A mediados de 2024, cuando Donald Trump lo eligió como compañero de fórmula, muchos subestimaron el peso ideológico de J.D. Vance, el actual vicepresidente de Estados Unidos. Hoy, las ideas fascistas que Vance ha elogiado públicamente se traducen en políticas concretas: criminalización de personas migrantes, ataques legislativos contra la comunidad trans y retrocesos en los derechos reproductivos y la autonomía de las mujeres.

Un artículo publicado por Current Affairs cuando Vance era aún senador, expuso su respaldo entusiasta a un texto titulado Unhumans, que plantea literalmente una “guerra total” contra el progresismo, la diversidad y la autonomía de los pueblos. Lo que parecía una provocación intelectual ahora sirve como marco ideológico para políticas reales: redadas militares, detención de migrantes, y discursos que acusan a disidentes de ser “enemigos de la nación”.

¿Qué dice el manifiesto que emociona a Vance?

El libro Unhumans, promocionado por J.D. Vance en redes sociales y entrevistas, describe a sus opositores como seres “subhumanos” y llama a una “reconquista moral” de Estados Unidos. El texto sugiere que el feminismo, los movimientos LGBTQ+ y los defensores de derechos humanos representan una amenaza existencial para la civilización occidental. Su solución: "erradicarlos políticamente" mediante el poder estatal, los medios de comunicación y, si es necesario, la fuerza.

Vance no sólo celebró el libro, sino que lo calificó como “el texto más importante de nuestro tiempo”. Esta afirmación no es inocua: revela su adhesión a un modelo de sociedad donde el disenso no se debate, se extermina.

De la teoría a la práctica: represión y autoritarismo en 2025

Durante los últimos días la ciudad de Los Ángeles, California ha sido escenario de organización civil y comunitaria en contra de las acciones del gobierno de Estados Unidos, específicamente las redadas masivas contra comunidades migrantes en escuelas, templos y lugares de trabajo de barrios con importante población latinoamericana.

Ante las protestas, Trump envió - sin que el estado de California lo quisiera- a miembros de la Guardia Nacional y del ejército. Vance, lejos de condenar la violencia contra la población civil, la justificó con términos como “insurrección” y “defensa patriótica”.

En la visión del libro Unhumans -donde, por ejemplo, se retrata la igualdad de género  como una “debilidad cultural”, el feminismo aparece descrito como “una enfermedad social”, y la diversidad sexual, como “desviación destructiva” -.  es legítimo utilizar la fuerza del Estado para suprimir cualquier oposición, y criminalizar la existencia misma de poblaciones no normativas o racializadas. Una visión del orden que responde a una lógica de supremacía blanca y a una escalada autoritaria con implicaciones profundas para quienes luchan por la justicia social.

Un perfil publicado por The Atlantic en julio de 2024 reveló el papel estratégico que juega J.D. Vance como puente entre la ultraderecha ideológica y el capital tecnológico libertario. Su llegada fue celebrado tanto por voceros de la extrema derecha como por inversionistas de Silicon Valley que, lejos de ver un problema en su respaldo a ideas fascistas y políticas antiinmigrantes, lo ven como un catalizador para desmantelar instituciones democráticas que limitan el poder del mercado y del individuo “meritocrático”.

En la práctica, estas ideas se traducen en políticas concretas: eliminación de fondos para programas sociales, particularmente de salud sexual y reproductiva, prohibición de materiales educativos con enfoque de género en escuelas, detenciones masivas, vigilancia a activistas y líderes comunitarios.

¿Por qué esto importa en México y América Latina?

Lo que ocurre en Washington no es lejano. Cuando desde el poder se impulsan ideas fascistas, las consecuencias trascienden fronteras.

La retórica de odio se propaga. El discurso de “pureza cultural” y “orden moral” ya circula en sectores conservadores de América Latina, especialmente en campañas anti-género.

En México, el Frente Nacional por la Familia (FNF) ha impulsado marchas bajo consignas como “Con los niños no” y “No es biología, es ideología”, oponiéndose al aborto, matrimonio igualitario y educación sexual integral. Y en Argentina, Milei ha usado discursos de purificación moral y cultural, similar al estilo Vance de autoritarismo moralista.

También, los métodos de vigilancia, censura y criminalización de la protesta también se replican bajo pretextos similares en países de la región.

En Chiapas, se han documentado detenciones arbitrarias, abuso y tortura psicológica y física,por parte de elementos de la Guardia Nacional, Marina y el ejército contra migrantes centroamericanos. Y en distintos puntos del país, durante las protestas feministas las autoridades usan protocolos policiales inapropiados, gas lacrimógeno y detenciones arbitrarias, criminalizando la protesta social con argumentos de orden moral.

Fascismo en nombre de la moral

J.D. Vance no representa simplemente una postura política conservadora. Representa una amenaza directa contra los derechos ganados por décadas de lucha feminista, migrante y disidente. El respaldo público de J.D. Vance a un manifiesto que plantea desmantelar la democracia liberal y revertir derechos civiles presenta preguntas urgentes sobre el rumbo político de Estados Unidos. Más allá de la retórica, ya están en acción políticas concretas que afectan a comunidades migrantes, mujeres, personas LGBTIQ+ y otros grupos vulnerables.

La convergencia entre tecno-elitismo y nacionalismo autoritario no es accidental: Vance representa un proyecto de control social basado en el castigo, la exclusión y la consolidación de privilegios. La alianza entre el poder económico y la nueva derecha trumpista no solo normaliza el odio: lo financia, lo amplifica y lo tecnifica. En este modelo, las mujeres, las personas migrantes y la comunidad trans no tienen cabida.

En América Latina, donde sectores conservadores adoptan discursos similares, es fundamental observar estas dinámicas con atención crítica. Lo que ocurre en Washington no se queda ahí: sus efectos alcanzan fronteras, agendas políticas y marcos legales en la región.