La interseccionalidad es una teoría que ha aparecido en el debate feminista desde finales de los años 80s y que, de manera concreta, se ha abordado como el cruce de distintos sistemas de opresión y supone que la violencia no es un fenómeno aislado, sino que se alimenta y sostiene de otras opresiones (por ejemplo el sexismo, con la homofobia, el racismo o la misoginia). Ahora, especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) replantean y cuestionan el término.
Coordinado por Jesús Rodríguez Zepeda y Teresa González Luna "Interseccionalidad: teoría antidiscriminatoria y análisis de casos", esta investigación convocada durante 2022, ofrece un replanteamiento al término "interseccionalidad", en el que esta discusión crítica pueda aplicarse a otros ámbitos, relaciones de dominio y desigualdad.
Una de las principales estrategias sobre la interseccionalidad, la explica la coordinadora Teresa González Luna, señalando que esta conversación es un necesario, pues cualquier estrategia o programa público se tiene que declarar interseccional, pues de lo contrario, es señal de que no se está asumiendo un compromiso real y de lucha contra las distintas formas de opresión.
Además, la coordinadora señala que al recibir el campo de la interseccionalidad en nuestro país, se descubrió que hay una discusión muy pobre sobre esta herramienta, pues no se aplica en territorios específicos y perpetúa la exclusión de grupos históricamente rezagados como las personas adultas mayores o migrantes. Por ello, surge una necesidad de aplicar la interseccionalidad a una realidad más cercana (y no anglosajona), acá te explicamos 4 ideas fundamentales para entender qué sucede con este término y por qué, desde el espacio social, no podemos permitir que la interseccionalidad continúe fuera de la conversación política.
La interseccionalidad: un primer acercamiento
El término de la interseccionalidad ha cobrado especial relevancia de unas décadas a la fecha, entendiéndose como una herramienta, no sólo intelectual sino política que intenta explicar las violencias que atraviesan a las personas de manera dinámica y conjunta, es decir, erradicar la creencia de que, por ejemplo, las mujeres sólo viven ciertas discriminaciones, las personas indígenas otras y las personas con discapacidad otras distintas. La interseccionalidad aparece para frenar esta categorización y señalar que todos estos sistemas de opresión no van separados, sino más bien, se puede vivir la subordinación desde diferentes espacios.
La obra señala que debemos erradicar la creencia de que este concepto viene de la academia estadounidense, pues desde el siglo XX México ya había expuesto la teoría de "discriminaciones múltiples", eso sí, hay que darle el reconocimiento a la abogada, escritora y activista negra Kimberlé Crenshaw, quien sentó las bases del concepto.
La interseccionalidad no lo es todo, es una herramienta
En la actualidad leemos la interseccionalidad en todos los espacios y el significado se ha convertido en un discurso de campaña política -como la promesa de la perspectiva de género-, lo que produce que la esencia de esta herramienta se pierda; no es algo que se implemente como un elemento y ya, sino que es una crítica al sistema, como lo explica Kimberlé Crenshaw a quien se le adjudica el término y quien lo acuñó como una postura feminismo blanco que invisibilizaba las luchas de las "otras mujeres" (racializadas, indígenas, lesbianas, trans, clase baja o migrantes).
La activista plantea que la interseccionalidad no intenta "explicarlo todo", sino más bien, demostrar cómo el Estado se ha encargado de separar, aislar y centrarse sólo en combatir los sistemas de discriminación de manera diferenciada. Esto último, lo explica la obra de la UAM, que señala que la interseccionalidad es más bien una metáfora que intenta llamar la atención y evidenciar la ineficiencia del sistema para comprender las identidades y diversidades, por ello, en sus quehaceres por "combatir" la discriminación (de género o racismo, por ejemplo) sólo se termina por subordinar y perpetuar los privilegios de unas personas por encima de otras.
Podemos entender que, en esencia, la obra demanda pasar el concepto de la interseccionalidad, a la acción real y política para transformar a nuestro país.
