En México, hay alrededor de 40 millones de personas menstruantes, pero sólo unas pocas cuentan con el derecho legal a ausentarse del trabajo cuando el dolor menstrual las incapacita. Aunque seis estados han aprobado licencias menstruales, estas aplican únicamente al sector público, dejando fuera a la mayoría de las trabajadoras y evidenciando la desigualdad en el reconocimiento de la salud menstrual laboral.
El 21% de las mujeres en edad laboral ha faltado al trabajo por la menstruación, es decir, dos de cada 10 mujeres, pero sin que esto se traduzca en un derecho reconocido, explica, Anahí Rodríguez, activista y fundadora de la organización Menstruación Digna, en entrevista con La Cadera de Eva.
Para ella, el papel del Estado en el reconocimiento de los derechos menstruales juega un papel clave en el acceso a una menstruación digna, especialmente en el ámbito laboral.
¿En cuántos estados se ha aprobado la licencia menstrual?
En recientes años, activistas, diputadas y defensoras de los derechos de las mujeres han abogado por la implementación de medidas dignas que promuevan la salud menstrual en su totalidad —educación menstrual, infraestructura menstrual— entre ellas, garantizar los derechos laborales menstruantes a través de la aplicación de licencias menstruales en cada estado del país.
Colima fue pionero en 2022 al modificar su ley estatal y otorgar dos días con goce de sueldo al mes para personas con dismenorrea incapacitante. Hidalgo siguió en 2023, y en 2024 se sumaron Nuevo León y Campeche adicionaron y reformaron sus leyes, respectivamente, para otorgar dos días de goce de sueldo, Nuevo León con la particularidad de otorgar días de trabajo en casa.
Ese mismo año, Quintana Roo otorgó licencias menstruales a personas trabajadoras con dismenorrea incapacitante u otros síntomas severos con dos a tres días de goce de sueldo, y finalmente Tamaulipas a mediados del año, Tamaulipas se unió a la lista.
El camino hacia el reconocimiento de los derechos laborales menstrualesen México aún es largo. Hablar de salud y gestión menstrual digna implica garantizar el bienestar de las personas menstruantes y promover la autonomía corporal sin recurrir a la estigmatización y discriminación alrededor de la menstruación.
La falta de claridad legal es uno de los mayores obstáculos. Sitara Mejmood, médica feminista, señala que muchas veces no se considera toda la gama de síntomas menstruales, como ansiedad, depresión o trastorno disfórico premenstrual. “Lo ideal sería 72 horas, es decir, tres días y si habláramos de alguna patología agregada, además de lo que debería de considerarse normal, yo hablaría de hasta 96 horas, unos cinco días en donde la paciente pueda tener esos espacios para poder descansar y además se puede adaptar”.
Además, la vigencia anual de los certificados médicos para acceder a las licencias representa una traba más. “No se ha hecho una rendición de cuentas sobre cuántas personas realmente han usado estas licencias”, cuestiona Anahí Rodríguez.
A esto se suma la estigmatización: el temor a ser vistas como “débiles” o menos competentes frena el uso de las licencias, como ha ocurrido en países como Japón, donde existen desde 1947, pero su implementación ha derivado en acoso laboral, según documenta The Palgrave Handbook of Critical Menstruation Studies.
“Algo que sí hay que poner sobre la mesa es el tema de la sensibilización, porque en otros países en donde sí se han hecho estudios acerca de las licencias, lo que les preocupa es el tema de que quede como letra muerta, que al momento de tomar el derecho haya un impedimento que tal vez no se está mapeando, como que crean que eres débil, te discriminen, que estés a punto de ascender a un puesto”, reflexiona Rodríguez, y es que si bien, las licencias menstruales pueden avanzar en la ley, es indispensable pensar desde la interseccional.
Gratuidad menstrual encapsulada
Por otro lado, el acceso gratuito a productos menstruales sigue siendo limitado. En 2021, la Cámara de Diputados aprobó reformas para garantizar productos en escuelas públicas, pero el Senado no ha ratificado la medida. Aunque 22 estados cuentan con leyes sobre menstruación, sólo en Jalisco existe evaluación, transparencia y presupuesto. “Jalisco es el único estado donde la ley funciona, pues está acompañada de una evaluación de la política pública, transparencia de datos, compromiso y financiamiento, afirma Rodríguez.
