De camino al 25N el conversatorio Las Violencias que nos Atraviesan: dimensiones de violencia contra las mujeres, impartido por  la coordinadora de proyectos de Impunidad Cero Leslie Jiménez, la abogada de GIRE Melissa Ayala y la especialista en género y cambio climático en GGGI Beatriz García, se recopiló historias y transformó la sala del Museo Memoria y Tolerancia en un espacio de reflexión sumamente afectivo donde todas las presentes abonaron, compartieron y llegaron a a misma conclusión: El cambio lo hacemos todas y las alianzas son nuestra herramienta más poderosa. 

El conversatorio arrancó bajo una premisa importante: Desde qué trinchera las especialistas están produciendo un cambio. Y es que, su involucramiento con los feminismos, la perspectiva de género y la defensa de los derechos humanos nació a raíz de un suceso en su vida; un catalizador que les colocó las gafas violetas

La especialista Melissa Ayala acotó que es maravilloso como un evento puede convertirse en el timón de tu vida, para ella, fue vivir un embarazo a la edad de 21 años: “Para mí fue fundamental estar en la CDMX y tener acceso a decidir, mi catalizador fue reconocer mi privilegio”. 

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De manera consecuente, Beatriz García reconoció que su trinchera para visibilizar la violencia es el espacio verde y trabajar para que se reconozca que las afectaciones climáticas y desastres naturales sean cruzados por el género. Con ello, ejemplificó con un huracán, señalando cómo las mujeres tienen menor probabilidad de sobrevivir y de terminar en una situación de mayor vulnerabilidad económica tras el desastre. 

Leslie Jiménez tomó el micrófono y abrió una discusión importante: Debemos empujar desde nuestras distintas formas de vida y se hará cuando llevemos nuestras vivencias a lo público. Para ella, su activismo nació tras una relación violenta. 

“Me di cuenta que vivía violencia emocional, sexual y física y eso me atravesó porque… bueno, yo soy abogada, había estudiado derecho y entendí que nos enseñaron que lo personal es privado. Vivamos las experiencias de reconocernos y reconocer las experiencias que hemos vivido.”, señaló en el conversatorio.

El poder de reconocernos: herramientas contra la violencia

Mucho se habla de todas las violencias que atraviesan a las cuerpas feminizadas, sin embargo, es momento de hablar de nuestras herramientas combativas. 

Beatriz García, quien trabaja en los espacios privados acota que lo primero que debemos comprender es que todo -absolutamente todo- está atravesado por el género, por ello desde el espacio colectivo, es momento de demandar a las instituciones que se comience a producir información e informes segregados por género, pues mientras el Estado continúe bajo la mirada del androcentrismo, no se puede transformar la realidad. 

Desde la perspectiva de la especialista, es urgente exigir información con perspectiva de género y con ello, producir políticas públicas eficientes. Observando en su área de trabajo, Beatriz García comparte lo siguiente. 

“Alrededor de un tercio de la población mundial de mujeres trabaja en la tierra, sin embargo sólo el 12% son propietarias. Hay que vincular estos temas, porque todas estas desigualdades estructurales se agudizan cuando hay un evento natural, se vuelven más vulnerables a violencia sexual y uniones infantiles”, señaló.

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Melissa Ayala lo replantea desde otro lugar: El acoso sexual y la urgencia de hablar de lo que vivimos. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2022, en nuestro país el 64% de las mujeres han sido víctimas de algún tipo de acoso u hostigamiento sexual en espacios públicos. Para la especialista, la tendencia tan alta de este fenómeno sólo se visibiliza cuando convertimos nuestra experiencia en algo público. 

“Yo lo pienso desde el hostigamiento sexual en espacios públicos, el hecho de que muchas mujeres y personas LGBTTIQ nos dicen: No tenemos que existir de la manera en que lo hacemos, y esto es una manera de recordarnos que pertenecemos a lo privado y si nos salimos de ahí, nos castigan. Es hasta que se habla que se escucha un: A mí también me ha pasado”, explicó.

