Las olas de calor que México registró desde el mes de abril hasta el mes de junio dejaron sequías en la mayor parte del país. Ahora la temporada de tormentas tropicales y huracanes ha comenzado. De acuerdo con Servicio Meteorológico Nacional (SMN), dependencia de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la Península de Yucatán se verá afectada por el huracán Beryl.
Hasta la mañana del 2 de julio el huracán se encuentra en la categoría 5 sobre el mar Caribe. Aunque aún no afecta a las costas de nuestro país, el SMN prevé que a partir del día jueves, cuatro de julio, las bandas nubosas de Beryl ocasionen lluvias intensas a puntuales torrenciales, rachas fuertes de viento y oleaje elevado en la Península de Yucatán.
Aunque el huracán Beryl no representa por el momento un peligro para México, según la Conagua, es necesario estar pendiente de los comunicados oficiales de las dependencias para conocer la situación actual del fenómeno natural.
Pero a todo esto te has preguntado alguna vez: ¿Quién le pone el nombre a los huracanes?, o ¿por qué los huracanes más peligrosos tienen nombres femeninos? Aquí te contamos todos los detalles porque la respuesta a la segunda pregunta tiene que ver con los roles de género.
En 1953 Estados Unidos empezó a denominar a los huracanes con nombres de mujer con el objetivo de infantilizar, feminizar y aminorar la sensación de peligro. A finales de los 80s se comenzaron a integrar nombres masculinos, sin embargo, seguimos encontrando la tendencia de los nombres femeninos.
Hanna, Katrina, Patricia, Norma, Inés. Flora, Audrey o el huracán Dolly son -por mencionar algunos- fenómenos naturales de alta peligrosidad y que fueron bautizados por las autoridades meteorológicas. La Organización Meteorológica Mundial es la encargada de poner nombre a las tormentas tropicales por orden alfabético, cada año crea una lista de 21 nombres femeninos y masculinos.
¿Qué implicaciones ha tenido en la sociedad estos nombres? Una investigación realizada para Proceedings of the National Academy of Sciences encontró que las personas toman mayores precauciones cuando el nombre del fenómeno es masculino, sin embargo, cuando el nombre es femenino la población muestra mayor tranquilidad y señalan percibir "menor riesgo".
El problema se agudiza cuando el equipo de investigación encontró que los desastres naturales con nombres femeninos tienden a ser más mortales, entonces, al encontrarse con una población menos preparada los números de víctimas mortales se disparan.
La relación entre el género y los desastres naturales
Un informe realizado por la Organización Panamericana de la Salud señala que existe una estrecha relación entre las situaciones de emergencia y el género. Para entender a profundidad el vínculo hay que atajar algo importante: Las causas de esto no se atribuyen a una vulnerabilidad revictimizante sobre las mujeres, sino a una serie de factores estructurales y sistémicos que afectan de manera diferenciada según el género de las personas.
Ahora bien, la OPS acota que son las mujeres e infancias los grupos con mayor vulnerabilidad ante los desastres naturales. Para las mujeres, el rol de género y la asignación de subordinación son los principales obstáculos para que logren sobrellevar estos escenarios de desastre. Por ejemplo, es el sector con menor acceso a recursos informativos mayor exclusión en la toma de decisiones, dificultad para acceder a transporte y mayor tasa de analfabetismo (en México por cada 4 hombres de 100 que no saben leer ni escribir, hay 6 mujeres en las mismas condiciones, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía).
Tras el paso del desastre natural, las mujeres -quienes laboran mayormente en la informalidad- quedan en situación de vulnerabilidad, sin la posibilidad de recibir un seguro médico para ella y los suyos, préstamos y sin derecho a la representatividad sindical.
En un escenario donde muchas familias quedan despojadas de sus hogares y tierras a causa de los fenómenos naturales, la Organización Panamericana de la Salud señala que muchos hombres deciden migrar en busca de mejores oportunidades, en este sentido, las mujeres quedan solas con dobles jornadas de trabajo; la de cuidados y la remunerada.
La cuestión se recrudece cuando la OPS advierte que debido al trabajo de cuidado, las mujeres tienen dificultades para acceder a empleos remunerados que se ajusten a sus horarios y que estén cerca de su hogar, por lo que acceden a ofertas laborales sumamente precarizadas y sin prestaciones.
Al interior de los albergues, los espacios no están condicionados con una perspectiva de género que permita a las mujeres ejercer sus tareas de cuidado con infancias, personas con discapacidad o mayores, además, de acuerdo con la investigación "Surviving Domestic Violence and Disasters" realizada por el Centre for research on violence against women and children, la violencia doméstica y las agresiones aumentan cuando se habita en estos espacios.
La participación de las mujeres ante los desastres naturales
Ahora sabemos las cuestiones sistémicas que enfrentan las mujeres ante los fenómenos naturales, sin embargo, algunos estudios también señalan la importancia de las mujeres en la toma de decisiones, la organización comunitaria y la prevención en situaciones de peligro.
De acuerdo con "The Role of women in disasters" de la Organización Panamericana de la Salud, las mujeres son indispensables en la respuesta de desastres naturales y asumen papeles activos para el cuidado y protección de su comunidad.
Algo interesante es la manera en que las mujeres tienen mayor facilidad para tejer redes de apoyo con otras personas, formar grupos sociales y cubrir necesidades puntuales de otros grupos sociales, acciones indispensables en la prevención, resguardo y apoyo en caso de fenómenos naturales.
Prueba de esto, lo aborda el informe señalando la creación del Sindicato de Trabajadores Textiles que surgió tras el terremoto del 85 en Ciudad de México y que, gracias a la organización de las mujeres, se logró construir un sindicato que velara por las trabajadoras y cubriera las necesidades de las familias.