El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED) reveló en 2023 que el 47.32% de las mujeres encuestadas han faltado a la escuela y el 34.45% al trabajo debido a su menstruación.
Estudiantes de la Universidad de Guadalajara incluso lograron modificar su legislación para garantizar productos gratuitos y ahora impulsan licencias estudiantiles menstruales. “Ahora ya se está proponiendo en legislación que sea que haya licencias estudiantiles menstruales porque no se les justificaba la falta y las niñas llegan a faltar hasta un mes en todo el ciclo escolar”, menciona Rodríguez.
En contraste, en la Ciudad de México, el acceso gratuito sigue pendiente, pese a que el 47% de las mujeres ha faltado a la escuela y el 34% al trabajo por causas menstruales, según el COPRED.
Una necesidad que no se puede ignorar
El estigma se vive también en las historias personales. Elisa Aguilar, quien sufre miomas y sangrados abundantes desde los 12 años, nunca ha faltado al trabajo por menstruación. “Me decían floja. Los cólicos eran incapacitantes, pero aprendí a resistir en silencio”, relata. El testimonio de Elisa refleja cómo el dolor ha sido normalizado y relegado al ámbito privado, a pesar de que muchas viven condiciones clínicas severas, como la endometriosis, que afecta al 10% de las mujeres en México.
El agotamiento físico era uno de los síntomas más persistentes. “Me decían que era floja”, recuerda Elisa. Los malestares de una menstruación compleja la acompañaron hasta la adultez, donde la vigilancia constante y la precaución se volvieron rutina: estar siempre pendiente de no manchar la ropa y de no dejar que la sangre revelara su incomodidad.
“Nunca he faltado al trabajo por la menstruación. He faltado por migraña porque tengo ese diagnóstico de esta niña y es muy discapacitante, pero para mí faltar por la menstruación nunca pareció que fuera justificado, a pesar de que sí hay días en los que los cólicos fueron muy fuertes y también en los que los sangrados han sido pues tan descontrolados que una toalla nocturna no sirve más de una hora”.
El testimonio de Elisa es un ejemplo de cómo muchas veces el dolor se ha convertido en una rutina. Los estigmas han mantenido las necesidades de las personas menstruantes en las sombras: el dolor es individual y privado; la pena, por otro lado, es colectiva.
La menstruación es un proceso natural y, en condiciones normales, es un fenómeno cíclico que se presenta a lo largo de cuarenta años en los cuerpos menstruantes.
Dunia Campos, una mujer de 50 años que atraviesa la perimenopausia, el período previo a la menopausia, explica que llegar a esta etapa implica un cambios físicos, emocionales y psicológicos que tienen efecto en el rendimiento, y por ende, en la productividad laboral.
“Creo que hablar de menstruación en todas las etapas en cualquier lugar, más allá de la familia y sobre todo en el trabajo, puede ayudar a que las personas menstruantes no se sientan enfermas y que sepan que con libertad pueden decir, ‘Me siento mal’”, reflexiona Dunia. Hablar sobre menstruación y romper el tabú escondido en la enunciación de la palabra tiene un impacto en el bienestar de las personas, así como en el desempeño laboral.
Para Sitara Mejmood, médica feminista, las licencias menstruales pueden traer consigo enormes beneficios para las mujeres y personas menstruantes, pero también para las personas empleadoras, pues al menos 45% de las mujeres han experimentado dolores menstruales intensos a lo largo de su vida.
Los dolores incapacitantes más comunes son la dismenorrea primaria y la dismenorrea secundaria, es decir, el dolor al menstruar, padecimientos considerados por las leyes ya vigentes.
¿Pero qué ocurre con otro tipo de dolores al momento de reformar leyes en favor de los derechos menstruales y otorgar licencias menstruales? La ley es opaca. “Realmente no se ha acotado específicamente al momento de hablar de licencias mensuales, creo que el hecho de que me lo estés preguntando hace que también debamos cuestionarnos en qué se debe de especificar, porque lo que no es específico en la ley implica lagunas en donde muchos médicos y médicas podrían considerar que una mujer no es acreedora a utilizar estas licencias menstruales”.
Esta realidad refuerza la necesidad de legislar en favor de las necesidades reales de las personas menstruantes en todas las etapas de la menstruación.