización de relaciones de poder”