"El enfoque interseccional no se reduce al análisis académico de las desigualdades, también, alimenta la formación de las agendas y programas políticos que exigen nuevos arreglos sociales entre grupos opresores y oprimidos. Por ejemplo, un enfoque interseccional permitiría que, en la lucha contra la pobreza, no se dé atención al grupo de las mujeres en cuanto tal (porque esa sería una categoría general), sino al de las mujeres pobres, racializadas y de origen rural." (Interseccionalidad: teoría antidiscriminatoria y análisis de casos publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
La interseccionalidad intenta simplificar, no complicar
Una de las posturas más importantes la aborda Estela Serret de la UAM Azcapotzalco en "La perspectiva interseccional: ¿contra la primacía del género?", es que en los debates políticos y académicos, el término de la interseccionalidad se ha convertido en etiquetas complejas o acusaciones que sólo saturan el discurso, algo a lo que, por supuesto, la misma Kimberlé Crenshaw siempre ha rechazado.
El término de interseccionalidad no intenta más que brindar elementos para el análisis, la conceptualización y la acción política, explica Estela Serret.
Algo que no debemos perder de vista es que la interseccionalidad no es una acción que sólo considera la categoría "género". Este es uno de los principales apartados, pues sería un error asignar sólo un valor interpretativo a un concepto tan vasto y enriquecido como lo es la interseccionalidad.
El género no es la primicia de este término, sino que es necesario entender que dentro de la interseccionalidad se vinculan todos los sistemas de dominación; eso incluye desde a raza, hasta la clase, pero ojo, que ninguno es equiparable con otro y además, es necesario destacar que el Estado se ha encargado de creer que dentro estos sistemas de dominación caben todas las experiencias y no es así, algo que Estela Serret explica de la siguiente forma:
"La idea de raza no expresa las diversas formas en las que las comunidades humanas marcan a quienes son diferentes como otros e inferiores, en la medida en que supone una idea característicamente cientificista de la sociedad moderna occidental. Del mismo modo, los principios de estratificación social predominantes en la mayor parte de las sociedades históricamente existentes no pueden ser descritos con la categoría de clase" (Estela Serret)
¿Preguntarle a todes sus experiencias de vida es la solución?
Con esto último, una de las resistencias primordiales de la interseccionalidad es la creencia de que, entonces, se debe de preguntar a todas y cada una de las personas sus experiencias y entonces, trabajar sobre ello de manera individual. La idea no sólo es imposible y como abordamos atrás, la interseccionalidad no intenta complicar, por el contrario, evidencia y crítica la falta de atenciones conjuntas contra la violencia (en todas sus representaciones).
Un ejemplo sobre esto es la manera en que el Estado mexicano ha tratado los feminicidios, con campañas de concientización y algunas líneas de auxilio; para el sistema, las mujeres (en todas sus categorías) son las víctimas del feminicidio y deja fuera de la conversación otras aristas, como por ejemplo, cómo incide el sistema de estratificación, el racismo, violencia doméstica y una comparación del ingreso económico entre hombres - mujeres; circunstancias que son abono de cultivo para que la violencia feminicida continúe a la alza.
Estela Serret señala que la interseccionalidad no intenta dar cuenta de todo lo que viven las personas afectadas, pero sí se propone el ser una práctica explicativa que, posteriormente, podrá nutrir nuevos modelos políticos, cuestionar dinámicas institucionales violentas y la exclusión que se ha ejercido.
Finalmente, y a manera de síntesis, la interseccionalidad es una invitación para producir políticas que reconozcan la diversidad y dejen de categorizar -de manera jerárquica- los temas del género, la raza o la clase; las personas no se mantienen inertes, ni son objeto de categoría. La obra hace un llamado a estar listes, pues es momento de luchar contra las etiquetas simplificadoras que el discurso político (y tergiversado) intenta vender sobre la interseccionalidad.
No queremos escuchar más academia y discursos políticos que hablen de inclusión, perspectiva de género, feminismo e interseccionalidad; se lucha por escuchar otras voces de mujeres locales, personas diversas, discursos contra el capacitismo, contra la brecha salarial y personas de la periferia. Las personas somos interseccionales, no categorías sobresimplificadas que necesiten políticas públicas en masa.