Ver la televisión, leer una revista o pasar el rato consumiendo contenido en redes va más allá del ocio, se trata de un proceso donde los medios masivos de comunicación fungen como vehículo para fomentar comportamientos, modas y construir nuestra manera de entender el mundo. Con tanto poder y alcance, es momento de hablar de la violencia mediática, sus repercusiones y el punto de encuentro con la violencia de género.
Discursos violentos, programas que perpetúan la desigualdad, bromas homofobas, creadores de contenido machistas o apologías a la violencia sexual / feminicida, son sólo un primer acercamiento a cómo hemos normalizado la violencia mediática.
Prueba de esto último lo tiene la investigadora Aimée Vega Montiel, quien dirigió la investigación para El País "La responsabilidad de la televisión mexicana", en esta se monitorearon 544 horas de televisión abierta y se encontró que, en promedio, cada 30 minutos hay un comentario machista.
"La televisión construye realidades y refleja a la sociedad que la consume, creando así ideas de lo que está bien o mal" (Amneris Chaparro, colaboradora de la investigación)
Foto: Cuartoscuro
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Televisión machista en un país con índices tan altos de violencia en razón de género resulta alarmante, siendo esto, el ejemplo más puntual de cómo la violencia mediática vulnera y abona a la injusticia, la brecha salarial, el rol de género, la violencia y el abuso; la violencia mediática está presente en todo momento a nuestro alrededor y al igual que otros sistemas de opresión, sólo puede ser erradicada cuando se cuestiona, señala y se revoluciona el contenido que consumimos.
¿Qué es la violencia mediática?
Con esta idea construida de nuestros medios y su injerencia en nuestra realidad, podemos llegar a una definición más sencilla que ofrece el Diario Oficial de la Federación.
De acuerdo con el documento, la violencia mediática es toda acción realizada mediante el uso de tecnologías de la información para exponer, distribuir, exhibir, transmitir, comercializar, ofertar o compartir contenido que cause daño a la privacidad, intimidad o dignidad de las mujeres.
¿Te suena familiar ese programa donde un presentador de noticias dijo que las mujeres exageraban el dolor de su periodo? Esta clase de comentarios desatinados están considerados como violencia mediática porque tuvo por objetivo promover estereotipos sexistas y estigmatizantes sobre la mujer que exagera sus síntomas. Esto está contemplado dentro del artículo 20 quinquies del capítulo IV de Modalidades de Violencia del Diario Oficial de la Federación.
Foto: Cuartoscuro
Pero esta clase de comentarios son apenas el inicio de contenido masivo que pauta prejuicios, agrede a los cuerpos no hegemónicos, perpetúa el odio, difunde el sexismo como contenido de "masculinidad de alto valor" y una lista larga donde las tecnologías son el vehículo para alimentar la misoginia, la violencia sexual, económica, patrimonial, feminicida e incluso, discursos de odio contra comunidades vulnerables.
Ejemplo de esto último, son los comentarios realizados por López Dóriga y López Obrador sobre la diputada Salma Luévano, desde una posición de poder de difusión, ambos no sólo ejercieron violencia transodiante, sino también, mediática. Los reflectores no están sobre ellos, sino más bien, sobre las mujeres trans y de ello, brotan centenares de discursos de odio que se refieren a este sector
(uno de los más violentados y discriminados en México) como "hombres vestidos de mujer", palabras del presidente de nuestro país.
Foto: Cuartoscuro
Lee más sobre esto a continuación:
¿Quién ejerce la violencia mediática?
Podría parecer que sólo las personas con presencia en los medios pueden ejercer violencia mediática, pero en realidad, todas las personas podemos ser partícipes de esto, agredir, vulnerar y promover el odio no es exclusivo de algunas esferas.
Podemos formar parte de esta clase de violencia cuando grabamos un video para nuestras redes dando una opinión sexista, cuando algún influencer entrevista en la calle y la ciudadanía da opiniones violentas o cuando en nuestras redes interactuamos favorablemente con contenido machista, clasista, racista o sexista.
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De aquí que la violencia mediática sea tan compleja de abatir; tiene muchos espectros y todas las personas con acceso a los medios tenemos el poder de normalizar actitudes que atentan contra la autoestima, la libertad, la salud, integridad y seguridad de niñas, adolescencias y mujeres.
La violencia mediática actúa en mancuerna, por un lado, con las personas que recibimos la información violenta y decidimos normalizarla, y por otra parte, quien envía el mensaje -que reiteramos, puede ser cualquiera-.
En este sentido, podemos entender que combatir un fenómeno tan amplio como la violencia mediática no es tarea sencilla, entonces, ¿por dónde empezar?
Combatiendo la violencia mediática
Desde el cambio individual, la primera herramienta combativa es poder nombrar la violencia mediática; reconocer su impacto y cómo abona a la obstrucción de una vida libre de violencia de todas, todos y todes.
Aprender a nombrar las violencias que nos atraviesan es el parteaguas principal de una revolución sobre cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea, saber que existe, que nos oprime y lastima, es parte del cambio.
Posteriormente, aparece el cuestionar el contenido que consumimos y está en nuestro poder modificar la tendencia a continuar difundiendo - propagando noticiarios, programas, podcast o contenido que perpetúe conductas violentas y discriminatorias. Es momento de recobrar el poder y exigir contenido que aporte a la conversación; el control de los medios le pertenece a la audiencia.
Foto: Cuartoscuro
Y posteriormente, reconocer el trabajo con perspectiva de género que hacen las personas en los medios, su trabajo abona enormemente a erradicar los sistemas de opresión de nuestros medios y a producir contenido de la mejor calidad, ¿sabes cómo estas mujeres combaten la violencia mediática desde sus trincheras?
Te contamos más del trabajo de estas periodistas, editoras y comunicólogas que, desde adentro, luchan por una revolución mediática en nuestra investigación: Mujeres en los medios de comunicación: el papel de las editoras de género.