Amigas, despedimos el 2024. Este año estuvo lleno de momentos clave para muchas de nosotras, especialmente en la intersección entre el derecho y el género. Fue un año que nos mostró, con toda su crudeza, que seguimos inmersas en un sistema que perpetúa desigualdades y violencias estructurales.

Sentimos esperanza y, al mismo tiempo, preocupación con la histórica elección de la primera presidenta de México, un evento que conmovió a muchas. También celebramos la presencia de más mujeres en cargos clave del ámbito público, lo que representó avances significativos en nuestra lucha por la equidad.

Sin embargo, estas conquistas no han sido suficientes para contrarrestar las violencias cotidianas que enfrentan las mujeres y las poblaciones LGBTIQ+. Persisten la impunidad, las desigualdades estructurales y la normalización de la violencia en todos los ámbitos de la vida.

Por ello, les invito a reflexionar conmigo a través de este recuento de los temas más relevantes que marcaron este año. Porque aunque el camino sea largo, nuestra resistencia y lucha son más fuertes.

La elección de la primera presidenta de México

El pasado 2 de junio, Claudia Sheinbaum Pardo fue elegida como la primera presidenta de nuestro país, con más de 30 millones de votos. En su discurso como presidenta electa, Sheinbaum destacó su compromiso de abrir espacios para las mujeres. Este logro histórico plantea grandes expectativas, especialmente en temas de justicia penal y género.

Sin embargo, persisten dudas sobre su postura ante políticas clave como la prisión preventiva oficiosa, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Según datos recientes, más del 50 % de las mujeres en prisión en México están bajo esta medida, lo que las expone a abusos, estigmatización y discriminación doble como transgresoras de roles de género. Este enfoque punitivista refleja un sistema que prioriza la criminalización por encima de la justicia restaurativa y la reparación integral.

Las promesas de Sheinbaum en materia de justicia revelan un énfasis en la tipificación de delitos y la creación de leyes punitivas, invisibilizando las experiencias de mujeres que enfrentan múltiples formas de discriminación.

Por ejemplo, las mujeres con discapacidad y las mujeres indígenas enfrentan barreras significativas para acceder al sistema de justicia. Según la ENDIREH 2021, más de 16 millones de mujeres con discapacidad han vivido violencia, mientras que México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica en asesinatos por transfobia. Estos datos subrayan la urgencia de un enfoque interseccional que reconozca las múltiples opresiones que enfrentan las mujeres.

Reforma judicial y exclusión de las mujeres

La propuesta de elección popular de personas juzgadoras ignora la discriminación estructural y la falta de perspectiva de género en los procesos de selección. Aunque se menciona la paridad de género, los mecanismos para garantizarla son insuficientes.

Además, figuras como los “jueces sin rostro”, diseñadas para combatir la delincuencia organizada, han criminalizado de manera desproporcionada a mujeres en contextos de pobreza. Este enfoque perpetúa las desigualdades al ignorar las dinámicas de género y las condiciones estructurales que llevan a estas mujeres al sistema penal.

Violencia feminicida y su normalización mediática

Este año también evidenció cómo los medios de comunicación perpetúan la violencia feminicida. Reality shows como La Casa de los Famosos y casos como el linchamiento en Taxco mostraron cómo la narrativa mediática convierte el dolor en espectáculo.

Estas narrativas refuerzan la permisividad social hacia las agresiones y perpetúan la impunidad. Transformar este enfoque requiere no solo sancionar las agresiones, sino también desmontar las bases culturales y simbólicas que las sostienen.

Violencia digital y fallas legislativas

El caso de Diego "N", absuelto en un juicio de violencia digital, evidenció las fallas estructurales de la Ley Olimpia. La falta de protocolos claros y una técnica legislativa deficiente perpetúan la impunidad y revictimizan a quienes sufren violencia digital.

Además, casos como el de la senadora Andrea Chávez reflejan cómo el respaldo institucional puede facilitar el acceso a la justicia para algunas mujeres, mientras que la mayoría enfrenta fiscalías negligentes, sobrecargadas y mal equipadas. Este contraste subraya la necesidad de un sistema integral que ofrezca justicia desde diversas vías, incluyendo la administrativa y la educativa.

Cazzu, Gisèle y Esmeralda: Historias de desigualdad y resistencia

La cantante argentina Cazzu, Gisèle Pélicot y Esmeralda, una adolescente indígena de Querétaro, representan historias que exponen las desigualdades del sistema de justicia y de cuidados en México.

Cazzu reflexionó sobre la importancia de su red de apoyo en la maternidad, en contraste con muchas mujeres que enfrentan esta etapa sin recursos ni respaldo estatal. Por otro lado, Gisèle, un referente en justicia feminista, demostró cómo las mujeres pueden reapropiarse de sus experiencias para exigir justicia, aunque enfrentando la revictimización mediática y judicial.

Finalmente, el caso de Esmeralda, investigada por homicidio doloso tras un aborto espontáneo, expuso cómo la justicia para las mujeres a menudo depende de la viralización mediática, dejando en el abandono a quienes no cuentan con esta visibilidad.

El avance de la marea verde en 2024: La fuerza del activismo y la politización

Este año, gracias al incansable activismo de colectivas feministas, atestiguamos avances significativos en la lucha por los derechos reproductivos. Estados como Chihuahua, Puebla, San Luis Potosí, Chiapas y Michoacán despenalizaron el aborto, marcando un paso importante hacia la garantía de los derechos de las mujeres y personas gestantes. 

Estos logros no solo representan una esperanza para quienes continúan enfrentando barreras legales y sociales, sino que también nos recuerdan algo esencial: la calle y la politización son herramientas poderosas para generar cambio. La lucha colectiva sigue demostrando que es posible transformar realidades y construir un futuro más justo y equitativo.

Hacia una justicia transformadora

Este año recordó que la justicia no puede construirse únicamente a través de sanciones punitivas. Es necesario un enfoque transformador que permita a las víctimas sanar, recuperar su agencia y transformar las condiciones estructurales que perpetúan la violencia.

El reto para 2025 será construir un marco legal y social que priorice la reparación integral, la prevención y la justicia con perspectiva de género, garantizando que todas lleguemos, no solo unas cuantas.

Gracias a todas y todes que, con su resistencia y lucha incansable, contribuyeron a construir un 2024 más esperanzador. Seguiremos firmes, trabajando para que la justicia se convierta en un espacio donde todas y todes podamos florecer.