Pero, ¿qué pasa cuando el Estado y el sistema patriarcal se ha encargado de renegar de nuestras experiencias? La experiencia femenina se ha convertido en un espectro privado, pues cuando se hace público, pasa a ser una exageración o un acto irracional, características prejuiciosas sobre la mujer y sus emociones. 

Se nos ha hecho creer que lo que vivimos no es cierto y que aquello que nos incomodó no fue violencia, señaló Melissa Ayala y acotó que todo se debe a la construcción social de género. 

Con esto, nuestra segunda herramienta es recuperar el poder epistémico y demandar que seamos escuchadas; no permitir que se nos quite ese poder de hablar y compartir con otras nuestras experiencias. 

Esto último, nos recuerda a la filósofa feminista Carol Hanisch con su poderosa bandera: Lo personal es político. 

Existe un juego mental de gaslight que ha permeado históricamente en la vida de todas las mujeres y el principal actor es el Estado. 

“El Estado mexicano es el primero que te tira de loca, porque justamente, tenemos qué obligarlo a que nos reconozca. El Estado es reactivo, está ahí cuando vivimos el daño, la ausencia o el delito, pero previamente, no se toma el espacio para decir: Sentémonos a platicar. No hay políticas públicas, ni campañas porque simplemente no le importa”, compartió Leslie Jiménez.

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La especialista compartió postura con Beatriz García: Todo está atravesado por el género, “no hay ningún delito en el código penal que no sea atravesado por el género y si no nos damos el espacio de hablarlo, entonces, nunca nos daremos cuenta”. 

Con ello, se esboza la tercera herramienta de lucha que consiste en las colectividades y en repensar el activismo. No sólo se trata de un feminismo discursivo, sino más bien, de un trabajo social donde todes puedan reunirse a compartir sus experiencias y con ello, cuestionar: ¿Qué es lo que queremos?

Para dejar esto más concreto, Leslie Jiménez explica cómo concebimos el proceso de denuncia y cómo los medios de comunicación se han encargado -favorablemente para el sistema- de hacerle creer a las mujeres que denunciar es lo peor que puede acontecer y con ello, muchas personas deciden vivir sus duelos y delitos de manera privada; en casa. 

Lee nuestra guía para denunciar vía digital dando click aquí. 

No será hasta el día en que se abran los espacios y donde se honre la palabra de Carol Hanisch que las cosas comiencen a cambiar: “Todo esto ha sido un trabajo d e la sociedad, no nos atrevemos a nombrar la violencia porque el Estado nos ha dicho que es imposible, tenemos qué repensar el activismo, hablarlo, sentirlo, preguntar qué queremos, qué atenciones queremos, qué clase de justicia y con ello, poder demandar a las instituciones”. 

Es así, que la apertura de espacio donde todas, todos y todes repensemos nuestras luchas, se convierte en la última arma para desarmar las violencias y algo aún más grande: al sistema. 

Lo primero que tenemos que afrontar es entender que solas no vamos a poder, tenemos que encontrar puntos en común y desde ahí incidir, esa es la importancia de señalar estos espacios en los que reconozcan las violencias y de dónde vienen, pero para eso, hay que generar alianzas entre varios movimientos, no sólo hablamos de hombres, hablamos de todas las personas,  finalizó Melissa Ayala

Finalmente, se concluyó bajo un precepto de unión donde es necesario acuerparnos las unas a las otras y nos recuerda el poder transformativo que esto conlleva, con esto, se recuerdan a las leyes que llevan por nombre a mujeres y que fueron producto de la lucha colectiva; no podemos hablar de violencia de manera segmentada. 

“Tenemos que empezar a contemplar que las violencias estatales afectan a todes. Si afecta en lo privado, afecta en lo público. Sí a las alianzas, pero no a la competitividad, tenemos que mirar seccionadamente para nombrar y ceder espacios, porque entre más seamos, más podemos crear el cambio.”

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