El rapero estadounidense Sean “Diddy” Combs se enfrenta a una nueva demanda de violación sexual, luego de ser arrestado el pasado 17 de septiembre en Nueva York sin opción a fianza por agresión sexual, asociación ilícita, tráfico sexual y transporte para ejercer prostitución.

Thalía Graves, realizó una conferencia de prensa en Los Ángeles, en donde acusó a Sean "Diddy" Combs y a su guardaespaldas de drogarla y agredirla en 2001 y grabar el ataque. Esta acusación se suma a las cuatro denuncias que enfrenta el rapero por casos de abuso sexual y ha hecho surgir una pregunta: ¿ha llegado el #MeToo de la industria musical?

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#MeToo la punta del iceberg

El movimiento #MeToo ha marcado un antes y un después en la lucha contra el acoso y abuso sexual en todo el mundo. Desde su surgimiento en 2017, ha logrado sacar a la luz la magnitud del problema y ha generado un cambio significativo en la sociedad y la legislación.

El movimiento #MeToo ha llevado a la caída de figuras prominentes en la industria del entretenimiento, política y negocios. Personas como Harvey Weinstein, Bill Cosby, Matt Lauer y Roger Ailes han visto su carrera y reputación arruinadas debido a las acusaciones de acoso y abuso sexual.

En México, el movimiento también ha tenido un impacto significativo, con casos como el del escritor Andrés Roemer, quien enfrenta un proceso penal por violación.

El #MeToo ha impulsado cambios legislativos y políticos en varios países, una de estas conquistas es la Ley de Sobrevivientes Adultos (ASA) en Nueva York, Estados Unidos, que reconoce la complejidad del trauma y el tiempo que puede tomar para que las víctimas se sientan cómodas compartiendo su historia de abuso al proporcionar una ventana retrospectiva para que las víctimas presenten demandas más allá del plazo establecido por la ley de prescripción.

De hecho, las denuncias de Cassie Ventura, Jane Doe y Joi Dickerson contra Sean “Diddy” Combs por abuso sexual se hicieron en el marco de la ASA, un ejemplo de cómo el movimiento #MeToo ha influido en la creación de políticas y leyes que protegen a las víctimas de abuso sexual.

Las fiestas de Sean Diddy Combs 

Sean "Diddy" Combs comenzó a organizar fiestas anuales en 1998 para marcar su presencia en la exclusiva comunidad de los Hamptons de Nueva York. Debido a su éxito como empresario y productor ser invitado a una de sus fiestas eran un anhelo de muchas personas de la industria musical y el entretenimiento. 

Antes, el estilo de vida de Sean “Diddy” Combs era envidiado por muchos. Ahora su detención puso de relieve el estilo de vida que una vez llevó: detrás de las fiestas exclusivas y lujosas, se escondían secretos oscuros.

Según la acusación, Combs organizaba freak offs 'eventos sexuales donde supuestamente drogaba y obligaba a las víctimas a realizar actos sexuales prolongados con trabajadores sexuales masculinos, desde 2009.

“El sexo, las drogas y el rock and roll, la permisividad con la sexualidad, forman parte de la cultura de la industria musical. Desgraciadamente, eso significa que la cultura de la violación está incrustada en ella, porque no hay mecanismos de rendición de cuentas”, dijo a The New York Times, Caroline Heldman, profesora del Occidental College.

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Sin romper el pacto patriarcal

La industria musical ha sido criticada por su falta de acción frente a estos casos de abuso y acoso. Según un informe parlamentario británico, la misoginia y el acoso son "endémicos" en la industria musical del Reino Unido. La DJ Annie Mac ha declarado que la industria musical es un "club de chicos" que está "en cierto modo amañado contra las mujeres".

Hay varias personalidades de la industria musical que han sido denunciadas por abuso, acoso y violación sexual. Entre ellas se encuentran:

  • Steven Tyler: el líder y cantante de Aerosmith ha sido acusado de haber abusado sexualmente de una menor de edad en la década de los 70.
  • Antonio "LA" Reid: el ejecutivo musical fue demandado por una mujer que trabajó para el ejecutivo musical ganador del Grammy cuando él era director de Arista Records.
  • Axl Rose: el cantante de la banda Guns N’ Roses fue acusado por una ex modelo de violarla en 1989 en una habitación de hotel de la ciudad de Nueva York.
  • Neil Portnow: el exdirector de los Grammy enfrenta una demanda presentada por una mujer que dijo que la agredió sexualmente en 2018. La mujer, quien no fue nombrada en la demanda, acusó a Portnow de drogarla en una habitación de hotel y agredirla.
  • R. Kelly: ha sido condenado a 20 años de prisión por delitos de pornografía infantil y seducción de menores con fines sexuales, pero fue absuelto de otros siete cargos que incluían obstrucción a la justicia y conspiración para recibir pornografía infantil.
  • Marilyn Manson: el cantante fue acusado de agresión sexual a una menor en la década de 1990.

Cultura de la violación

La industria musical, conocida por su glamour y creatividad, oculta un secreto oscuro: la cultura de la violación. Esta problemática, que afecta principalmente a mujeres y minorías, se manifiesta en diversas formas, desde letras y contenido explícito hasta abuso y acoso en el lugar de trabajo.

Según un informe de la organización Women in Music (Mujeres en la Música), el 71% de las mujeres en la industria musical han experimentado acoso o abuso. Esto es solo la punta del iceberg, ya que muchos casos permanecen en silencio debido a la cultura de secreto y miedo a represalias.

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La objetivación y cosificación de las mujeres en la industria musical es un factor clave en esta problemática. Un estudio de la Universidad de California encontró que la representación de mujeres en videos musicales es frecuentemente sexualizada y objetivada. Esto contribuye a una cultura en la que las mujeres son vistas como objetos, en lugar de seres humanos con derechos.

Además, la presión para mantener una imagen específica puede llevar a la explotación y abuso. La cantante Kesha, por ejemplo, denunció a su productor Dr. Luke por abuso emocional y físico. Su caso es solo uno de muchos que han salido a la luz en los últimos años.

La cultura de la violación en la industria musical es un problema complejo que requiere una solución integral. Es hora de que la industria musical tome medidas concretas para proteger a sus artistas y empleados, y promover una cultura de respeto y dignidad.